La travesía mortal hacia Europa: tragedia, engaño y la despiadada red del tráfico de migrantes

Desde Pakistán hasta las Canarias, pasando por África Occidental: el viaje desesperado de quienes buscan una vida digna, pero hallan la muerte en el Atlántico

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Por cada sueño roto, una tragedia se repite en silencio en aguas del Atlántico. Un mar que prometía libertad, se convierte día tras día en una fosa común.

Un viaje de 5.000 millas que acabó en horror

Amir Ali, un joven pakistaní de 21 años, soñaba con un nuevo comienzo en Europa. Después de pagar 17.000 dólares —una suma desorbitada para su familia— emprendió un viaje que lo llevó por Etiopía, Senegal y Mauritania. Su historia no es única, pero sí emblemática. Lo que prometía ser una oportunidad terminó en una pesadilla: embarcado con 85 personas en una frágil lancha pesquera en el océano Atlántico rumbo a las Islas Canarias.

Ali sobrevivió. Cuarenta y cuatro de sus compatriotas no. “Solo doce cuerpos regresaron a Pakistán. Los demás, el mar se los tragó”, relató amargamente desde su pueblo natal en Dera Bajwa, Pakistán.

La evolución del tráfico de personas

Las redes de tráfico de personas se han sofisticado. Ante las crecientes restricciones en el Mediterráneo y el norte de África, los traficantes han encontrado un nuevo corredor migratorio: la ruta del Atlántico desde Mauritania hacia las Islas Canarias. Esta variante no es nueva, pero ha resurgido con furia desde 2020.

En 2024, casi 47.000 migrantes desembarcaron en las islas españolas, comparados con los 40.000 del año anterior, según cifras del Ministerio del Interior de España. Si bien antes era un camino asumido mayoritariamente por migrantes africanos, ahora incluye pakistaníes, bangladesíes, yemeníes, sirios y afganos. Y con ellos, los índices de mortalidad se disparan.

La más letal de las rutas migratorias

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimó al menos 1.142 muertes y desapariciones en esta ruta en 2024. Sin embargo, ONGs como Walking Borders señalan que la cifra real sería cercana a las 9.800 víctimas.

Los motivos de este alto costo humano no son casuales: embarcaciones sobrecargadas, falta de alimentos y agua, violencia dentro de las naves y condiciones climáticas extremas. “La tripulación nos atacó con martillos... mataron a 15 en una sola noche”, recuerda Ali. Su compañero de travesía, Imran Iqbal, documentó los golpes y heridas en imágenes que solo sobrevivientes conservan como un acto de memoria dolorosa.

Los actores detrás de la tragedia

Las entrevistas realizadas a los sobrevivientes revelan cómo los traficantes operan con impunidad. Desde Karachi, Pakistán, la logística comienza con promesas falsas de visados y vuelos. Las redes incluyen funcionarios corruptos, facilitadores en aeropuertos y contactos en África. A lo largo del camino, los migrantes pagan sobornos por visas y permisos que nunca llegan y finalmente son retenidos en casas seguras, sin comida ni pasaportes.

En palabras del portavoz de la agencia Frontex, Chris Borowski: “Las redes de tráfico aún están ‘testeando las aguas’ para determinar cuán lucrativa puede ser la ruta desde Pakistán”.

Un negocio millonario impulsado por redes sociales

Buena parte del éxito de estas redes criminales reside, sorprendentemente, en las propias redes sociales. En TikTok, migrantes muestran vídeos de playas canarias, calles de Madrid o París, y restaurantes lujosos. Aunque algunos advierten sobre los peligros, otros romantizan una vida europea que dista mucho de lo vivido por la mayoría.

Los traficantes utilizan esas plataformas para promocionar “paquetes migratorios”, rescatando historias de éxito y omitiendo las decenas de cadáveres flotando en el Atlántico. Según la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, esta convergencia de factores ha consolidado la ruta canaria como la más mortal del mundo.

¿Por qué Pakistán?

La pregunta persiste: ¿por qué migrantes de Pakistán están dispuestos a arriesgarlo todo en un continente tan lejano? La respuesta es múltiple: pobreza estructural, desempleo juvenil, inflación y corrupción. En pueblos rurales, como el de Ali, las mansiones construidas por familias que emigraron se han convertido en faros de esperanza irreal.

Vemos estas casas y soñamos sin pensar”, dijo Ali. Aquellos que lograron asentarse en Europa envían remesas con las que sus familias han transformado sus aldeas. Esto genera una presión silenciosa en la sociedad rural donde migrar se ha vuelto sinónimo de éxito.

Un crimen sin castigo

Tras la tragedia, el presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, prometió actuar con firmeza. La Agencia Federal de Investigación lanzó operativos en todo el país que resultaron en decenas de detenciones. Pero como ocurre a menudo, los detenidos son eslabones menores del engranaje. Los verdaderos líderes de estas estructuras criminales siguen moviéndose entre fronteras impunemente.

En Europa, los traficantes capturados enfrentan cargos menores, mientras que los países receptores intentan devolver a los migrantes en procesos largos, costosos y burocráticos. “Es un sistema que castiga al migrante, pero rara vez al criminal”, explica un especialista en migración del think tank europeo Open Migration.

El rol de Mauritania y el alcance global de las redes

La costa mauritana se ha consolidado como epicentro logístico. En enero de 2025, no menos de 64 pakistaníes fueron transportados por la policía directamente a un puerto donde esperaban las embarcaciones. Las autoridades locales aseguran haber lanzado investigaciones y aumento de vigilancia, pero los testimonios apuntan a complicidad endémica.

De hecho, no solo hay africanos involucrados. Reportes muestran rutas donde los traficantes conectan a migrantes desde Kenia, Etiopía, Zimbabue o Bangladesh. Se trata de un verdadero negocio transcontinental en el que los estados fallidos o los funcionarios corruptos permiten que el ciclo continúe sin consecuencias.

¿Y ahora qué?

Las soluciones a esta crisis humanitaria deben ser estructurales. Requieren coordinación internacional, oportunidades reales en los países emisores, y un control más riguroso de las plataformas digitales que alimentan las fantasías migrantes.

Pero más allá de la política, hay una urgencia inmediata: salvar vidas. Según Walking Borders, decenas de barcos siguen zarpando semana tras semana. Barcos con niños, jóvenes y adultos que, como Amir Ali, solo buscaban sobrevivir y comenzar de nuevo.

La historia de Amir no terminó como él imaginó. Pero su testimonio, junto con el de tantos otros anónimos del mar, es un recordatorio lúgubre del precio que se paga por soñar.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press