Estafas estudiantiles impulsadas por IA: el nuevo flagelo de la educación superior en EE. UU.

Miles de solicitudes falsas, identidades robadas e inteligencia artificial al servicio del fraude: así es como el sistema de ayuda estudiantil está bajo ataque

Por años, las becas y préstamos federales han sido un salvavidas para millones de estudiantes que buscan mejorar sus condiciones de vida a través de la educación. Sin embargo, una creciente ola de estafas alimentadas por inteligencia artificial está poniendo a prueba la capacidad del sistema para resistir el fraude cada vez más sofisticado.

El despertar de Heather Brady

Un domingo por la tarde, Heather Brady dormía plácidamente en su apartamento de San Francisco hasta que el sonido del timbre irrumpió su descanso. Un oficial de policía tocaba a su puerta con una pregunta inusual: ¿había solicitado ingreso a Arizona Western College? La respuesta fue negativa. Y allí comenzó el calvario.

Lo que descubrió Brady es digno de una película de suspenso digital. Alguien había utilizado su nombre e información personal no solo para solicitar ingresos a universidades comunitarias, sino también para obtener préstamos en su nombre. Uno de ellos, superior a los $9,000, ya había sido pagado a un tercero por supuesto estudio en una universidad en California.

Cómo operan las redes de fraude estudiantil con IA

Durante los últimos dos años, ha habido un incremento masivo de inscripciones universitarias fraudulentas llevadas a cabo por bandas criminales que usan lo último en tecnología: chatbots de inteligencia artificial que se hacen pasar por estudiantes reales.

Estos bots —denominados por los oficiales como "estudiantes fantasma"— ingresan a cursos en línea, participan mínimamente y desaparecen luego de que el cheque de ayuda financiera es enviado. Todo sin levantar demasiadas sospechas, hasta ahora.

En algunos casos extremos, los mismos profesores han advertido que casi ninguno de sus alumnos es real. Estas situaciones no solo afectan al sistema económico educativo, sino también a estudiantes legítimos que no encuentran lugar en cursos fundamentales para su graduación.

El epicentro: California

Una investigación de Associated Press reveló que en 2024 las universidades comunitarias de California —las cuales suman 116 instituciones— recibieron 1.2 millones de aplicaciones fraudulentas, resultando en más de 223,000 inscripciones sospechosas. De ese total, se perdieron al menos $11.1 millones en ayuda financiera, una cifra que probablemente subestima el daño real.

Los estafadores prefieren las universidades comunitarias debido al bajo costo de matrícula, lo que les permite quedarse con una mayor parte del dinero recibido en becas y préstamos.

Casos ejemplares: Wayne Chaw y Brittnee Nelson

Wayne Chaw, un exestudiante de codificación, empezó a recibir correos sobre una clase que nunca solicitó ni sabía que existía. Su número de seguridad social había sido comprometido, y alguien había recibido $1,395 en su nombre. Lo más inquietante fue descubrir tareas enviadas por un supuesto Chaw. No solo imitaban su nombre, sino su estilo de redacción. "Fue increíblemente espeluznante", dijo.

Brittnee Nelson, de Shreveport, Louisiana, enfrentó una situación aún más grave. El robo de identidad casi manda su crédito a la ruina cuando vio que préstamos a nombre suyo eran utilizados en universidades en estados donde nunca estuvo. Le tomó dos años limpiar su historial crediticio, a pesar de contar con protección contra robo de identidad.

Impacto social y psicológico en las víctimas

Además de la carga financiera, las víctimas viven con una sensación constante de vulnerabilidad. Heather Brady, por ejemplo, fue despedida de su trabajo recientemente y tuvo dificultades para inscribirse en un curso en City College San Francisco, porque todos estaban llenos. La razón: las plazas estaban ocupadas por estudiantes ficticios.

La profesora del curso le explicó la situación: el colegio estaba saturado de aplicaciones fraudulentas.

Respuesta del gobierno federal

A principios de junio, el Departamento de Educación de EE. UU. implementó una nueva norma temporal que exige a los estudiantes presentar una identificación gubernamental válida para solicitar ayuda federal por primera vez. Esta medida afecta a unos 125,000 solicitantes para el trimestre de verano y se espera un sistema más robusto para el otoño.

"La tasa de fraude a través de identidades robadas ha alcanzado un nivel que pone en peligro el programa de ayuda estudiantil federal", declaró la agencia.

Recortes presupuestarios complican la situación

En medio de este auge del fraude, la administración de Donald Trump despidió a más de 300 empleados de la Oficina de Ayuda Estudiantil Federal y la Oficina del Inspector General perdió más del 20% de su personal desde octubre por jubilaciones y renuncias. Estos recortes limitan la capacidad del gobierno para investigar y asistir a las víctimas de estas actividades criminales.

Estafas organizadas: más allá del individuo

Los casos individuales ilustran un problema sistémico. En Texas, se desmanteló una red criminal que usó identidades robadas para recaudar $1.5 millones en ayuda federal. Otro individuo fue condenado por usar nombres de reclusos para solicitar $650,000. En Nueva York, una persona se declaró culpable tras perpetrar un fraude por $450,000 en la última década.

Estos fraudes, lejos de ser incidentes aislados, apuntan a una crisis de seguridad digital en torno al sistema educativo y sus finanzas. Las consecuencias incluso pueden llegar a afectar políticas públicas y confianza en la educación comunitaria, un pilar del sistema formativo en EE. UU.

La tecnología: ¿amiga o enemiga?

Mientras que la inteligencia artificial ofrece herramientas valiosas para mejorar la educación (como asistentes virtuales, traducción instantánea o detección de plagios), también se ha vuelto un arma de doble filo. En manos criminales, los chatbots pueden simular estudiantes, responder correos institucionales, e incluso presentar tareas con niveles de redacción humana extremadamente precisos.

"El problema no es la IA en sí, sino la falta de marcos regulatorios para enfrentar su mal uso", advierte Elizabeth Johnson, analista de política educativa en Brookings Institution.

Opciones para el futuro

  • Implementar verificación biométrica durante la solicitud de ayuda financiera, como huellas digitales o reconocimiento facial.
  • Ampliar el uso de credenciales digitales verificables y validar la identidad del estudiante a través de blockchain.
  • Fortalecer alianzas entre universidades, agencias gubernamentales y compañías tecnológicas para desarrollar protocolos de ciberseguridad compartidos.
  • Establecer canales de soporte rápido para víctimas de fraude, con líneas directas y asistencia legal automatizada.

A medida que el panorama tecnológico avanza, también lo deben hacer las instituciones gubernamentales y educativas, no solo para proteger el dinero del contribuyente, sino también el futuro de millones de estudiantes cuyo único delito fue confiar en un sistema que promete apoyo, pero que necesita urgentemente reformarse.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press