El drama del Panchen Lama y la estrategia de China para sinicizar el Tíbet

Una mirada crítica al control del Partido Comunista sobre el budismo tibetano y el destino del niño desaparecido reconocido por el Dalái Lama

El budismo tibetano, con su historia ancestral y profunda conexión espiritual con las montañas del Himalaya, atraviesa uno de los momentos más tensos de su existencia moderna. El reciente encuentro entre Gyaltsen Norbu —el Panchen Lama nombrado por el gobierno chino— y el presidente Xi Jinping ha reavivado un debate encendido: ¿puede una autoridad política controlar una tradición milenaria? Esta es una mirada crítica y analítica a la estrategia de sinicización del Tíbet por parte del Partido Comunista Chino (PCCh), el simbolismo detrás del Panchen Lama y el vacío que dejó Gedhun Choekyi Nyima, el niño reconocido por el Dalái Lama y que permanece desaparecido desde 1995.

¿Quién es el Panchen Lama y por qué es tan importante?

El Panchen Lama es la segunda figura más importante en el budismo tibetano después del Dalái Lama. Su rol espiritual incluye funciones vitales: es consejero del Dalái Lama, tutor en su juventud y forma parte esencial del proceso de descubrimiento y reconocimiento de su reencarnación. Esto convierte al Panchen Lama en una figura crucial no solo espiritual, sino política.

Sin embargo, en 1995, tras la muerte del 10º Panchen Lama, el Dalái Lama —en el exilio en la India— reconoció como su reencarnación a un niño tibetano de seis años: Gedhun Choekyi Nyima. Semanas después, él y su familia desaparecieron misteriosamente. Desde entonces, China sostiene que el niño “vive una vida normal” sin ofrecer pruebas. Organizaciones internacionales y gobiernos, como el de Estados Unidos, han denunciado su desaparición forzada como un secuestro político.

La creación de un Panchen Lama oficial del gobierno

En 1995, el gobierno chino nombró a Gyaltsen Norbu como el 11º Panchen Lama, una decisión que fue inmediatamente rechazada por el Dalái Lama y una gran parte del pueblo tibetano. Norbu ha vivido desde entonces bajo la tutela del gobierno en Pekín, raras veces visto en público y con apariciones cuidadosamente coreografiadas.

En junio de 2025, durante un encuentro inusual con Xi Jinping en el complejo de liderazgo de Zhongnanhai, Gyaltsen Norbu reafirmó su lealtad al Partido Comunista, prometiendo:

“Contribuiré a promover la unidad nacional y el progreso, avanzar sistemáticamente en la sinicización de la religión en China, y promover la modernización del Tíbet.”

Estas palabras son más simbólicas que retóricas: revelan la estrategia profunda del gobierno chino para someter el budismo tibetano a los valores del Estado.

¿Qué significa "sinicización"?

El concepto de "sinicización" se refiere al proceso de moldear prácticas y creencias religiosas según los valores y mandatos del Partido Comunista. Esta estrategia se ha aplicado también al cristianismo e islam en China, con vigilancias estatales, cambios en textos sagrados y restricciones en la educación religiosa.

En palabras de Xi Jinping:

“El budismo tibetano debe fomentar un fuerte sentido de comunidad para la nación china.”

Y aunque parezca una frase genérica, tiene trasfondo político: significa que la religión no debe servir de vehículo de identidad étnica, resistencia cultural ni autonomía espiritual. En otras palabras: el budismo tibetano debe ser chino, no tibetano.

La resistencia del Tíbet y el papel del Dalái Lama

El actual Dalái Lama, hoy con 89 años, huyó al exilio en India en 1959, tras un fallido levantamiento contra la ocupación china. Desde entonces, su figura se ha convertido en el símbolo de la resistencia cultural, espiritual y política del Tíbet.

El gobierno chino ha calificado históricamente al Dalái Lama de “separatista” y ha negado su autoridad en el reconocimiento de reencarnaciones. Sin embargo, la popularidad del líder espiritual entre los tibetanos no ha flaqueado.

La gran preocupación del Partido es el futuro: ¿quién reconocerá la próxima reencarnación del Dalái Lama? Pekín está decidida a controlar ese proceso, y la legitimación del Panchen Lama oficial es clave para ello.

No obstante, si el Dalái Lama desde el exilio reconoce a un sucesor y el gobierno chino impone otro, podríamos estar ante una bifurcación peligrosa en la tradición budista tibetana, con consecuencias geopolíticas importantes.

Gedhun Choekyi Nyima: el niño perdido y el símbolo de resistencia

A tres décadas de su desaparición, Gedhun Choekyi Nyima sigue siendo un tema sensible. En mayo de 2025, el senador estadounidense Marco Rubio emitió un comunicado exigiendo su liberación:

“Las autoridades chinas deberían liberar a Gedhun Choekyi Nyima de inmediato y dejar de perseguir a los tibetanos por sus creencias religiosas.”

Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional continúan exigiendo acceso independiente para verificar su estado. Su figura, a pesar del silencio informativo, se ha convertido en un símbolo de opresión y fe para los tibetanos.

Datos que aportan contexto al conflicto

  • Desde 1959, se estima que al menos 1.2 millones de tibetanos han muerto como consecuencia directa e indirecta de la ocupación china.
  • Existen más de 150 autoinmolaciones documentadas de monjes y monjas tibetanos desde 2009 en señal de protesta contra la sinicización.
  • La región del Tíbet ha sido objeto de inversiones masivas en infraestructura y censura cultural a través del sistema de vigilancia más denso del mundo, incluyendo cámaras, aplicaciones de monitoreo y represión digital.

La educación también ha sido foco del programa de sinicización. En la actualidad, más del 80% de los niños tibetanos asisten a escuelas estatales donde el mandarín es el idioma principal y la cultura tibetana queda relegada a aspectos decorativos.

Una lucha que trasciende fronteras

La situación del Tíbet y del budismo tibetano ha generado preocupación internacional. La Unión Europea, Canadá y ONGs como International Campaign for Tibet han hecho múltiples llamados por la preservación de los derechos culturales, religiosos y lingüísticos del pueblo tibetano.

Sin embargo, la influencia económica de China ha complicado las respuestas oficiales. Mientras los países negocian tratados económicos con Pekín, pocos están dispuestos a confrontar directamente su política interna.

Reflexión: ¿puede una tradición sobrevivir sin libertad?

En el fondo de esta controversia, no es solo el destino de un niño desaparecido ni de una religión milenaria lo que está en juego. Es la pregunta central de nuestro tiempo: ¿puede una fe subsistir si está instrumentalizada por un poder político hegemónico?

La historia del Panchen Lama impuesto por el Partido Comunista es la historia de una lucha desigual entre espiritualidad y pragmatismo político. Es también una advertencia global: cuando la libertad de culto se subordina a la voluntad del Estado, la identidad de los pueblos comienza a desdibujarse.

Mientras Gyaltsen Norbu es bautizado en la retórica progresista de Beijing y se le ve sonriendo al lado de Xi Jinping, en las almas de muchos tibetanos aún vive la imagen de un niño perdido, y con él, la esperanza de un Tíbet libre.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press