Un tesoro bajo los escombros: el hallazgo de una necrópolis bizantina revive la esperanza en Siria
Entre ruinas y cicatrices de guerra, un descubrimiento arqueológico de 1.500 años podría transformar el futuro de Maarat al-Numan
Un hallazgo fortuito con milenios de historia
En medio de la devastación de la guerra, la tierra siria vuelve a hablar. En la ciudad de Maarat al-Numan, en el norte de Siria, un contratista que excavaba para preparar una reconstrucción hizo un inesperado y extraordinario descubrimiento: una necrópolis subterránea de la era bizantina, que habría permanecido intacta por más de 1.500 años.
El hallazgo se produjo durante labores de remoción de escombros en una zona residencial gravemente afectada por los años de conflicto. Lo que comenzó como una excavación rutinaria para derribar y reconstruir viviendas se transformó en una misión arqueológica cuando aparecieron aberturas de piedra indicativas de tumbas antiguas. Las autoridades locales fueron informadas, y expertos del Directorado de Antigüedades de Idlib acudieron a asegurar el sitio y comenzar los estudios correspondientes.
Secretos bajo tierra: una ventana al pasado bizantino
El complejo funerario encontrado cuenta con al menos dos cámaras funerarias, cada una con seis tumbas talladas en piedra. En una de las columnas, el símbolo de la cruz cristiana grabado en la piedra confirma su origen bizantino. Vasijas de cerámica, fragmentos de vidrio y otros artefactos hallados en el lugar apuntan a una ocupación durante un periodo comprendido entre los siglos IV y VII d.C.
Según Hassan al-Ismail, director de antigüedades de Idlib, el hallazgo no solo confirma la relevancia histórica de la región sino que complementa el ya vasto patrimonio arqueológico del área. “Idlib posee alrededor de 800 sitios arqueológicos registrados, y casi un tercio del patrimonio monumental de Siria”, indicó.
Maarat al-Numan: cruce histórico y herida reciente
Maarat al-Numan es una ciudad estratégica ubicada entre Alepo y Damasco. Fue uno de los principales puntos de enfrentamiento durante la larga guerra civil siria. Cayó en poder de una coalición opositora en diciembre de 2019 y fue retomada por las fuerzas del gobierno en 2020. Tras años de bombardeos, desplazamientos forzados, saqueos y destrucción, la ciudad busca ahora renacer de entre las cenizas.
Imágenes aéreas de la región revelan la magnitud de la devastación: techos ausentes, estructuras tambaleantes y calles desiertas. A medida que algunos residentes comienzan a regresar, se encuentran no solo con las ruinas de sus casas, sino con los restos de historias mucho más antiguas.
Esperanza en las piedras
El descubrimiento del complejo funerario ha despertado ilusiones entre los residentes. Ghiath Sheikh Diab, testigo del hallazgo, expresó su esperanza de que las autoridades no solo protejan el sitio arqueológico sino que también compensen justamente a los propietarios del terreno. En el pasado, quienes encontraban ruinas en sus propiedades temían que el Estado les confiscara sus tierras.
Otro residente, Abed Jaafar, llevó a su hijo al sitio para explorar y tomar fotografías. “En el pasado, muchos turistas extranjeros venían a Maarat justamente para ver las ruinas. Debemos restaurarlas, cuidarlas, y así revivir el turismo y la economía local”, dijo.
Las Ciudades Muertas, el legado que persiste
No es la primera vez que la región asombra al mundo arqueológico. En el noroeste de Siria se encuentran las llamadas Ciudades Muertas: un conjunto de más de 40 antiguos asentamientos bizantinos abandonados, que se extienden por colinas rocosas. Entre sus vestigios se encuentran casas de piedra, basílicas, columnas, calles empedradas y, como en este caso, tumbas que narran las vidas de una civilización perdida.
Muchos de estos sitios han sido reconocidos como patrimonio de la humanidad y algunos forman parte del programa de protección de la UNESCO. Sin embargo, la guerra ha puesto en peligro su existencia. Según la Dirección General de Antigüedades y Museos de Siria (DGAM), más del 60% del patrimonio arqueológico del país ha sufrido daños debido al conflicto, saqueo y excavaciones ilegales.
Un auge turístico antes de la guerra
Antes del estallido del conflicto en 2011, Siria recibía alrededor de 8 millones de turistas al año (datos del Ministerio de Turismo Sirio, 2010). Lugares como Palmira, el Crac de los Caballeros y las ciudades bizantinas del norte eran paradas obligadas para los aficionados a la historia y cultura antigua.
Maarat al-Numan, en particular, era conocida por su museo de mosaicos bizantinos, uno de los más importantes del Medio Oriente. La destrucción parcial del museo y la interrupción del turismo dejaron una profunda herida económica en la ciudad.
El renacer de la arqueología como motor de futuro
Este nuevo hallazgo podría representar una palanca para el renacimiento económico post-conflicto. De ser adecuadamente gestionado y protegido, podría significar el regreso de inversiones extranjeras en restauración, turismo sostenible y empleo para la población local.
No obstante, los desafíos son numerosos. La falta de seguridad jurídica, la persistencia de las tensiones políticas en la región, y la limitada capacidad económica del gobierno sirio dificultan que se lleve a cabo una restauración sistemática del patrimonio. Aun así, la voluntad de los pobladores y su conexión emocional con estos vestigios alimentan la esperanza.
La historia como puente de reconciliación
Más allá del aspecto económico, el hallazgo tiene un poderoso valor simbólico. En una región marcada por divisiones, violencia y desplazamientos masivos, la herencia cultural puede convertirse en un instrumento de unidad y reparación.
“Nuestra historia y nuestras ruinas nos pertenecen a todos, sin importar religión, grupo o ideología. Son una prueba de que Siria siempre ha sido un crisol de civilizaciones”, comenta un arqueólogo local que pidió no ser identificado por razones de seguridad.
Quizás, entonces, el descubrimiento del complejo funerario bizantino en Maarat al-Numan no solo hable del pasado, sino también del futuro. Un futuro donde la memoria, la cultura, y la voluntad de reconstruir se entrelazan como pilares de una nueva Siria.