Fuego y hambre en Gaza: violencia mortal en medio de la entrega de ayuda humanitaria

El complejo sistema de distribución de alimentos impulsado por Israel y EE.UU. ha dejado más de 127 muertos y amenaza con agravar la crisis humanitaria en la Franja de Gaza

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Un sistema que prometía alivio, pero distribuye más temor que pan

La Franja de Gaza, ya cargada de destrucción, hambre y desesperación tras casi dos años de conflicto, ha visto convertirse las esperanzas de ayuda alimentaria en escenas de horror. El 9 de junio de 2025, al menos seis palestinos perdieron la vida y más de 99 resultaron heridos cuando supuestos aliados armados del ejército israelí dispararon contra una multitud que se dirigía a un centro de distribución de alimentos en Rafah. No fue un hecho aislado, sino el último de una cadena de tiroteos letales desde que comenzó un sistema de distribución de ayuda alimentaria financiado por Israel y EE.UU.

Según el Ministerio de Salud de Gaza, estos eventos han provocado al menos 127 muertes y cientos de heridos desde la implementación del nuevo sistema el mes pasado. Aunque sus promotores aseguran que tiene como objetivo evitar que Hamás se apropie de la ayuda humanitaria, organizaciones internacionales como la ONU y múltiples ONG lo han rechazado por considerarlo ineficaz y peligroso.

GHF: la fundación bajo la lupa

La organización encargada del reparto, Gaza Humanitarian Foundation (GHF), ha sido presentada por Israel y los Estados Unidos como una alternativa eficaz ante lo que califican como desvío de recursos por parte de Hamás. Sin embargo, incluso desde dentro de Gaza, la operativa de GHF ha generado controversia. Si bien afirman no trabajar con el grupo armado local conocido como Fuerzas Populares, liderado por Yasser Abu Shabab, numerosos testimonios situaban a estos ante los centros, coordinando las filas —y disparando cuando estas se salían del control.

"Nos ordenaban mantenernos en fila y, cuando la presión de la multitud aumentó, comenzaron a disparar", relató Mohamed Kabaga desde el hospital Nasser en Khan Younis, donde fue atendido de una herida de bala en el cuello. "No recibimos nada. Solo disparos".

El caos: entre el hambre, las armas y los rumores

Distintos testigos indican que los tiroteos no provienen solamente de soldados israelíes, sino también de milicianos aliados que actúan en las proximidades de las zonas de distribución. Según declaraciones de los propios afectados, los incidentes ocurren en los alrededores de la zona de seguridad militar israelí instalada en torno a los centros gestionados por GHF.

La escena fue descrita como una “emboscada” por Hussein Shamimi, un palestino que acompañaba a su primo de 14 años, quien murió ese mismo lunes. “Los israelíes por un lado y Abu Shabab por el otro”, añadió. La tensión creció cuando una parte de la multitud respondió arrojando piedras, lo que provocó que los milicianos retrocedieran hacia las posiciones israelíes.

Un sistema impuesto sin consenso

La imposición del nuevo sistema por parte de Israel no ha contado con el favor de las principales agrupaciones humanitarias. Desde marzo, Israel selló Gaza e impidió por completo la entrada de alimentos, medicinas y combustible. Solo a partir de mayo se permitió la entrada de ayuda en cantidades limitadas, pero con restricciones y rutas peligrosas. Sin la infraestructura logística de la ONU y con la anarquía reinante, los convoyes son permanentemente saqueados.

Organizaciones como Naciones Unidas han indicado que el sistema de GHF no solo es ineficaz, sino que agrava la vulnerabilidad de la población. Mientras antes había cientos de puntos de distribución, ahora los gazatíes deben caminar kilómetros atravesando zonas militares para llegar a uno de los tres centros activos. “Este sistema no es humanitario, sino una herramienta militar más”, declaró un funcionario de Médicos sin Fronteras bajo anonimato.

El papel de Hamás: entre la acusación y la negación

Israel justifica la creación de este nuevo mecanismo afirmando que Hamás desvía sistemáticamente la ayuda que ingresa a Gaza. No obstante, no ha presentado pruebas concluyentes que evidencien tal accionar a gran escala. Además, agencias como el Programa Mundial de Alimentos y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) sostienen que el sistema internacional funcionó razonablemente bien hasta que Israel alteró la logística.

La guerra entre Israel y Hamás, que comenzó el 7 de octubre de 2023 cuando combatientes palestinos cruzaron a Israel matando a 1.200 personas y tomando 251 rehenes, ha intensificado en forma brutal desde entonces. Según el Ministerio de Salud de Gaza, más de 54.900 palestinos han muerto, la mayoría mujeres y niños. Alrededor del 90% de la población gazatí ha sido desplazada, y gran parte del territorio yace en ruinas.

Una estrategia de ‘traslado forzoso’ disfrazada de ayuda

Críticos internacionales sospechan que el sistema de ayuda diseñado por GHF e Israel sigue una lógica geoestratégica más que humanitaria. “Están concentrando a la población palestina en el sur, mediante la necesidad de comida”, dijo Michael Lynk, ex relator de la ONU, en una entrevista con Al Jazeera. “Esto se asemeja peligrosamente a un traslado forzoso”. La idea ha sido reforzada por declaraciones del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien aseguró que Israel mantendrá control indefinido sobre Gaza e incluso ha propuesto, sin éxito, facilitar la emigración masiva de su población.

Las rutas hacia los centros de distribución actualmente son conocidas entre los habitantes como “corredores de la muerte”. En palabras de Heba Joda: “No sabemos si saldremos con comida o con una bala”.

La ONU, entre la impotencia y el bloqueo político

Desde el inicio del conflicto, la ONU ha desempeñado un papel central en la gestión humanitaria, pero su operatividad ha sido minada por decisiones unilaterales del gobierno israelí, que en marzo exigió el reemplazo del sistema de distribución anterior. A esto se suma, según observadores internacionales, una deliberada estrategia israelí de deslegitimación de la ONU en Gaza y su sustitución por operadores que considera más “seguros”.

Se trata de una forma moderna de guerra: usar la ayuda humanitaria como control poblacional”, apuntó Jan Egeland, secretario de Norwegian Refugee Council. Oxfam y Human Rights Watch también han denunciado que los puntos de alimento gestionados por GHF están en zonas inaccesibles, sin garantías de protección y dirigidos de forma opaca.

Una nueva fase sombría en una guerra sin final

Las cifras humanitarias continúan deteriorándose mientras Israel sigue con su ofensiva: la hambruna es inminente y la desesperación toca fondo. En este contexto, el sistema de GHF pasa de ofrecer esperanza a convertirse en escenario de muerte.

La crisis ha alcanzado tal magnitud que incluso figuras políticas de EE.UU. y Europa comienzan a cuestionar el apoyo incondicional brindado a Israel. No obstante, la maquinaria avanza, y parece que en Gaza ni siquiera morir de hambre será un acto silencioso.

Fuentes: Ministerio de Salud de Gaza, OCHA, Human Rights Watch, Al Jazeera, The Guardian

Este artículo fue redactado con información de Associated Press