Los atletas también son blanco: Ola de robos a celebridades del deporte revela una tendencia alarmante
Una red de robos millonarios destapa la creciente vulnerabilidad de figuras del deporte profesional en EE. UU., mientras las autoridades intensifican las medidas de seguridad
Seattle, Minneapolis, Kansas City, Miami… una preocupante tendencia se propaga en Estados Unidos: atletas de élite están siendo blanco sistemático de grupos organizados que buscan saquear sus residencias. Ya no se trata de robos aleatorios, sino de asaltos planificados en detalle, aprovechando sus ausencias por compromisos deportivos y su exhibición de lujo en redes sociales.
Un esquema bien armado: el caso de Earl Henderson Riley IV
El caso reciente más sonado es el de Earl Henderson Riley IV, un joven de 21 años de Seattle, quien enfrenta múltiples cargos por robos residenciales, incluyendo uno por robo en primer grado. Según la Oficina del Fiscal del Condado de King, Riley fue identificado como el cabecilla de una serie de asaltos que comenzaron en febrero de este año y que incluyeron a varias celebridades del deporte profesional.
Entre sus víctimas figuran:
- Luis Castillo (pitcher de los Mariners de Seattle): le fueron robados bolsos Louis Vuitton por un valor superior a $6,000 USD.
- Julio Rodríguez (jardinero central de los Mariners): más de $194,000 USD en artículos de lujo, incluyendo relojes y joyas.
- Richard Sherman (exesquinero de los Seahawks): relojes de alta gama valorados en más de $100,000 USD.
- Blake Snell (pitcher de los Dodgers): aunque no se sustrajeron objetos, su casa también fue atacada.
- Edgar Martínez (exjugador y miembro del Salón de la Fama): objetivo de un intento de robo frustrado.
"Todas las personas merecen sentirse seguras en sus hogares", afirmó la fiscal Leesa Manion. Y añadió: "Vamos a continuar responsabilizando a todo aquel que incurra en comportamientos criminales".
Una ola que recorre el país
La situación de Seattle no es un hecho aislado. Según un memorándum interno de la NFL obtenido en noviembre pasado, existe una tendencia creciente de grupos organizados y altamente calificados que apuntan a viviendas de atletas profesionales. El FBI ha emitido advertencias a las ligas deportivas, y tanto la NFL como la NBA han redoblado sus alertas de seguridad tras incidentes similares ocurridos en viviendas de estrellas como Patrick Mahomes y Travis Kelce.
¿Qué persiguen los ladrones?
La lógica detrás de estos asaltos no difiere mucho de otros saqueos de alto perfil: lujo, notoriedad pública y la oportunidad perfecta durante sus ausencias. Muchos deportistas suelen compartir viajes, concentraciones y actividades en sus redes sociales, dejando al descubierto sus rutinas y ausencias temporales.
La recompensa para los ladrones puede ser colosal. Relojes de edición limitada, joyas personalizadas, bolsos de diseñador y tecnología de última generación suelen ser comunes en estos hogares. En el caso de Julio Rodríguez, el botín alcanzó casi $200,000 USD, equivalente al precio de un auto de lujo.
¿Quién protege a nuestros ídolos?
Frente a estos hechos, surge una pregunta urgente: ¿están verdaderamente protegidos los atletas?
Según un informe del FBI, muchas estrellas del deporte recurren a sistemas de seguridad doméstica privados, algunos basados en tecnologías avanzadas de IA y vigilancia, pero eso no ha sido garantía para evitar los robos.
La NBA y la NFL han lanzado iniciativas para ayudar a sus jugadores a reforzar las medidas en casa. Incluso se ha comenzado a trabajar con exagentes del FBI y empresas de seguridad cibernética para proteger tanto las residencias como la huella digital de las figuras públicas.
El papel de las redes sociales
Instagram, TikTok, Twitter… la vida de los deportistas está en constante exhibición. Y los ladrones también siguen esas plataformas. Compartir una historia desde el camerino, tomarse una selfie en el avión o mostrar la vista desde el hotel en una ciudad distinta implica, implícitamente, decir que la casa está vacía.
“Estamos en una era donde la riqueza y el éxito se muestran casi como parte de la identidad. Eso sin duda los expone más”, explicó Michael S. Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA en una entrevista con NBC Sports.
Precedentes en otras ciudades
Este no es el primer circuito de robos que afecta a atletas. En Los Ángeles, entre 2017 y 2022, se documentaron más de 120 robos a casas de celebridades, incluyendo a jugadores de los Lakers, Rams y Dodgers. En muchos casos, los ladrones actuaban en connivencia con empleados de servicios de limpieza, jardinería o seguridad.
En Miami, la policía desmanteló en 2021 una red de siete individuos que rastreaban los perfiles de deportistas y músicos para planear ataques cuando salían del país o del estado. Allí también se reportaron robos de hasta $500,000 USD en joyería.
Un problema también psicológico
Más allá de la pérdida material, estos acontecimientos dejan una huella emocional profunda. Sentirse vulnerable, saber que alguien invadió tu espacio íntimo, puede alterar la rutina, el descanso y la estabilidad mental de un atleta.
“Es una invasión a nuestro refugio. Una vez que violan ese límite, el miedo se arraiga”, comentó Richard Sherman tras conocer que su hogar fue asaltado.
Todo esto suma presión a un estilo de vida ya cargado de exigencias físicas y mentales. Un atleta que no duerme bien o sufre ansiedad por su seguridad podría ver mermado su rendimiento en el juego.
La respuesta de las autoridades
La Oficina del Fiscal del Condado de King aseguró que la investigación sobre Riley continúa y que podría haber más personas implicadas. “Queremos identificar a todos los involucrados y reunir pruebas para poder imputar otros cargos si es necesario”, declaró el fiscal adjunto Gary Ernsdorff.
Riley enfrenta una fianza de un millón de dólares mientras espera su comparecencia judicial del 16 de junio. Sumado a esto, enfrenta otro caso en curso por posesión ilegal de armas y fuga de la policía.
Un futuro incierto
¿Podrá la tecnología protegerlos? ¿Hasta qué punto deben ceder privacidad por seguridad? Son preguntas que no solo los atletas, sino también sus clubes y ligas, deberán enfrentar con urgencia.
Lo cierto es que lo que parecía un problema aislado se ha transformado en una amenaza estructural. No solo en Seattle ni solo en el béisbol o el fútbol americano: cada vez que un profesional del deporte se pone la camiseta o salta al campo, podría estar dejando su hogar vulnerable a actores que ven en él un blanco más que una estrella.
Como dijo el escultor Curtis Ingvoldstad en otro evento también relacionado con la comunidad de Minneapolis: “hay que sacrificarse para construir algo nuevo”. Quizás esta ola de robos sirva para replantearse cómo viven —y se cuidan— quienes tanto dan al espectáculo deportivo.