Alerta de calor en Alaska: el gélido estado de EE.UU. comienza a sudar
Fairbanks emite su primer aviso oficial de calor en medio de temperaturas poco comunes, un cambio histórico en cómo se presenta la información climática en Alaska
Calor en el corazón del frío
Cuando alguien menciona Alaska, lo más probable es que lo primero que venga a la mente sean las vastas extensiones nevadas, temperaturas bajo cero y auroras boreales. Sin embargo, lo increíble está sucediendo este mes de junio: Fairbanks, una de las ciudades más representativas del interior del estado, acaba de recibir su primer aviso oficial de calor. Y aunque suene irónico, no se trata de una exageración.
Por primera vez, el Servicio Meteorológico Nacional (NWS, por sus siglas en inglés) ha emitido un heat advisory —un aviso de calor— en territorios alaskenses. Las temperaturas podrían superar los 85 °F (29 °C), algo atípico para esta época del año.
¿Qué cambió para que ahora se emitan avisos de calor?
Este cambio no significa que Alaska esté rompiendo récords históricos de temperatura. De hecho, Fairbanks ya ha superado los 90 °F (32 °C) en dos ocasiones este mismo año. La diferencia radica en cómo se comunica la información al público.
Antes, eventos como estos eran catalogados con comunicados genéricos llamados “special weather statements”, que no transmitían con claridad el potencial peligro para la población. Alekya Srinivasan, meteoróloga basada en Fairbanks, explicó:
“Queremos asegurarnos de usar la terminología adecuada para comunicar con eficacia que hará mucho calor este fin de semana. La población necesita entender que estas temperaturas, aunque comunes en otros estados, pueden ser peligrosas en Alaska.”
¿Entonces por qué es relevante?
Esta actualización administrativa responde al reconocimiento del impacto real que puede tener el calor en un estado no preparado para enfrentar estas condiciones. Rich Thoman, especialista en clima del Centro de Evaluación del Clima de Alaska, enfatizó que no se trata de una consecuencia directa del cambio climático, sino de la mejora en la política de información:
“No es que se trate de calor récord. Simplemente ahora existe un producto oficial para emitir esas alertas.”
Un ecosistema urbano sin aire acondicionado
A diferencia de regiones más cálidas de Estados Unidos, la mayoría de las edificaciones en Alaska no tienen sistemas de aire acondicionado. Y, peor aún, están construidas para retener el calor. Esto significa que cuando la temperatura exterior supera los 80 °F, las viviendas pueden convertirse rápidamente en hornos.
¿La solución? Abrir ventanas por las mañanas para permitir el ingreso del aire fresco... salvo que haya humo en el ambiente, algo bastante común.
El humo: un enemigo silencioso
Los incendios forestales también juegan un papel importante. Fairbanks ha enfrentado una creciente cantidad de incendios que emiten densas columnas de humo. Como resultado, en los últimos tres veranos ha habido más de 100 horas de humo denso que reduce la visibilidad. Una realidad muy distinta a las décadas de 1950 a 1970, cuando los veranos sin humo eran la norma.
Esto representa otro peligro adicional: si no pueden abrirse las ventanas, por humo o contaminación, las personas quedan atrapadas en entornos calurosos sin ventilación adecuada, algo que puede escalar rápidamente a situaciones de golpe de calor o deshidratación.
El concepto de “calor extremo” es relativo
En estados como Florida o Texas, una temperatura de 85 °F no causaría ni un parpadeo. Pero la percepción del “calor extremo” varía según el contexto geográfico y cultural. En Alaska, donde la infraestructura está pensada para resistir largos inviernos, un “verano caluroso” puede tener implicaciones graves.
Para ponerlo en perspectiva, más del 90% de las viviendas en Alaska no tienen aire acondicionado, y la mayoría de las actividades al aire libre no se planifican para lidiar con temperaturas tan altas.
¿Y Anchorage? Todavía no
Las oficinas del NWS en Fairbanks y Juneau ahora están autorizadas para emitir avisos oficiales de calor, pero no es el caso todavía para Anchorage, la ciudad más grande del estado. Si bien están desarrollando un plan para implementarlos en el futuro, hasta la fecha las temperaturas locales no han alcanzado los umbrales necesarios para justificar este tipo de avisos.
Brian Brettschneider, científico climático del Servicio Meteorológico Nacional, confirmó por correo electrónico que “la oficina de Anchorage está trabajando en una política para emitir estos avisos próximamente”.
Impacto en la salud pública
Los avisos de calor van más allá del simple confort térmico. Autoridades médicas subrayan que los primeros en sufrir las consecuencias del calor excesivo son los ancianos, niños y personas con condiciones médicas preexistentes.
Sin sistemas de enfriamiento, estos grupos enfrentan un riesgo elevado de golpes de calor, deshidratación e incluso muerte súbita. La comunicación efectiva es vital, y ahí radica la importancia del cambio de terminología.
Un paso hacia la adaptación climática
Alaska no solo enfrenta inviernos cada vez más cortos, sino un número creciente de días cálidos durante el verano. Expertos del Alaska Center for Climate Assessment and Policy han documentado un patrón de aumento sostenido en las temperaturas estivales durante las últimas décadas.
Desde los años 70, los veranos en ciudades como Anchorage y Fairbanks son en promedio 2 a 3 °C más calurosos que hace 50 años. Y si bien no todos los eventos pueden vincularse directamente al cambio climático, el panorama que construyen los datos sí apunta a una realidad más cálida en el futuro.
¿Qué puede hacer la población?
- Informarse: Estar atento a los nuevos avisos del NWS y entender su significado.
- Prepararse: Instalar ventiladores, considerar sistemas portátiles de aire acondicionado y conocer los signos de golpe de calor.
- Adaptar horarios: Evitar salir entre el mediodía y 4 p.m., el período más caluroso.
- Cuidar a los vulnerables: Revisar con frecuencia a personas mayores, enfermas o con movilidad reducida.
- Evitar el uso innecesario de energía: Para no sobrecargar las redes eléctricas en momentos clave.
Hacia una nueva cultura climática en Alaska
Más allá de los números, este aviso es un hito simbólico. Representa la necesidad de que incluso los estados más fríos se adapten a fenómenos extremos de calor y consideren el impacto cambiante del clima en sus sistemas urbanos, infraestructura y hábitos sociales.
La simple existencia de un “aviso de calor” en Alaska desafía nuestras expectativas y nos obliga a repensar lo que entendemos por clima extremo. En un mundo donde el cambio climático es cada vez más palpable, nadie está exento de enfrentar sus efectos, ni siquiera el último refugio del frío.