Ucrania y Rusia: Paz imposible con demandas irreconciliables
Nuevas propuestas de Moscú y Kyiv evidencian que el camino hacia un alto al fuego sigue bloqueado por intereses incompatibles
Un nuevo intento de diálogo lleno de exigencias extremas
El 2 de junio de 2025, representantes de Ucrania y Rusia se reunieron en Estambul para intentar un nuevo acercamiento hacia la paz tras más de tres años de guerra. Pero como en tantas otras ocasiones desde la invasión rusa iniciada el 24 de febrero de 2022, las posiciones de ambas partes revelaron una profunda incompatibilidad.
Rusia, tras semanas de deliberación interna, presentó un memorandum con los términos de un cese al fuego y directrices para una eventual firma de tratado de paz. El documento reafirma las mismas demandas maximalistas que Moscú ha mantenido desde el inicio del conflicto, demandas que tanto Kyiv como sus aliados occidentales consideran inaceptables.
Propuestas rusas: dos caminos, un mismo objetivo
El Kremlin ofreció dos opciones a Ucrania para instaurar un alto al fuego de 30 días. La primera exige la retirada de todas las fuerzas ucranianas de las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón —territorios que Rusia anexó ilegalmente en septiembre de 2022 pero nunca controló completamente.
La segunda, conocida como la propuesta “paquete”, pide a Ucrania detener su movilización militar, congelar la entrega de armas occidentales, suspender la ley marcial, iniciar un proceso de desmovilización de sus fuerzas armadas y prohibir la presencia de tropas extranjeras en su territorio. Como paso siguiente, según este escenario, deberían celebrarse elecciones que allanarían el camino hacia un tratado de paz más abarcador.
Del alto al fuego a las exigencias de paz permanentes
El documento ruso va más allá del cese al fuego. Para una paz duradera, exige:
- Reconocimiento internacional de la anexión rusa de Crimea (2014), y de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón (2022).
- Declaración de Ucrania como estado neutral, abandonando su aspiración de ingresar a la OTAN.
- Limitaciones al tamaño de las Fuerzas Armadas de Ucrania.
- Reconocimiento del idioma ruso como lengua oficial en igualdad con el ucraniano.
- Prohibición de la “glorificación del nazismo” y disolución de grupos nacionalistas.
Tales demandas reflejan los objetivos fundacionales de la invasión de Putin, que siempre presentó la “desnazificación” y la “neutralidad” de Ucrania como justificaciones para el conflicto. Lo paradójico es que el presidente Volodímir Zelenski es judío, hecho que quiebra el argumento ruso sobre la influencia de grupos neonazis en el gobierno ucraniano.
Ucrania sostiene su rechazo a concesiones sobre soberanía
Kyiv, por su parte, llegó a Estambul con una postura firme: una tregua de 30 días sin condiciones previas, como propuso Donald Trump, expresidente de EE.UU., pero sin cesiones estratégicas en temas de soberanía, integridad territorial o política exterior.
En su propio memorandum, Ucrania:
- Rechaza cualquier reconocimiento de las anexiones rusas,
- Rechaza el estatus de neutralidad impuesto,
- Afirma su derecho a formar parte de alianzas internacionales como la OTAN,
- Niega limitaciones en el tamaño o despliegue de sus fuerzas armadas,
- Solicita garantías internacionales de seguridad,
- Exige la devolución de niños deportados ilegalmente y un intercambio completo de prisioneros.
La única apertura que ofrece Ucrania es en el tema de las sanciones: estaría dispuesta a levantar parcialmente algunas si Rusia cumple con los acuerdos firmados.
Opinión: Una 'paz' que perpetuaría la guerra
La auténtica intención detrás del documento ruso parece más táctica que pacificadora. Como señaló el analista moscovita Serguéi Poletáev: “Incluso un documento no firmado le da al Kremlin un mayor margen de maniobra diplomática”.
Según Tatiana Stanovaya, del Carnegie Russia Eurasia Center, Rusia ya sabe que Ucrania no aceptará la retirada de sus tropas de las regiones parcialmente ocupadas. Por eso, al ofrecer dos opciones, Moscú pretende empujar a Kyiv hacia el 'paquete' —que aunque sigue siendo inaceptable, divide el escenario de negociación.
Mientras tanto, al mantener demandas absolutistas, el Kremlin proyecta fuerza, establece precedentes legales y gana tiempo sin comprometerse realmente a terminar la guerra.
Una paz irreal, una guerra prolongada
Las propuestas rusas son, en esencia, una suma cero: pretenden un alto al fuego que consagre sus conquistas y anule la voluntad soberana de Ucrania de elegir su destino. Por su parte, la posición ucraniana, aunque flexible estratégicamente, mantiene líneas rojas que la anclan al principio fundamental de autodeterminación nacional.
Los analistas coinciden en que ninguna de las partes hará concesiones significativas sin una presión externa contundente, algo que hasta ahora ha sido insuficiente o inconsistente. Europa atraviesa divisiones internas, EE. UU. se encuentra en un año electoral y China prefiere una postura ambigua que maximice su capacidad de maniobra geopolítica.
En este contexto, el último ciclo de negociaciones parece condenado a sumarse a la larga lista de fracasos diplomáticos registrados desde 2022. El simbolismo de la reunión en el Palacio de Ciragan de Estambul contrasta con la realidad: la paz está más lejos que nunca, y el conflicto en Ucrania sigue siendo el epicentro de una nueva era de confrontación global.
Datos clave que refuerzan el estancamiento actual
- Desde el inicio de la guerra en 2022, más de 6 millones de ucranianos se han refugiado en países vecinos, según ACNUR.
- La economía ucraniana se contrajo un 29% en 2022 y ha tendido una recuperación leve desde entonces, mientras que Rusia ha redirigido su comercio hacia China e India.
- Más de casos documentados de crímenes de guerra han sido presentados ante la Corte Penal Internacional.
- La comunidad internacional ha aplicado más de 16.000 sanciones a Rusia, el mayor número jamás aplicado a un solo país (según Castellum.ai).
En definitiva, las demandas opuestas reflejan dos visiones del orden global que no pueden coexistir sin conflictos. Mientras Rusia busca imponer un modelo de zonas de influencia pos-soviéticas basadas en la fuerza, Ucrania y sus aliados intentan preservar un sistema internacional basado en la Carta de la ONU.