Guerra interna en los medios pro-Trump: ¿Libertad de prensa o lealtad inquebrantable?

El despido de Gabrielle Cuccia por criticar a una figura de alto rango expone las contradicciones del ecosistema mediático conservador en EE.UU.

La caída de una reportera 'MAGA' en territorio amigo

Gabrielle Cuccia, periodista de One America News Network (OAN), se autodenominaba orgullosamente una “chica MAGA” y defensora ferviente del expresidente Donald Trump. Debido a su lealtad ideológica, se le asignó la cobertura del Pentágono para el canal. Pero esa misma devoción no la salvó cuando criticó a un aliado de Trump, el Secretario de Defensa Pete Hegseth. Su despido posterior plantea una pregunta crucial: ¿qué espacio existe para el disenso dentro de los medios partidistas?

El episodio ha desatado una conversación intensa sobre libertad de prensa, periodismo partidista, y la ambigüedad de los valores democráticos en medios con una agenda clara.

El origen del conflicto: una publicación en Substack

Todo comenzó con un post largo y contundente titulado “The Secretary of Defense-ive”, publicado por Cuccia en Substack. En él, criticó duramente las nuevas restricciones impuestas por Hegseth, que limitaban el acceso de los periodistas a diversas áreas del Pentágono bajo el pretexto de “seguridad nacional”.

El Pentágono quiere dar la impresión de que los periodistas merodean por áreas clasificadas y filtran información secreta. Eso es rotundamente falso”, escribió. Según Cuccia, los verdaderos filtradores son miembros del propio equipo de Hegseth, quien ni siquiera ha ofrecido una rueda de prensa formal desde su nombramiento.

La crítica no fue inocente ni sin consecuencias. Tres días después, su acreditación para entrar al Pentágono fue revocada, y poco después, estaba fuera de OAN.

¿Libertad editorial o censura ideológica?

La ironía no puede pasarse por alto: en un canal conocido por criticar la cultura de la cancelación y alabar la libertad de expresión, Cuccia fue descartada por expresar precisamente eso: su opinión.

Tom Rosenstiel, profesor de periodismo en la Universidad de Maryland, lo resume con claridad: “Si OAN es responsable de su salida, demuestra una política de 'todo o nada': no hay espacio para críticas dentro del propio equipo”.

Esto contrasta fuertemente con el estándar del periodismo tradicional, donde aunque se aliente la objetividad, se permite cierto margen de discusión pública, especialmente cuando la libertad de prensa o el acceso mediático están en juego. Incluso The New York Times ha pedido formalmente a presidentes que ofrezcan más conferencias de prensa.

OAN y la fidelidad plena a Trump

One America News Network ha sido una fuente constante de respaldo para Donald Trump desde su surgimiento durante su primera campaña en 2016. Tras la derrota de Trump en 2020, OAN promovió teorías de fraude electoral desmentidas, lo que incluso llevó a demandas legales que terminaron en acuerdos fuera de los tribunales.

Esta fidelidad va más allá del contenido editorial. Cuando el congresista Matt Gaetz vio frustrada su nominación como Fiscal General bajo Trump, fue contratado como colaborador por OAN. Lo mismo ocurrió cuando Hegseth despidió a varios medios del Pentágono para dar espacio a canales más “amigos” como OAN; Cuccia recibió una de esas oficinas.

El problema surge cuando, incluso dentro de este ecosistema ideológico cerrado, alguien como Cuccia se atreve a señalar cuestionamientos: “¿Por qué el Secretario de Defensa no responde a preguntas difíciles, como lo hace el propio Trump?”

El miedo a la desviación del guion

En su artículo, Cuccia expresa una especie de premonición sobre su caída: “En algún punto del camino, decidimos que quien cuestiona algo dentro del movimiento MAGA automáticamente queda excluido”.

Esta línea evidencia cómo el movimiento MAGA ha evolucionado de una corriente antisistema —dispuesta a confrontar al poder desde las bases populistas— a un aparato que castiga internamente cualquier mínima crítica.

La paradoja de la información controlada

El despido de Cuccia también resalta otra ironía: la que se refiere a la manipulación del acceso a la información. Si bien Hegseth limitó la movilidad de periodistas dentro del Pentágono, su equipo seleccionó cuidadosamente qué periodistas podían hacer preguntas en las pocas instancias de comunicación. Cuccia revela que le pidieron los temas que pensaba tratar en una próxima rueda de prensa, algo impensable en medios imparciales.

En palabras de la Asociación de Prensa del Pentágono, estas nuevas reglas representan un ataque directo contra la libertad de prensa.

Un caso que incomoda a ambos lados

La situación de Cuccia incomoda tanto a la derecha pro-Trump, como a los defensores de la objetividad periodística. Para los primeros, representa una “traición” interna; para los segundos, pone en entredicho cómo los medios partidistas ejercen una especie de censura ideológica más severa que la de los medios que suelen criticar.

El caso abre una interrogante inquietante: si una periodista alineada ideológicamente no puede hacer una observación crítica sin ser castigada, ¿hasta qué punto se puede llamar periodismo lo que hace OAN?

La cultura MAGA y sus contradicciones

El movimiento MAGA nació con la premisa de recuperar valores americanos basados en el nacionalismo, la libertad personal y la desconfianza hacia las élites. Sin embargo, incidentes como el de Cuccia muestran cómo esos ideales se diluyen cuando hay que proteger a figuras centrales del movimiento, incluso ante errores flagrantes.

Hegseth, que llegó a la Secretaría de Defensa sin experiencia militar real pero con fuerte presencia mediática en Fox News, ha sido relacionado con incidentes de filtraciones internas y falta de transparencia, como el escándalo del chat en Signal que incluyó por error al editor de The Atlantic.

Cuccia estaba dispuesta a defender a Trump, pero también a hacer preguntas. Y por eso, fue silenciada.

¿Silencio o solidaridad entre medios pro-Trump?

Un punto fascinante de este episodio es la reacción —o más bien, la falta de reacción— de otros medios conservadores. Hasta la fecha, no ha habido una avalancha de columnas o editoriales defendiendo a Cuccia. ¿Será que su crítica es considerada una herejía, un ataque desde dentro?

Trump, por su parte, también ha demostrado ser intolerante a cualquier apunte crítico, incluso dentro de medios aliados como Fox News. No sería sorprendente que él mismo ignorara el caso de Cuccia.

Un problema sistémico disfrazado de lealtad

Lo que ocurrió con Gabrielle Cuccia es un microcosmos de lo que ocurre cuando los medios se convierten en instrumentos de propaganda. La cobertura objetiva se sustituye por alineamiento ideológico, y la divergencia es castigada con el exilio profesional.

La paradoja que surge es que, en vez de practicar aquello que tanto pregonan —la libertad, la verdad, la defensa frente al supuesto totalitarismo liberal—, replican los mismos vicios que denuncian.

El caso de Cuccia debería servir de reflexión no solo a periodistas conservadores, sino a toda la profesión. Cuando un medio es incapaz de tolerar una crítica interna, ya no es un canal de información: es un aparato de control narrativo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press