Robert F. Kennedy Jr. y su ofensiva contra las vacunas: ¿Cambio necesario o riesgo sanitario?

La reestructuración del comité asesor de vacunas por parte del Secretario de Salud de EE. UU. desata polémica en la comunidad científica

La seguridad de las vacunas y la salud pública vuelven a estar en el ojo del huracán en Estados Unidos tras la abrupta decisión del Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., de disolver en su totalidad el Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP) de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Más allá de una simple renovación, este movimiento revela una reconfiguración ideológica de la política sanitaria nacional, acompañada por controversia, incredulidad y una gran incertidumbre científica.

Un comité crucial bajo nueva dirección

El ACIP, creado en 1964, es, quizá, el más influyente entre los comités asesores de salud pública en Estados Unidos. Sus recomendaciones han guiado por décadas el calendario de vacunación y la respuesta nacional ante brotes como el de sarampión o la pandemia de COVID-19. Aunque sus decisiones no tienen fuerza legal, son generalmente adoptadas como políticas oficiales por el CDC.

Kennedy Jr., conocido por sus críticas al establecimiento médico y por su postura históricamente escéptica frente a la vacunación, destituyó de manera fulminante a los 17 miembros de este panel, prometiendo una "renovación con científicos creíbles, no antivacunas". Sin embargo, los perfiles de sus ocho nuevos elegidos suscitan una enorme preocupación en la comunidad médica.

¿Quiénes son los nuevos asesores?

Entre los nuevos miembros destacan nombres que generan inquietud por su historial de difusión de teorías polémicas:

  • Dr. Robert Malone: bioquímico y pionero en la investigación del ARN mensajero, ha ganado notoriedad en círculos conservadores por sus afirmaciones desacreditando las vacunas COVID-19 y defendiendo tratamientos no comprobados como la ivermectina. En entrevistas, ha sugirió que las vacunas podrían causar una forma de SIDA.
  • Dr. Martin Kulldorff: uno de los firmantes de la controversial Declaración de Great Barrington, que abogaba por una estrategia de contagio controlado. Su oposición a las medidas de confinamiento fue criticada por organismos como la OMS.
  • Vicky Pebsworth: asociada al National Vaccine Information Center, considerado por muchos expertos como una de las mayores fuentes de desinformación sobre vacunas en EE. UU.
  • Retsef Levi: profesor del MIT con publicaciones sobre análisis de riesgo, pero sin experiencia directa en inmunología o salud pública.
  • Dr. James Hibbeln: nutrólogo que estudia los efectos del omega-3 en el cerebro, sin trabajo confirmado sobre vacunas.
  • Dr. Cody Meissner: pediatra con experiencia en enfermedades infecciosas, es considerado uno de los miembros más equilibrados del nuevo panel.
  • Dr. James Pagano y Dr. Michael Ross: especialistas clínicos sin publicaciones relevantes sobre inmunizaciones.

Miedo entre expertos: ¿dilución de la ciencia en salud pública?

Las críticas de grupos médicos no se han hecho esperar. La American Academy of Pediatrics advirtió que los nuevos nombramientos podrían derivar en cambios de políticas "basadas en agendas personales y no en evidencia científica".

Jason Schwartz, investigador en políticas de salud en Yale University, expresó al respecto:

“Si se excluye a cualquier experto en vacunas por haber colaborado con la industria incluso mínimamente, simplemente no quedarán muchos para asesorar con propiedad. Esto siembra un precedente peligroso.”

El propio Kennedy ha desestimado los mecanismos regulatorios internos del comité, que obligan a revelar colaboraciones pasadas con compañías farmacéuticas y a abstenerse de votar en caso de conflictos de interés.

La reinstauración de despedidos y la lucha interna del CDC

Mientras Kennedy realizaba estos polémicos nombramientos, el Departamento de Salud (HHS) reinstaló a más de 460 empleados despedidos previamente de la CDC, de los cuales 200 pertenecen al Centro Nacional para la Prevención del VIH y otras enfermedades transmisibles.

El origen de estos despidos masivos (casi 2,400 empleados en abril) nunca fue completamente explicado. Afectaron áreas neurálgicas como:

  • Programas de control de plomo y contaminación del aire
  • Investigaciones sobre violencia con armas de fuego
  • Laboratorios de enfermedades infecciosas como hepatitis y tuberculosis

Para muchos analistas y empleados del organismo, se trata de una purga ideológica que amenaza con debilitar el sistema de salud pública.

“Traer de vuelta a unos cientos de empleados no repara del todo el daño”, indicó Abby Tighe, portavoz del colectivo Fired But Fighting. “Aún hay cientos de programas paralizados que inevitablemente derivarán en mayor morbilidad y mortalidad”.

La ciencia ignorada: el riesgo de trivializar las vacunas

Kennedy ha optado por ignorar varias de las recomendaciones recientes de ACIP, como la inclusión de nuevas vacunas contra el VRS y un refuerzo contra meningococos. El mensaje es claro: este panel será usado para cuestionar la ciencia consolidada sobre inmunización.

Este giro de timón representa mucho más que una reestructuración técnica. Se trata de una renovación ideológica con impactos sanitarios incalculables. Si el criterio científico se ve suplantado por individualidades con poca o ninguna credencial en inmunología, el sistema de defensa sanitaria contra brotes infecciosos perderá una de sus herramientas más eficaces: la credibilidad y confianza del público.

Síntomas de una politización creciente

El debate en torno a las vacunas no es nuevo, pero nunca había estado tan presente en la línea frontal de la política sanitaria federal. La intersección entre salud y política —antes cuidadosamente equilibrada— corre el riesgo de convertirse en una arena de polarización e ideologización.

La politización de temas como el cambio climático o la salud reproductiva ya ha generado retrocesos en políticas públicas en otros países. Ahora, al poner en tela de juicio un consenso científico de décadas acerca de la efectividad de las vacunas contra enfermedades como el sarampión, polio o el HPV, Estados Unidos corre el riesgo de plasmar sus divisiones ideológicas en forma de una nueva crisis epidemiológica.

Lo que está en juego: la salud de millones

Las vacunas han salvado más vidas que casi cualquier otra intervención médica en la historia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, entre 2 y 3 millones de muertes son evitadas anualmente gracias al uso rutinario de vacunas. Socavar esa confianza puede abrir la puerta, según expertos, a brotes masivos prevenibles.

Ya en 2019, el sarampión resurgió en EE. UU. con más de 1,200 casos, la mayoría entre niños no vacunados. ¿Será este un anticipo de lo que puede venir si se desmontan políticas basadas en evidencia científica?

Estados Unidos se encuentra ahora en una encrucijada crítica: defender la ciencia o ceder ante discursos ideologizados cuyas consecuencias podrían ser irreversibles.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press