La retirada de Wagner en Malí: ¿cambio de estrategia o continuación del dominio ruso en África?
Tras más de tres años de operaciones, el Grupo Wagner anuncia su salida de Malí, mientras el Kremlin reorganiza su presencia militar en África con el Africa Corps
Una retirada simbólica o una transformación encubierta
El anuncio de la retirada del Grupo Wagner de Malí, tras más de tres años combatiendo insurgencias islamistas, tiene poco de sorpresivo para los expertos en geopolítica africana. Sin embargo, deja una gran interrogante: ¿realmente se van o simplemente cambian de uniforme?
La respuesta inquieta tanto como aclara. Aunque Wagner dice adiós, Rusia no se marcha. En su lugar se instala el Africa Corps, una fuerza paramilitar estatal bajo control directo del Ministerio de Defensa ruso. Un simple reemplazo de marca, con implicaciones profundas para el futuro de África Occidental.
Del caos francés al orden ruso: la historia reciente de Malí
Para entender el contexto actual, debemos remontarnos a 2021, año en el que el ejército de Malí dio un golpe de Estado y cortó relaciones con Francia, su históricamente dominante aliado militar. La consecuencia inmediata fue la llegada del Grupo Wagner, que ocupó el vacío de poder dejado por los franceses y la misión de paz de la ONU (MINUSMA).
Wagner prometió acabar con los grupos yihadistas como Al Qaeda y el Estado Islámico, y aseguraba haber logrado “liberar todas las capitales regionales”. Pero los informes apuntan a una realidad más compleja y sangrienta.
Crímenes y escándalos: el legado de Wagner en Malí
Wagner no sólo combatió a insurgentes. También ha sido acusado de violaciones de derechos humanos de manera consistente. En diciembre de 2023, Human Rights Watch documentó la ejecución de al menos 32 civiles en operaciones conjuntas con el ejército maliense.
Además, la ONU exhortó a Malí a investigar desapariciones y ejecuciones arbitrarias presuntamente perpetradas por los mercenarios rusos. Pese a ello, las autoridades malienses se muestran reacias a responsabilizar a sus aliados extranjeros.
¿Por qué sale Wagner ahora?
Existen varias hipótesis. Una de ellas es la muerte de Yevgeny Prigozhin, líder de Wagner, ocurrido en 2023 en un sospechoso accidente aéreo tras sublevarse contra Vladimir Putin. Su desaparición aceleró los planes del Kremlin para reorganizar sus fuerzas bajo control estatal.
Otra razón inmediata puede atribuirse a importantes derrotas militares en las últimas semanas frente al Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (JNIM), filial de Al Qaeda en el Sahel. La emboscada a un cuartel de las fuerzas malienses dejó decenas de muertos, aumentando las dudas sobre la eficacia de Wagner.
Nace el Africa Corps: la nueva cara del dominio paramilitar ruso
El Africa Corps no sólo es una fuerza de reemplazo. Representa un cambio de enfoque. Según Beverly Ochieng, analista de seguridad en el Sahel, su creación responde al deseo del Kremlin de institucionalizar su influencia y que los mercenarios respondan directamente al Ministerio de Defensa.
Esto también permite a Moscú desvincularse de las acciones más controvertidas del pasado y ofrecer una imagen más profesional. A diferencia de Wagner, el Africa Corps se centrará más en formación militar, apoyo logístico y protección de infraestructuras críticas, como minas y oleoductos.
Según Ulf Laessing, experto de la Fundación Konrad Adenauer, esta fuerza tiene un estilo menos “Rambo” y más “asesoría militar”, lo cual podría disminuir los reportes de abusos… o simplemente ocultarlos mejor.
Lo que está en juego: geopolítica, recursos y poder
Malí, Burkina Faso y Níger no sólo enfrentan la amenaza yihadista: también son ricos en recursos naturales. Desde uranio y oro hasta fósiles raros. La lucha por “ayudar” a estos países también es una lucha por el acceso a sus riquezas estratégicas.
Rusia invierte en la región como alternativa a su aislamiento occidental tras la invasión a Ucrania. África se convierte en su plataforma para demostrar poder, vender armamento y ganar influencia en organismos internacionales mediante el voto de países africanos.
El repliegue simbólico de Wagner fortalece esta estrategia. Al darle un cariz institucional a sus operaciones, Moscú reduce su exposición mediática y refuerza su “legalidad” frente a otras potencias como Francia, que ha perdido terreno rápidamente.
¿Y los malienses?
Para la población civil, el cambio genera tanto esperanza como escepticismo. Muchos vieron la salida de las tropas francesas como una liberación; otros culpan a Wagner por masacres que empeoraron la situación humanitaria.
En partes de Malí y Burkina Faso, el sentimiento antioccidental es fuerte, producto de años de presencia militar externa sin mejoras sustanciales en seguridad. Rusia se ha presentado como un “aliado sin condiciones” que respeta la soberanía africana. Esta narrativa encuentra eco entre los gobiernos militares instalados tras los golpes de Estado.
Pero apenas varían las condiciones sobre el terreno: los atentados continúan, las escuelas permanecen cerradas en zonas rojas, y el número de desplazados internos supera el millón de personas según datos de la ONU.
El ocaso de la paz: ¿hay solución en el horizonte?
Con la salida de Wagner y el arribo del Africa Corps, Malí entra en una nueva fase de su eterna lucha contra los extremistas. Pero el éxito real dependerá de reformas internas, el fortalecimiento del Estado, educación, empleo y reconciliación nacional.
Mientras tanto, grupos como el JNIM o el Estado Islámico en el Gran Sáhara siguen reclutando jóvenes desencantados y aprovechando la debilidad institucional. Formar soldados no bastará si no se construye paz desde la raíz.
En palabras de Rida Lyammouri, del Policy Center for the New South: “Es probable que la decisión no haya sido completamente consensuada. La falta de declaración conjunta entre Wagner y Malí sugiere conflicto interno o estrategia encubierta”.
Una constante en el tablero africano
La historia del Grupo Wagner en África no termina con su retiro de Malí. Continúan presentes en países como República Centroafricana, Libia y Sudán, donde su reputación precede a su efectividad.
Y ahora que el Africa Corps toma las riendas en Malí, otros países podrían sumarse a esta nueva forma de proyección del poder ruso. Una geopolítica basada menos en diplomacia y más en botas, balas y contratos de extracción.
El Sahel, una franja del continente constantemente castigada por guerras, sequías y golpes de Estado, parece predestinado a seguir siendo el tablero de ajedrez de potencias globales.