Trump vs Musk: La implosión de una alianza hecha en redes sociales
De aliados estratégicos a enemigos públicos: cómo el romance político entre Donald Trump y Elon Musk explotó espectacularmente y qué está en juego ahora
Un romance político convertido en guerra digital
Lo que comenzó como una alianza improbable entre un presidente populista y un magnate tecnológico terminó convirtiéndose en una de las disputas más explosivas del panorama político actual. Donald Trump, ex presidente y figura central del Partido Republicano, y Elon Musk, el hombre más rico del mundo y CEO de múltiples compañías como Tesla, SpaceX y X (anteriormente Twitter), han roto públicamente su relación, y lo han hecho con el estilo que los caracteriza: a través de redes sociales y sin filtros.
Este artículo analiza cómo esta alianza se forjó, los intereses que los unían — y los que los separaron — y los posibles ecos que esta ruptura puede tener en la política de Estados Unidos y en el ecosistema tecnológico global. Una fun take de alta tensión entre poder, egos y Twitter/X.
Un dúo improbable pero funcional: cómo comenzó todo
Trump, el político estrella de la televisión convertido en presidente, y Musk, el industrial exótico de Silicon Valley, se encontraron a mitad del camino en una lengua común: el espectáculo. Aunque separados por estilo, edad y trayectoria, compartían una habilidad única para acaparar titulares y moldear conversaciones públicas. Trump, con su presencia visceral y ávida de atención, vio en Musk un aliado con capacidad tecnológica y una plataforma no regulada (X) para amplificar mensajes. Musk, por su parte, percibió en Trump la ventana perfecta para ejecutar sus fantasías de reforma gubernamental.
En 2025, cuando Trump retomó su puesto en la Casa Blanca, Elon Musk fue convocado a colaborar con el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental, una iniciativa que prometía reducir el tamaño del Estado y optimizar recursos públicos. Musk aceptó y compartió durante meses espacio con el personal republicano, asistiendo incluso a reuniones del gabinete y durmiendo en la recámara Lincoln de la Casa Blanca.
“Elon es uno de los grandes innovadores de nuestro tiempo. Agradezco su talento al servicio del país”, dijo Trump durante una aparición conjunta con Musk en mayo de 2025.
El principio del fin: presupuesto, políticas y caramelos
Mientras la relación parecía sólida, los desacuerdos comenzaron a acumularse. Las políticas arancelarias promovidas por Trump fueron el primer golpe. Musk, cuyo negocio depende de importaciones de materiales esenciales, criticó públicamente esas medidas. Tildó de “idiota” al asesor económico Peter Navarro, lo que tensó las relaciones internas del gabinete.
Los roces se profundizaron cuando se debatió la aprobación del nuevo presupuesto federal de Trump. Musk lo calificó de “abominación llena de engendros presupuestales”, al denunciar incrementos en el déficit, recortes a Medicaid y eliminación de subsidios fiscales para vehículos eléctricos.
“Un proyecto de ley puede ser grande o hermoso, pero no ambas cosas”, ironizó Musk desde su cuenta en X.
Redes al rojo vivo: el estallido público
Hasta ese punto, la crítica de Musk había sido dirigida principalmente a la política y no al presidente. Pero el desencanto fue creciendo, y con él, la virulencia de los mensajes. Trump, que no tolera bien las deslealtades, respondió desde Truth Social: “Elon se ha vuelto loco. Le pedí que se fuera. Ya no sirve su EV Mandate”.
Musk, lejos de retraerse, contraatacó con uno de los mensajes más explosivos: “Trump está en los archivos de Epstein. Por eso no se han hecho públicos”. Aunque sin pruebas, la acusación extendió la mancha sobre la figura del expresidente.
Lo más chocante llegó cuando Musk apoyó públicamente comentarios que pedían la destitución de Trump para ser reemplazado por el vicepresidente JD Vance: “Yes”, tuiteó, una palabra que bastó para incendiar todo el espacio político que antes había compartido con Trump.
¿Qué está en juego?
La magnitud del conflicto entre Musk y Trump no se limita a una pelea de egos. Se extiende a dimensiones políticas, económicas y tecnológicas con consecuencias potencialmente sísmicas.
- SpaceX y Tesla en peligro: Más del 20% de los contratos actuales de la NASA están vinculados a SpaceX. Además, el programa gubernamental para modernizar la red energética incluye proyectos satelitales y solares en los que Tesla figura como proveedor.
- Empresariado dividido: Musk movilizó más de 250 millones de dólares en donaciones políticas para republicanos en 2024. Su ruptura con Trump puede dividir a donantes y desestabilizar el financiamiento de campañas.
- Legislación clave en el limbo: El presupuesto que generó esta disputa incluye recortes tributarios, gastos fronterizos y reformas fiscales. La señal pública de discordia puede contaminar su paso por el Senado.
- Guerra civil mediática: La discusión se ha convertido en espectáculo. Desde programas conservadores como el de Steve Bannon hasta influencers de derecha como Laura Loomer, todos se han pronunciado, ya sea tomando partido por el ex presidente o por el gurú tecnológico.
Las amenazas de Trump
Lejos de revertir su postura, Trump ha desplegado artillería pesada. Propuso cancelar subsidios y contratos gubernamentales a las empresas de Musk. Habló de “ahorrar miles de millones de dólares” y subrayó: “Siempre me sorprendió que Biden no lo haya hecho”.
Steve Bannon fue aún más lejos: sugirió confiscar SpaceX y revisar a fondo el pasado migratorio de Musk. “Veamos cómo reacciona Elon si enfrentamos presión seria”, advirtió.
Un millonario con mentalidad política
Si algo ha quedado claro, es que Musk ya no es solo un empresario meteórico; se ha transformado en un actor político capaz de alterar el equilibrio del poder conservador. Sus plataformas, su dinero y su retórica libertaria lo convierten en un rival peligrosamente autónomo, incluso para Trump.
Musk parece decidido a orientar el ala juvenil techie del movimiento MAGA hacia una versión menos populista y más tecnocrática del conservadurismo. Sus publicaciones, cargadas de memes, sarcasmos e incluso datos técnicos, apelan a una nueva generación de votantes que quizá nunca habían simpatizado con partidos pero sí con ideas libertarias.
¿Final de juego o intermedio?
La historia entre Trump y Musk todavía no está terminada. La política estadounidense ha demostrado amar los regresos dramáticos tanto como las traiciones virales. En este caso, el resultado no solo dependerá de los tuits sino de lo que cada figura pueda realmente movilizar en términos de votos, dinero y estructura.
Eso sí, algo es seguro: la luna de miel ha terminado, y en el escenario político actual de EE. UU., incluso una pelea entre dos ególatras puede mover millones, votos y campañas enteras.
Como dijo el congresista Ryan Zinke: “Es como India y Pakistán: ambos tienen armas nucleares políticas, ninguno va a retroceder”.
Redes, poder y populismo, un cóctel moderno que ya no cabe en una sola selfie.