Guerra comercial entre EE.UU. y la UE: ¿Tregua diplomática o nueva escalada?
Trump, tarifas, autos y un déficit récord: el enfrentamiento comercial entre dos gigantes económicos regresa al centro del escenario global
El trasfondo de una guerra comercial latente
La tensión entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) sobre políticas comerciales ha vuelto a encenderse. Esta vez, París se convierte en el escenario de un encuentro crucial entre dos pesos pesados del comercio mundial: el comisario europeo Maroš Šefčovič y el representante comercial estadounidense, Jamieson Greer. El motivo: intentar frenar una escalada de aranceles que podría sacudir nuevamente la economía global.
El marco de estas conversaciones es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde ambos negociadores intentan evitar que esta disputa afecte aún más las relaciones bilaterales en materia económica. Aunque la posibilidad de un acuerdo sustancial parece lejana, ambos bandos muestran señales de querer mantener el diálogo abierto.
Un déficit comercial récord como punto de partida
Según datos del Departamento de Comercio de EE.UU., el déficit comercial entre EE.UU. y la UE alcanzó un récord de 161 mil millones de dólares en 2024. Esto ha irritado particularmente al expresidente Donald Trump, quien ha vuelto a poner su mirada en las barreras comerciales europeas, especialmente el arancel del 10% para autos importados, en contraste con el ex arancel estadounidense de 2.5% que él mismo incrementó al 25% en abril.
Trump acusa a Europa de prácticas comerciales desleales, mientras que Bruselas defiende su postura argumentando que las exportaciones de servicios estadounidenses, sobre todo en tecnología, equilibran el déficit de bienes físicos.
La propuesta "cero por cero": una salida complicada
La Unión Europea propuso un acuerdo “cero por cero”, eliminando aranceles a productos industriales, incluidos automóviles. Pero el expresidente Trump descartó de inmediato esa oferta. No obstante, voceros de la UE sostienen que la propuesta sigue sobre la mesa, principalmente como un intento por alinear los intereses sin exigir sacrificios unilaterales.
Francia, país anfitrión del encuentro, ha advertido que si las conversaciones fracasan, se encuentra preparada para responder con contramedidas sobre productos y servicios estadounidenses.
¿Qué quiere realmente Estados Unidos?
Washington tiene una serie de demandas claras pero difíciles de cumplir desde la perspectiva europea. Uno de los temas más espinosos es el impuesto al valor agregado (IVA) aplicado en los países europeos. La administración Trump considera este impuesto una forma de proteccionismo, ya que también grava los productos importados. Sin embargo, el IVA funciona igual para productos locales y foráneos, lo que lo saca de la categoría de barrera arancelaria tradicional según los estándares de la Organización Mundial del Comercio.
Otra exigencia norteamericana ha sido la eliminación de regulaciones alimentarias y de seguridad europeas. Entre estas se incluyen la prohibición de carne de res tratada con hormonas, pollo clorado y alimentos genéticamente modificados. Para EE.UU., estas regulaciones son trabas injustas al comercio. Pero para muchos países europeos, son cuestiones fundamentales de salud pública y soberanía regulatoria.
“Cuando hablas de gallinas o de estándares de seguridad automotriz, estás hablando de cómo los países eligen regular sus economías,” declaró William Reinsch, experto en comercio del Center for Strategic and International Studies. “EE.UU. lo ve como proteccionismo; Europa lo ve como protección al consumidor. Este ha sido un punto de fricción durante más de 60 años.”
Dudas sobre las verdaderas intenciones de EE.UU.
Greta Peisch, exasesora legal del representante comercial estadounidense bajo la administración Biden, argumenta que el plan "cero por cero" podría ser una salida diplomática viable si Washington realmente desea evitar la imposición de nuevos aranceles. Sin embargo, ella misma duda:
“¿Qué tan motivado está EE.UU. para llegar a un acuerdo con la UE?”, se preguntó. “Trump ha repetido por años sus quejas respecto a las prácticas comerciales europeas. No parece dispuesto a cambiar de postura.”
¿Qué está en juego realmente?
Las implicaciones de esta disputa comercial exceden lo económico. Una posible escalada arancelaria podría afectar:
- Precios globales de materias primas industriales, como el acero.
- Ventas de automóviles entre ambos territorios.
- La cadena de suministro tecnológica y energética (incluyendo gas natural licuado).
- La percepción internacional del liderazgo económico multilateral.
La UE incluso ha planteado comprar más gas natural licuado y armamento estadounidense, a cambio de alivios arancelarios. Pero el margen negociador es estrecho, y ningún bloque quiere ceder demasiado.
El papel de instituciones internacionales
La OCDE ha servido como lugar neutral para facilitar estas discusiones. Sin embargo, su influencia como mediadora tiene límites. La Organización Mundial del Comercio (OMC), por su parte, se ha visto debilitada en los últimos años a raíz de disputas sin resolver y el bloqueo estadounidense a la renovación del organismo de apelaciones.
Este contexto de fragmentación multilateral agranda las probabilidades de que las disputas comerciales se transformen en conflictos bilaterales prolongados, como ya ocurrió con la guerra comercial de Trump contra China en 2018.
Europa: más dividida de lo que parece
Dentro de la propia Europa hay divisiones importantes. Alemania y Francia no siempre coinciden en la intensidad con la que debe lidiarse con EE.UU., mientras que países como Polonia miran con recelo cualquier intento de apaciguamiento que afecte su relación en defensa y seguridad con Washington. Toda flexibilización de aranceles hacia EE.UU. podría tener costos políticos internos en la UE, especialmente en sectores agrícolas y automotrices.
Un adiós al multilateralismo como lo conocimos
La retórica política que ha caracterizado las relaciones comerciales con la administración Trump marca un antes y un después en la diplomacia económica. La diplomacia que impulsó tratados como el TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership) parece hoy lejana. El nuevo paradigma prioriza acuerdos bilaterales con fuerte carga política.
En este nuevo tablero geopolítico, donde EE.UU. reconfigura su política exterior hacia Asia y donde Europa depende cada vez menos del paraguas económico estadounidense, las disputas comerciales pueden ser tanto causa como consecuencia de una redefinición del poder global.
La desaceleración de la economía global, las disrupciones logísticas pospandemia y las guerras en curso (Ucrania, Gaza y tensiones en el Indo-Pacífico) hacen que cada movimiento, por pequeño que parezca, tenga ramificaciones de largo alcance.
¿Hay luz al final del túnel?
Los próximos meses serán decisivos. Mientras los negociadores viajaban a París, la sombra de nuevos aranceles se cernía sobre miles de empresas. Una solución sostenible requerirá una combinación de diplomacia formal y flexibilidad política que hasta ahora ha estado ausente.
Si no se llega a un acuerdo, ambos bloques tienen mucho que perder. Pero, como demuestra la historia reciente, las guerras comerciales rara vez tienen ganadores claros.