¿Por qué Amazon está construyendo centros de datos junto a plantas nucleares?
La apuesta de 20 mil millones de dólares de AWS en Pensilvania expone una nueva era de innovación energética y polémica regulatoria
La guerra por el dominio del cómputo en la nube y la inteligencia artificial se está librando en múltiples frentes, pero una batalla clave acaba de abrirse en el este de Estados Unidos. Amazon Web Services (AWS), subsidiaria de Amazon dedicada a los servicios en la nube, ha anunciado una inversión récord de 20 mil millones de dólares para la construcción de dos nuevos centros de datos en Pensilvania.
Uno de ellos se sitúa junto a la planta nuclear Susquehanna; el otro, en Fairless Hills, cerca de Filadelfia, en el campus logístico Keystone Trade Center, anteriormente un molino de acero de U.S. Steel. Pero más allá de la magnitud del gasto, la decisión de "enchufarse" directamente al corazón de una planta nuclear ha encendido alertas regulatorias y plantea preguntas fundamentales sobre equidad energética, sostenibilidad y el apuro de las grandes tecnológicas por asegurar recursos energéticos en tiempo récord.
Una inversión sin precedentes
En palabras del gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, este es "el mayor proyecto de inversión de capital en la historia del estado". Y es que más allá de su impacto económico, este movimiento marca un precedente crucial en cómo Amazon —y posiblemente otras grandes tecnológicas— planean asumir el crecimiento vertiginoso del sector IA.
Desde 2024, Amazon ha comprometido inversiones similares de 10 mil millones de dólares en estados como Misisipi, Indiana, Ohio y Carolina del Norte. El patrón es evidente: acelerar la construcción de infraestructura energética robusta para afrontar la digitalización masiva que avanza de la mano del uso de algoritmos complejos, chatbots, videointelecto, y servicios de almacenamiento y procesamiento de datos en nube.
¿Qué implica estar "detrás del medidor"?
El punto más polémico del anuncio es el acuerdo con la empresa Talen Energy, dueña mayoritaria de la planta nuclear Susquehanna, para vender a AWS un centro de datos ya existente por 650 millones de dólares. La idea es que Amazon consuma 960 megavatios (MW) de energía, el equivalente al 40% de la capacidad de una de las plantas nucleares más grandes del país.
Este contrato se basa en el concepto de conexión "detrás del medidor", es decir, una empresa como Amazon recibe directamente energía de la planta, sin pasar por la red eléctrica pública ni pagar los cargos relacionados con el mantenimiento de dicha red.
La Comisión Federal de Regulación de Energía (FERC, por sus siglas en inglés) ha bloqueado por ahora la transacción bajo razones procedimentales, pero el caso está en suspenso. Este modelo es novedoso y representa el primer caso de este tipo que llega a la Comisión.
¿Por qué se salta la red?
Para estas compañías, una conexión directa ofrece múltiples ventajas:
- Velocidad: Saltarse procedimientos de conexión a una red eléctrica colapsada puede ahorrar años de espera.
- Estabilidad energética: Garantizar acceso confiable y constante de megavatios cuando la volatilidad energética mundial es alta.
- Costo-eficiencia: Pagar directamente a un productor puede resultar menos costoso que comprar energía a través de distribuidores.
Sin embargo, esto también genera cuestionamientos.
¿Es justo para otros usuarios?
Una de las preocupaciones más destacadas de críticos y autoridades regulatorias es que esta práctica puede perjudicar al consumidor promedio. Al desviar energía directamente hacia centros de datos de Big Tech, surge una doble tensión:
- ¿Habrá energía suficiente para el resto de los usuarios del sistema?
- ¿Es justo que empresas multimillonarias como Amazon se salten tarifas y cargos que otros sí pagan?
Además, preocupa que más empresas intenten replicar este modelo, lo que afectaría el equilibrio financiero de las redes públicas de infraestructura energética.
Un fenómeno global: tecnología y energía de la mano
Este fenómeno no es aislado. Microsoft ha firmado un acuerdo para reactivar el reactor nuclear de Three Mile Island —cerrado hace décadas tras un accidente— con el mismo objetivo: abastecer centros de datos en cuatro estados durante 20 años. Por su parte, varias plantas de carbón clausuradas en Pensilvania serán reconvertidas en campus de datos alimentados con gas natural.
Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), los centros de datos consumieron aproximadamente 460 teravatios-hora (TWh) en 2022, un 2% del consumo eléctrico global, y se proyecta que esa cifra puede duplicarse para 2026 por el auge de la IA.
¿Transición energética o tecnofeudalismo?
Lo que se vislumbra es un cambio de paradigma en la gestión energética. Si antes las empresas estaban supeditadas a las reglas del mercado eléctrico, ahora están buscando volverse copropietarias o incluso benefactoras del suministro energético con alto control sobre el flujo de energía.
Pero algunos analistas lo ven con preocupación. ¿Hasta qué punto podrán las tecnológicas adquirir territorio energético? ¿Estaremos ante un nuevo tipo de tecnofeudalismo energético, donde las grandes empresas no sólo controlan datos, sino también la infraestructura para mover el mundo?
“En unos años, tener tu propia planta de energía será tan natural para una Big Tech como tener tus propios servidores hoy en día”, ha dicho el analista de infraestructura energética Jason Black de Lux Research.
¿Y la sostenibilidad?
Es cierto que las plantas nucleares no emiten CO₂, lo que hace menos contaminante esta apuesta. De hecho, el empuje nuclear parece ganarse simpatía de la comunidad científica por ser una energía constante, a diferencia de las intermitentes como la solar o la eólica. Sin embargo:
- La energía nuclear sigue siendo controversial por sus residuos y riesgos.
- La idea de volver a activar plantas antiguas para abastecer servicios digitales dista de ser 'verde'.
¿Realmente la finalidad es sostenibilidad o simplemente rapidez? Esa es la pregunta que ronda en torno a Amazon y otras como Meta, Google o Microsoft en esta carrera por procesar más IA con menos interrupciones.
¿Es esta la nueva normalidad?
Este tipo de operación ha sido descrita por funcionarios del gobierno de EE. UU. como el "inicio de una próxima ola" de infraestructura energética cripto-tecnológica. Un nuevo modelo híbrido entre recursos energéticos locales y necesidades digitales globales.
Sea como fuere, el caso de Pensilvania servirá de precedente para decisiones regulatorias y empresariales futuras. AWS no solo está construyendo centros de datos: está replanteando la forma en la que consumiremos y distribuiremos energía en la era de la inteligencia artificial.
¿Luz nuclear para iluminación digital?
En una década, podríamos ver más empresas dejar atrás redes públicas y buscar alianzas con productores energéticos para crear una especie de burbuja energética corporativa. ¿Funcional? Tal vez. ¿Justa y equitativa? Eso aún está por verse.