Los disparos del hambre: violencia y desesperación en los centros de ayuda de Gaza

Con más de 80 muertos y cientos de heridos cerca de los centros de distribución de alimentos, el modelo israelí de entrega de ayuda en Gaza está generando una tragedia humanitaria bajo fuego cruzado

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La tragedia recurrente: disparos cerca de los centros de ayuda en Gaza

Desde el 26 de mayo, la Franja de Gaza enfrenta una situación tan devastadora como alarmante: civiles, en su mayoría desplazados y empobrecidos por meses de asedio, son recibidos con disparos cuando intentan acceder a ayuda alimentaria. Los datos son contundentes: al menos 80 personas han muerto y cientos más han resultado heridas, según fuentes hospitalarias en Gaza.

Mientras la población avanza de madrugada por rutas designadas para evitar territorios no seguros, los soldados israelíes han abierto fuego, alegando que se trataba de "disparos de advertencia" o de acciones contra personas "sospechosas" que ignoraron las advertencias. Sin embargo, los testimonios de testigos y los registros hospitalarios cuentan una historia mucho más sombría.

¿Qué es la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) y por qué fue creada?

La Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés) nació como una iniciativa respaldada principalmente por contratistas estadounidenses. Su función es sustituir a las tradicionales agencias de ayuda humanitaria, como las operadas bajo el paraguas de las Naciones Unidas, a quienes Israel ha acusado de permitir el desvío de alimentos por parte de Hamás. Esta afirmación ha sido categóricamente rechazada por la ONU y sus socios humanitarios, quienes han denunciado que el nuevo sistema pone en riesgo la vida de los civiles y politiza la ayuda esencial.

El modelo GHF establece tres centros de distribución en zonas militarizadas bajo custodia israelí: uno en el centro de Gaza y dos en las afueras de Rafah. Para llegar a ellos, los palestinos deben caminar durante horas, a menudo comenzando el recorrido mucho antes del amanecer, en plena oscuridad.

Violencia en los puntos de entrada: el caso del "Flag Roundabout"

El punto más sangriento ha sido una rotonda conocida como "Flag Roundabout", situada a un kilómetro del centro de distribución en Tel al-Sultan, Rafah. A pocos metros de una base militar israelí, este cruce se ha convertido en un escenario de horror.

Testigos palestinos afirman que, tanto el domingo como el martes de esta semana, miles de personas se encontraban esperando a las 3:00 a.m., cuando los soldados israelíes comenzaron a disparar. Algunos disparos vinieron de drones, otros desde tanques o soldados desplegados en tierra. No se reportaron provocaciones iniciales, pero el pánico y la confusión generalizada dejaron decenas de muertos.

“El ejército tal vez disparó porque se sintieron amenazados, pero no vimos a nadie actuar de forma sospechosa”, declaró Mohammed Ahmed, uno de los sobrevivientes.

La defensa de Israel y la respuesta de los hospitales

El ejército israelí ha defendido sus acciones diciendo que sólo dispara después de emitir advertencias y únicamente contra personas sospechosas. Sin embargo, no se ha proporcionado evidencia verificable de que las víctimas fueran combatientes. Las imágenes entregadas por Israel, que supuestamente muestran a hombres armados disparando a la multitud en la cercana Khan Younis, no han sido confirmadas de manera independiente.

Los hospitales como el de la Cruz Roja en Rafah y el hospital Nasser en Khan Younis están desbordados. Un trabajador del hospital, en anonimato, denunció que los cuerpos están siendo apilados en el suelo y los heridos presentan, en su mayoría, heridas de bala en piernas, glúteos y abdomen. “El horror que vivimos es indescriptible. No hay suficientes camas ni recursos para atender a tanto herido”, lamentó.

La ayuda insuficiente y la carrera por la supervivencia

Una vez que se abren los centros, los alimentos son colocados sobre palets en zonas delimitadas con vallas. La apertura de puertas genera estampidas: familias enteras corren desesperadas por conseguir algo de comida para sobrevivir. La Fundación Humanitaria de Gaza calcula que cada caja entregada puede alimentar a una familia de cinco personas por tres o cuatro días. Contiene harina, azúcar, aceite, pasta y algunas latas de atún.

Pero las cantidades son reducidas y muchos se marchan con las manos vacías. Según UNICEF, estas cajas son “tristemente insuficientes”, particularmente para las necesidades nutricionales sanas de niños y niñas. “No tiene que ser así”, declaró Tess Ingram, vocera de la organización.

El sistema de ayuda anterior y la política del hambre

El sistema anterior, gestionado por la ONU, implicaba llevar la ayuda directamente a los puntos de necesidad, minimizando así la movilidad forzada de la población y los riesgos asociados. El nuevo modelo —militarizado, centralizado y gestionado por fuerzas privadas armadas— es calificado por muchos organismos internacionales como una peligrosa trampa.

“Este era un mecanismo absurdo e ineficiente de distribución que iba a terminar siendo mortal, lo cual, trágicamente, es exactamente lo que estamos viendo”, dijo Arwa Damon, fundadora de la organización International Network for Aid, Relief and Assistance.

¿Quién se beneficia del caos?

Desde ciertos sectores críticos se señala que Israel utiliza la distribución de ayuda como un instrumento de control y presión política. La imposición del modelo GHF, pese al rechazo casi unánime de las agencias de la ONU y las ONGs, sugiere un cambio no solo logístico, sino ético, en la concepción de la ayuda humanitaria.

“No es sólo una cuestión de distribución de víveres. Es una estrategia que utiliza el hambre como herramienta de sometimiento”, declaró un trabajador humanitario que prefirió resguardar su identidad. “Al tener el control total sobre cuándo, dónde y cómo reciben comida, se puede manipular una población entera sin mover un solo tanque.”

¿Qué viene ahora?

La Fundación Humanitaria de Gaza anunció una pausa temporal en sus operaciones para discutir con el ejército medidas que reduzcan los riesgos, incluyendo cambios en la gestión de multitudes y reentrenamiento de tropas. Pero el daño ya está hecho: decenas de muertos, miles traumatizados y una confianza en colapso entre la población afectada y quienes prometieron ayudarla.

Mientras tanto, la ONU y múltiples organizaciones insisten en restablecer un modelo humanitario que ponga las necesidades y la seguridad de los civiles en el centro.

Como dijo una vez el exsecretario general de la ONU, Kofi Annan: “La ayuda no es caridad. Es justicia en acción.” Pero en Gaza, esa justicia todavía parece un lujo reservado para otros.

Redactado por el equipo editorial desde diversas fuentes en terreno y organizaciones humanitarias.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press