Los créditos de carbono forestal en Maine: ¿Solución climática o permiso para contaminar?

Una nueva ley estatal busca transparencia en un mercado emergente que promete equilibrar la economía forestal y la acción climática

El mercado de créditos de carbono: una oportunidad bajo escrutinio

Con la aprobación de una nueva legislación en Maine, la participación de propietarios forestales en el mercado de créditos de carbono ha pasado al primer plano de la discusión pública. El estado ahora exige que los dueños de tierras que participen en este mercado reporten datos esenciales al gobierno: nombre del propietario, información de contacto, fecha de incorporación al programa y superficie forestal total inscrita.

Este paso, que posiciona a Maine como el segundo estado en implementar tal rastreo (después de New Hampshire), busca arrojar luz sobre un mercado creciente y complejo, a menudo criticado por su opacidad.

¿Qué son los créditos de carbono forestal?

Los créditos de carbono forestal permiten a los propietarios recibir compensación económica a cambio de mantener sus bosques y evitar talas que liberarían dióxido de carbono almacenado. Las empresas compran estos créditos como una forma de "compensar" sus emisiones, alegando que, al proteger un bosque que captura CO₂, están alcanzando la neutralidad de carbono.

Este sistema es parte de las estrategias climáticas de gobiernos y organismos internacionales. Según el Departamento de Protección Ambiental de Maine, en 2021 hasta un 91% de las emisiones netas del estado fueron "equilibradas por secuestro ambiental", es decir, absorbidas por bosques y humedales.

Una visión crítica: ¿permiso para contaminar?

Sin embargo, no todos están convencidos. James Robbins, expropietario de Robbins Lumber Inc., expresó en su testimonio: "Me preocupa que grandes compañías vengan a Maine, compren enormes bloques de créditos y reduzcan seriamente nuestras cosechas de madera".

Robbins y otros críticos acusan a este mercado de proporcionar una especie de "licencia para contaminar". En lugar de reducir sus emisiones, algunas empresas utilizan los créditos para seguir operando como siempre, escudándose en promesas verdes.

Transparencia: el corazón de la nueva ley

La legislación, firmada por la gobernadora Janet Mills, no exige que los propietarios revelen el valor financiero de los créditos, ni tampoco se divulgará información privada en los registros públicos. Aun así, ofrecerá por primera vez una línea de tendencia histórica sobre cómo los dueños de tierras están participando en el mercado.

Esto es vital, como lo explicó Morten Moesswilde, director de Política y Manejo Forestal en el Departamento de Agricultura, Conservación y Silvicultura de Maine: “Necesitamos entender cómo los dueños de bosques en Maine participan en este mercado emergente, dadas tanto la economía forestal del estado como nuestras metas de cambio climático”.

El respaldo de conservacionistas y la industria

La propuesta recibió apoyo tanto de organizaciones conservacionistas como del Consejo de Productos Forestales de Maine. La Nature Conservancy, que ha trabajado durante años con estos mecanismos, destacó que “aunque imperfectos, los proyectos de captura de carbono pueden ayudar a mantener los bosques tal como están, y eso ya es un beneficio”, según Mark Berry, director del programa forestal del organismo.

En resumen, incluso si algunos proyectos no logran beneficios climáticos significativos, el solo hecho de evitar la deforestación ya es, para muchos, una ganancia.

¿Hay espacio para mejorar la captura de carbono?

Un informe de 2023 reveló que los bosques productivos del norte de Maine podrían almacenar hasta un 20% más de carbono sin reducir la producción de madera. Para lograrlo, se necesita la cooperación activa de los propietarios privados, quienes controlan casi la totalidad de los terrenos forestales del estado.

No obstante, la participación sigue siendo baja. Un reporte de The Maine Monitor en 2022 encontró que apenas un 3.5% de los grandes propietarios de tierras en Maine habían hecho tratos de venta de carbono. ¿Por qué tanto escepticismo?

Muchos pequeños propietarios lo ven como un mal negocio: los pagos son bajos y los estándares de cumplimiento, onerosos. En pocas palabras: no vale la pena.

Datos dispersos y enterrados en documentos

Según Moesswilde, aunque existen registros nacionales e internacionales que documentan proyectos de captura de carbono, toda esa información está mal organizada; a menudo es difícil de buscar y está escondida en documentos de apoyo técnicos que no están diseñados para el escrutinio público. Maine planea resolver ese problema con una base de datos estatal clara y accesible.

¿Compensaciones dobles?

Una preocupación clave: si los bosques de Maine ya están siendo usados por empresas de otros estados para compensar sus emisiones, ¿tiene sentido que Maine los cuente también como suyos?

Esto significaría una duplicación de créditos en papel que podría poner en duda los verdaderos progresos hacia las metas climáticas net-zero.

Una carrera hacia el 2045

El objetivo de Maine es ambicioso: cero emisiones netas para 2045. La capacidad de sus extensos bosques para capturar carbono será fundamental para lograrlo. Pero la pregunta sigue siendo: ¿estamos usando esa capacidad de forma ética y efectiva, o solo como una forma de equilibrar contablemente un sistema que, en la práctica, sigue contaminando?

El debate en Maine refleja una conversación global sobre cómo equilibrar desarrollo económico, industria forestal y acción climática. Con transparencia y regulación efectiva, este mercado podría convertirse en un ejemplo. Pero sin vigilancia, corre el riesgo de convertirse en otra fachada más del greenwashing.

El tiempo (y los árboles) dirán.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press