“Dangerous Animals”: Tiburones, asesinos y bikinis — El thriller marino más loco de 2024
IFC Films lanza un tributo sangriento, retorcido y sorprendentemente divertido al legado de 'Jaws' con un asesino suelto entre los escualos
Por qué mirar un thriller con tiburones cuando puedes ver uno con tiburones y un asesino serial al acecho? Esa es la propuesta alocada pero magnéticamente efectiva de “Dangerous Animals”, la nueva cinta de IFC Films que logra combinar con estilo y sin vergüenza dos géneros que raramente se cruzan: el cine de depredadores marinos y el thriller de asesino en serie. Con claras referencias a “Jaws” de Spielberg —que cumple 50 años en 2025— y ciertos guiños a “Point Break” o incluso “Hannibal”, la película se posiciona como uno de los estrenos más inesperadamente entretenidos del año.
Un capitán letal, una surfista salvaje y muchos escualos
Jai Courtney interpreta a un capitán de barco australiano cuya afición no declarada es alimentar tiburones con sus clientas femeninas, mientras documenta sus crímenes con cámara en mano y frases pseudofilosóficas sobre los makos, las agujas de vela o los mosquitos. La brutal calmada con que ejecuta sus crímenes se ve retada con la llegada de Zephyr, interpretada con intensidad por Hassie Harrison, una surfista estadounidense antisocial que vive en una furgoneta y tiene profundas razones para mantenerse lejos del mundo.
“No había nada para mí en tierra firme”, confiesa Zephyr mientras desafía al capitán tanto física como mentalmente. Con su habilidad para abrir esposas con un aro de sostén y su terquedad encantadora, la película define claramente que Zephyr no es la típica víctima.
De “Jaws” a “Baby Shark”: Un guion afilado y lleno de referencias
Nick Lepard, el guionista, revela que su inspiración para crear esta historia vino de ver una funda de tabla de surf y pensar si podría ocultar un cadáver, lo cual dice bastante de la macabra pero creativa imaginación tras el filme. Su guion logra entrelazar muerte, humor negro y crítica social en diálogos certeros y situaciones límite.
Uno de los méritos de “Dangerous Animals” es que no pretende ser pretenciosa o revolucionaria en su narrativa. Se divierte con los tropos del género, mientras los utiliza a su favor: “Oh, eres una luchadora. Me encantan los luchadores. Hace que el espectáculo sea mejor”, suelta el asesino como si se tratara de un espectáculo circense.
¿El colmo del simbolismo? Que el asesino le dice a Zephyr: “Tú y yo somos iguales. Somos tiburones”, a lo que ella responde sin piedad: “Deja de hablar. Escoria del océano”.
Dirección exacta e imágenes impactantes
La habilidad de Sean Byrnes como director se hace notar. Conocedor del suspenso sin caer en el shock gratuito, Byrnes filma las escenas con cortes precisos y una tensión que crece a medida que el mar se vuelve más profundo, más frío, más mortal. Difícil no recordar ciertas escenas de La orca asesina o El arrecife, pero aquí con un tono más irónico y autorreferencial.
Filmada en la impresionante Costa Dorada de Queensland, Australia, la cinematografía ofrece momentos inolvidables: tiburones surcando las aguas con elegancia mientras la amenaza real es un ser humano en la superficie. Un crítico apuntó certeramente: “Después de ver esta película, mirarás dos veces antes de ducharte”.
Música... perfectamente desconcertante
Uno de los mejores aciertos de “Dangerous Animals” es su banda sonora, que juega con el espectador en los momentos más extremos. ¿Un ejemplo? Mientras el asesino trocea mechones de pelo de sus víctimas, suena “Evie (Part One)” de Steve Wright, una balada romántica que roza el humor negro cuando uno procesa la escena.
Más adelante, justo antes de que la protagonista esté a punto de ser salvada pero fracasa, suena “At Last” de Etta James. Un clásico de bodas transformado en ironía fatal.
Héroes improbables y química romática dosificada
Como en todo buen thriller, existe un interés romántico que empieza con un encuentro accidental en el que Zephyr intenta robar helado. Josh Heuston interpreta al joven que queda hechizado por la surfista y que, eventualmente, asume el papel de salvador involuntario cuando ella desaparece. Aunque Zephyr rechaza sus avances, el joven sospecha de su desaparición y comienza su propia búsqueda.
No se trata de una historia de amor tradicional. Aquí no hay promesas de eternidad, solo un vínculo nacido de la supervivencia y la intuición. Y eso la hace más efectiva.
50 años de “Jaws” y el “eco sangriento” de su legado
Este verano se cumplen cinco décadas del estreno de “Jaws”, dirigida por Steven Spielberg. La película, que redefinió el thriller moderno, tuvo un impacto mesurable en la relación entre humanos y océano.
- En 1975, los reportes de ataques de tiburón se duplicaron temporalmente en EE.UU.
- Las ventas de artículos relacionados con tiburones crecieron un 400% tras el lanzamiento de la película.
- “Jaws” fue nombrada por el American Film Institute como la sexta película más aterradora de todos los tiempos.
“Dangerous Animals” no es un remake espiritual, pero sí una carta de amor envenenada a ese clásico. Usa el mar como escenario de horror, pero el verdadero monstruo no nada, sino que charla y manipula desde la superficie.
Una sátira sangrienta que sorprende
La película no intenta cambiar el género, pero sí se divierte desequilibrando al espectador. Es sangrienta, sí. Pero también mofa. Es feminista en algunos pasajes y abiertamente nihilista en otros. No es cine arte, pero tampoco fast food. Es, quizás, lo más entretenido que puedes ver si estás buscando adrenalina y mar.
Con una duración de 98 minutos y una calificación R por violencia gráfica, imágenes macabras, sexualidad, lenguaje y uso breve de drogas, “Dangerous Animals” cumple lo que promete. ¿La recomendaría? Definitivamente... si tienes el estómago —y el sentido del humor— para ello.