Europa bajo amenaza: el auge de la cocaína, la violencia y los retos para la salud pública
El narcotráfico ya no es sólo un problema de América Latina: cómo el aumento del consumo de estimulantes está desatando violencia en las ciudades más seguras de Europa.
Un nuevo epicentro del crimen organizado
En las últimas décadas, Europa ha disfrutado de una reputación como uno de los lugares más seguros del mundo. Ciudades como Bruselas, Ámsterdam o Copenhague eran sinónimos de paz social, estabilidad y estándares de vida elevados. Sin embargo, una amenaza creciente empieza a hacer tambalear esa imagen: el aumento imparable del tráfico de cocaína y otras drogas estimulantes.
Alexis Goosdeel, director saliente del European Union Drugs Agency, lo dijo sin rodeos: “Por primera vez en la historia de Bélgica, hay tiroteos con armas de fuego en el centro de Bruselas, a apenas 2 kilómetros del Parlamento Europeo”. Esta advertencia surge tras ocho años al frente del organismo encargado de monitorear el consumo y producción de drogas en la región.
Antwerp: puerta de entrada de la cocaína a Europa
Tradicionalmente, los principales puntos de entrada del narcotráfico a Europa se situaban en países del sur como España e Italia. Pero ya no es el caso. Goosdeel advierte que se ha producido un desplazamiento estratégico: “Ahora el grueso de las incautaciones ocurre en puertos del norte, especialmente en Bélgica y Países Bajos”.
En 2023, se incautaron 419 toneladas de cocaína en Europa, lo que supone un récord por séptimo año consecutivo. Este dato aterrador no cuenta toda la historia: Bélgica se posicionó como líder de incautaciones con 123 toneladas, seguida por España (118 toneladas) y Países Bajos (59 toneladas). Estas cifras reflejan solo una parte del tráfico total, ya que se estima que al menos la mitad de la droga logra llegar al mercado negro.
Los nuevos métodos de los cárteles
Las organizaciones delictivas se han adaptado al mercado globalizado. Las rutas comerciales legales —como los cargamentos de bananas desde Ecuador— son utilizadas para camuflar grandes cantidades de droga. En España, por ejemplo, se detectó el mayor alijo de cocaína de la historia: 13 toneladas escondidas entre fruta.
Además, Goosdeel reconoce un fenómeno preocupante: bandas del oeste de los Balcanes han sido arrestadas directamente en países andinos, como Colombia o Perú. Esto demuestra que los cárteles internacionales están integrándose en el ciclo mundial de producción y comercialización de la droga, con conexiones logísticas en todos los continentes.
Violencia juvenil y redes sociales: una mezcla explosiva
Otro patrón emergente que desconcierta a las autoridades es el reclutamiento de adolescentes para actos ultra-violentos. En muchos casos, inmigrantes recién llegados sin historial delictivo aparecen implicados en crímenes armados. ¿Cómo es posible?
La respuesta podría estar en las redes sociales. Grupos criminales utilizan plataformas digitales para contratar, adoctrinar y motivar a jóvenes en situación de vulnerabilidad. Algunos incluso graban sus delitos y los publican en línea: “No entendemos aún cuál es la raíz de este cambio de comportamiento”, dice Goosdeel.
Este fenómeno recuerda al análisis de la Europol en 2022, sobre cómo las mafias balcánicas utilizan medios digitales para fidelizar con violencia. Además, una generación criada con la inmediatez y la gratificación instantánea busca reconocimiento y estatus incluso a través de medios extremos.
La amenaza para la salud pública
Más allá de la violencia, el boom de los estimulantes supone una bomba de relojería sanitaria. A diferencia de los opiáceos, para los que existen tratamientos como la metadona, el consumo de cocaína, crack y éxtasis carece de terapias farmacológicas eficaces.
Goosdeel advierte que el ritmo actual del consumo nos llevará en menos de cinco años a “una crisis asistencial sin precedentes”. Se necesitarán más centros de rehabilitación, recursos humanos capacitados y una apuesta decidida por la investigación de nuevos tratamientos.
Algunos datos clave del informe anual de la EU Drugs Agency de 2023:
- Más del 70% de la cocaína incautada se detecta en tres países: Bélgica, España y Países Bajos.
- Europa sigue siendo el principal productor y exportador de éxtasis del mundo.
- Se han identificado más de 1,000 nuevas sustancias psicoactivas desde 1997, más de la mitad en los últimos 10 años.
¿Estamos repitiendo los errores de la “guerra contra las drogas”?
En un tono crítico, Goosdeel enfatiza que perseguir a los consumidores no resolverá el problema. Ramón Espadaler, ex consejero del Departamento de Interior de Cataluña, lo decía hace unos años: “La criminalización del consumo no resuelve la demanda”.
Europa ha adoptado un enfoque orientado a la salud pública mucho más compasivo que el modelo estadounidense. Portugal, por ejemplo, descriminalizó todas las drogas en 2001; los resultados han sido sorprendentes: menor consumo, menos muertes por sobredosis y mejoras en el acceso sanitario.
Como señala Goosdeel, “declarar la guerra a los consumidores nunca ha sido una solución. Los debemos acompañar, no marginar”. Esto requiere una inversión estructural y sostenida en programas de educación, prevención y tratamiento, incluyendo a las comunidades más afectadas.
¿Qué puede hacer Europa antes de que sea demasiado tarde?
Las capitales europeas deben aceptar que la “vieja Europa” ya no está blindada contra el crimen organizado. Se necesitan cooperaciones transnacionales más eficaces, incluyendo la colaboración judicial y policial entre puertos, aduanas y agencias de seguridad.
También deben reforzarse las alianzas con países productores. La ONU estima que América Latina produce más de 1,400 toneladas de cocaína al año, y nuevas rutas se abren constantemente, como la ruta África Occidental–Europa.
Al mismo tiempo, es fundamental evitar que esta situación derive en discriminación sistemática de ciertos colectivos o el aumento del populismo punitivo. Como bien alerta Goosdeel, “todo puede utilizarse como una droga”. Eso exige una respuesta mucho más sofisticada, que entienda las causas sociales, económicas y psicológicas del consumo.
El mensaje es claro: o Europa invierte hoy en salud, prevención y cohesión social, o mañana pagará un precio muy alto en seguridad, convivencia y bienestar.