Panamá en pie de lucha: protestas, reformas y soberanía en cuestión

Crisis social y política se intensifica mientras comunidades indígenas lideran bloqueos contra reformas al sistema de pensiones y acuerdos con EE.UU.

Una nación en tensión: las raíces del conflicto

Desde hace mes y medio, Panamá vive una intensa ola de protestas sociales que se extiende a lo largo del país. Aunque los detonantes inmediatos son una reforma al sistema de seguridad social y un acuerdo de cooperación militar con Estados Unidos, las manifestaciones reflejan una desconfianza profunda hacia la clase política y una creciente exigencia de respeto a la soberanía nacional.

La reforma al sistema de pensiones es promovida por el gobierno del presidente José Raúl Mulino, quien asumió el poder en julio de 2024 en medio de grandes expectativas sobre su promesa de restaurar el orden económico. Sin embargo, el proyecto ha sido percibido como una amenaza al bienestar futuro de miles de panameños, en especial de los más vulnerables: jubilados, trabajadores informales y comunidades indígenas.

Bloqueos liderados por comunidades originarias

Uno de los focos más importantes de estas protestas ha sido la comunidad Emberá en Arimae, al este del país. El pasado 5 de junio, las tensiones escalaron cuando la policía antimotines intentó despejar una de las principales carreteras del país, la Carretera Panamericana, bloqueada por manifestantes.

Los enfrentamientos dejaron varios heridos, algunos de gravedad, y cócteles molotov fueron lanzados como respuesta a gases lacrimógenos.

Las imágenes de la jornada son impactantes: mujeres indígenas con pancartas hechas a mano, carreteras cubiertas de humo y cabañas envueltas en llamas. En palabras de una manifestante Emberá: “No es solo por las pensiones, es por nuestra tierra, nuestra cultura, nuestro derecho a decidir sobre nuestro futuro”.

¿Qué dice el acuerdo con EE.UU.?

Paralelamente a la reforma, ha generado gran polémica un acuerdo de seguridad firmado con Estados Unidos que permite el acceso de soldados y contratistas norteamericanos a ciertas instalaciones del país relacionadas con el Canal de Panamá.

Organizaciones civiles, sindicatos y comunidades rurales ven esta medida como una renuncia a la soberanía nacional. La historia pesa: desde la firma del Tratado Hay-Bunau Varilla en 1903 hasta la reversión del canal en 1999, la relación Panamá-EE.UU. ha estado marcada por tensiones geopolíticas, ocupación militar y luchas por la autodeterminación.

“Hemos luchado mucho por tener control del canal. No podemos ceder nuevamente a intereses extranjeros”, denuncia un activista en Ciudad de Panamá.

Una respuesta estatal rígida

El presidente Mulino ha sido claro: no habrá marcha atrás en la reforma. En repetidas ocasiones ha declarado que su gobierno no tolerará bloqueos ilegales y que el diálogo se dará solo dentro del marco institucional.

Según datos del Ministerio de Seguridad Pública, 48 personas han sido detenidas durante las protestas, algunas bajo acusaciones de vandalismo y desobediencia civil. Por su parte, organismos de derechos humanos han advertido sobre el uso desmedido de la fuerza y la criminalización del derecho a la protesta.

Pensiones: ¿por qué la reforma genera tanto rechazo?

El sistema de pensiones en Panamá arrastra problemas estructurales desde hace décadas. Con una población que envejece rápidamente y un déficit creciente, los expertos coinciden en que se necesitan reformas. No obstante, el nuevo plan contempla aumentar la edad mínima de jubilación y reducir beneficios, medidas impopulares que afectan particularmente a trabajadores manuales y mujeres.

  • Edad de jubilación actual: 62 años para hombres y 57 para mujeres
  • Propuesta del gobierno: subir paulatinamente a 65 años para ambos sexos
  • Impacto proyectado: según estimaciones oficiales, el sistema colapsaría en 2030 si no se hacen cambios

Sin embargo, distintas organizaciones reclaman que la reforma ha sido diseñada sin suficiente consulta pública y, además, beneficia a sectores privados financieros que buscan administrar los fondos de pensiones.

El papel de la juventud y redes sociales

Las marchas han tenido un fuerte impulso juvenil. Universitarios, secundaristas e incluso adolescentes se han sumado a las protestas. Las redes sociales han sido fundamentales para documentar abusos, organizar manifestaciones y difundir mensajes de resistencia.

Una cuenta de Instagram manejada por estudiantes de la Universidad de Panamá suma más de 100.000 seguidores y se ha convertido en fuente clave de información en tiempo real.

Panamá y su eterno dilema entre desarrollo y soberanía

La tensión entre desarrollo económico y autonomía nacional no es nueva. Panamá ha tenido que equilibrar su posición estratégica en el continente con los intereses de potencias como Estados Unidos y China. Las reformas en curso y el acuerdo militar reavivan ese debate.

Particularmente, la colaboración con EE.UU. es vista con sospecha en sectores que recuerdan la invasión de 1989, cuando tropas estadounidenses derrocaron a Manuel Noriega bajo el pretexto de garantizar la estabilidad regional.

Hoy, esas heridas siguen abiertas, y la sola presencia militar en instalaciones canalera levanta alertas sobre intromisiones futuras.

Perspectivas y lo que está en juego

El gobierno se enfrenta al desafío de imponer su agenda sin perder legitimidad. Mientras tanto, las comunidades exigirán cada vez más espacios de participación real. Las protestas también son un termómetro del malestar democrático en la región: desconfianza institucional, desigualdad social y demandas de un nuevo pacto social.

En palabras de un analista político panameño: “Estas protestas no son solo contra una reforma, son un grito acumulado contra años de exclusión y decisiones tomadas a espaldas del pueblo”.

¿Habrá salida?

Mucho depende de la disposición al diálogo y de si el gobierno decide escuchar. Por ahora, la incertidumbre reina. El país atraviesa una de sus pruebas más duras en términos de gobernabilidad, cohesión social y proyección internacional.

Una cosa sí es clara: estas marchas han devuelto protagonismo político a sectores históricamente marginados, en especial a las comunidades originarias. Y difícilmente volverán al silencio.

“Esta es nuestra tierra. No nos iremos. Si nos empujan, empujaremos de vuelta”, dijo una mujer Emberá mientras levantaba orgullosa una bandera panameña en la entrada bloqueada de la carretera.

Un país en un punto de inflexión

Por el momento, las protestas continúan, los bloqueos persisten y no hay visos de solución inmediata. Panamá está definiendo su rumbo. Lo que se decide hoy marcará las próximas décadas. Y sólo el tiempo dirá si la gente en las calles fue escuchada o silenciada.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press