El Papa Leo XIV y el delicado acuerdo con China: una nueva era para el catolicismo chino

El primer Papa estadounidense sigue el camino de su predecesor con un polémico nombramiento episcopal en China que pone a prueba el histórico pacto entre Roma y Pekín

Una apuesta diplomática arriesgada: el nombramiento de un obispo en China

El Papa Leo XIV ha iniciado su pontificado con una decisión que confirma su intención de dar continuidad a una de las políticas exteriores más polémicas del Vaticano en las últimas décadas: el acuerdo de 2018 con China sobre el nombramiento de obispos. El 5 de junio de 2025, el Papa nombró a Joseph Lin Yuntuan como obispo auxiliar de la diócesis de Fuzhou, en un gesto que fue reconocido oficialmente por las autoridades chinas el 11 de junio.

Este reconocimiento público marca un «fruto más del diálogo entre la Santa Sede y las autoridades chinas», según expresó el Vaticano. Pero detrás de esta aparente señal de cooperación se esconde un campo minado geopolítico y eclesiástico que divide a católicos, políticos y diplomáticos en todo el mundo.

Contexto histórico del conflicto entre el Vaticano y China

Desde 1951, cuando el régimen comunista rompió las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, los católicos en China han estado divididos entre dos iglesias:

  • La Iglesia Patriótica: controlada por el Estado, sin lealtad formal al Papa.
  • La Iglesia clandestina: fiel a Roma, pero perseguida durante décadas.

El nombramiento de obispos se convirtió en el núcleo del conflicto: Pekín reclamaba soberanía nacional sobre los nombramientos, mientras que la Santa Sede defendía que el derecho a nombrar obispos corresponde exclusivamente al Papa, como sucesor de los Apóstoles.

Esta tensión llevó a años de silencio diplomático, persecución y excomuniones hasta que en 2018, el Papa Francisco dio un paso audaz —y según algunos, temerario— al firmar un acuerdo provisional con el gobierno de Xi Jinping.

¿Qué dice el acuerdo Vaticano-China de 2018?

El contenido exacto del acuerdo ha sido mantenido en secreto, pero se sabe que permite que el Partido Comunista de China proponga candidatos a obispos, quienes deben contar con la aprobación final del Papa. En un intento por cerrar heridas, la Santa Sede también reconoció retroactivamente a siete obispos nombrados por el régimen chino sin autorización papal.

Los defensores del acuerdo lo ven como una vía para la reunificación de los católicos chinos, que se estima suman unos 12 millones. Sus críticos, sin embargo, lo consideran una cesión ante un gobierno autoritario y hostil a la religión.

La continuidad de Leo XIV: ¿herencia o renovación?

Uno de los grandes interrogantes tras la elección de Leo XIV en 2024 era si este Papa estadounidense mantendría el acuerdo con China o respondería a las demandas del ala conservadora de la Iglesia, que ha sido implacable en su rechazo a lo que considera una ‘entrega’ a los comunistas chinos.

“Ha llegado el momento de restaurar la valentía del cordero, no hacer tratos con el lobo” —Cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong.

Con el nombramiento del obispo Lin y la reacción positiva de Pekín, todo indica que Leo XIV ha decidido continuar la política de Francisco, al menos por ahora. El hecho es significativo: el nuevo Papa no solo avala el acuerdo, sino que lo pone en práctica desde los primeros meses de su pontificado.

Una política con fisuras: violaciones por parte de China

Desde la firma del acuerdo, han ocurrido varias violaciones unilaterales por parte de China, incluyendo la elección de obispos sin consentimiento papal. Uno de los ejemplos más recientes tuvo lugar justo antes del cónclave que eligió a Leo XIV, cuando el gobierno chino procedió con elecciones preliminares en dos diócesis sin esperar el visto bueno del Vaticano.

Estas acciones no solo tensan las relaciones bilaterales, sino que también reavivan el escepticismo dentro del Vaticano sobre la fiabilidad del Partido Comunista como socio diplomático. Sin embargo, Roma insiste en que, aunque imperfecto, el acuerdo “es lo mejor que se puede conseguir bajo las circunstancias actuales”.

El catolicismo en China: fe bajo vigilancia

La vida del católico promedio en China está marcada por la ambigüedad y el miedo. Quienes asisten a iglesias clandestinas enfrentan la persecución; quienes aceptan el registro estatal pueden sentir que traicionan al Papa. La vigilancia digital, las detenciones arbitrarias y la propaganda estatal agravan aún más este dilema espiritual.

En este contexto, el pacto entre Roma y Pekín no solo es un tratado diplomático, sino una apuesta pastoral por la supervivencia de la fe católica en uno de los países más restrictivos del mundo. Por lo tanto, el nombramiento de Lin parece reflejar una lógica de “pequeños pasos”, como diría el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede.

¿Quién es Joseph Lin Yuntuan?

El recién nombrado obispo auxiliar de Fuzhou es considerado una figura de consenso. Ha sido elogiado por sectores moderados tanto dentro de la Iglesia oficial como en círculos de la Iglesia subterránea. De formación discreta, pero doctrinalmente conservador, Lin es también conocido por su capacidad de diálogo con representantes del gobierno local.

La diócesis de Fuzhou, en la provincia de Fujian, es una de las más tradicionales en China, donde los católicos clandestinos han mostrado una notable resistencia cultural y religiosa. Que Lin asuma el cargo con reconocimiento de ambas partes —Roma y Pekín— podría aliviar tensiones locales e indicar que algo está cambiando, aunque sea lentamente.

¿Qué papel juega Estados Unidos?

El hecho de que Leo XIV sea el primer Papa de origen estadounidense introduce un factor geopolítico adicional. La relación entre Washington y Pekín atraviesa uno de sus momentos más turbulentos, con constantes fricciones por comercio, tecnología, derechos humanos y la cuestión de Taiwán.

Por ello, algunos analistas ven en Leo una figura que puede tender puentes, pero también ejercer presión moral y diplomática desde su doble identidad: como líder espiritual global y como alguien profundamente consciente de las dinámicas del poder estadounidense.

El futuro de la Iglesia Católica en Asia

La Iglesia está mirando hacia Asia. El crecimiento del cristianismo en el continente ha sido constante, mientras que en Europa y América Latina se observa una cierta decadencia institucional. El Papa Juan Pablo II lo anticipó cuando dijo que “el futuro de la Iglesia pasa por Asia”. Esa visión parece ahora más vigente que nunca.

Con católicos en auge en Filipinas, Vietnam, Corea del Sur y también de manera más marginal en China, el nombramiento de Lin puede parecer una gota en el océano —pero es una señal de que Roma apuesta por la diplomacia religiosa como vía para la expansión evangélica.

Como dijo el propio Papa Leo XIV en una audiencia reciente en la Plaza de San Pedro:

“No hay frontera que impida el paso de la oración. Y donde se da testimonio de la fe, allí resiste la esperanza”.

Un muro invisible que comienza a agrietarse

El acuerdo Roma-Pekín no resolverá de inmediato décadas de desconfianza ni borrará el sufrimiento de los católicos perseguidos. Sin embargo, con cada nuevo nombramiento conjunto como el del obispo Lin, se abre una rendija en un muro construido por décadas de enfrentamientos ideológicos.

Queda por ver si el Papa Leo XIV, con su visión estadounidense del liderazgo, podría no solo sustentar el puente que Francisco construyó, sino reforzarlo con un nuevo lenguaje de cooperación, espiritualidad y resistencia. En tiempos donde la fe parece cuestionada por el poder político, su decisión podría marcar un punto de inflexión histórico en las relaciones internacionales de la Iglesia católica.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press