El retorno del conflicto: ¿Un nuevo capítulo en la guerra Irán-Israel?
Una mirada en profundidad al ataque con misiles iraníes sobre Israel, la respuesta del Domo de Hierro y lo que este evento significa para el equilibrio geopolítico de Medio Oriente
Una noche encendida sobre Tel Aviv y Jerusalén
La noche del 13 de junio de 2025 quedará grabada en la memoria de los ciudadanos de Tel Aviv y Jerusalén. Un ataque masivo de misiles lanzado desde Irán cubrió los cielos israelíes de estelas luminosas, explosiones y sirenas que rompieron la calma nocturna. Las defensas antiaéreas del sistema Domo de Hierro se activaron al máximo, logrando interceptar muchos de los proyectiles. Sin embargo, varios misiles impactaron en zonas habitadas, causando destrucción y heridos.
Esta ofensiva es una respuesta directa de Irán a los recientes ataques atribuidos a Israel contra instalaciones nucleares persas y el asesinato de altos mandos militares iraníes. El conflicto, siempre al borde, ha escalado a un punto en el cual el fuego ya no es solo diplomático.
El contexto histórico: del sabotaje a la represalia
Desde hace años, Israel ha intervenido directa e indirectamente para frenar el desarrollo nuclear de Irán. Entre programas de sabotaje como el famoso virus Stuxnet, asesinatos selectivos de científicos iraníes y bombardeos encubiertos en Siria contra facilitarías iraníes, el Estado hebreo considera esencial mantener a Teherán lejos de tener la bomba atómica.
Por su parte, Irán ha invertido miles de millones de dólares en su programa nuclear y en consolidarse como una potencia regional. Además, patrocina a grupos como Hezbolá en Líbano y milicias en Siria, Irak y Yemen, con quienes ha creado un eje antiisraelí.
El ataque del 13 de junio representa una línea cruzada pocas veces vista: Teherán ha respondido abiertamente con misiles lanzados desde su territorio, rompiendo un patrón de enfrentamientos indirectos por medio de terceros.
El Domo de Hierro: héroe silencioso bajo el fuego
El célebre sistema de defensa Domo de Hierro volvió a demostrar por qué es una pieza clave en la estrategia de defensa israelí. Desde su implementación en 2011, ha tenido una tasa de éxito superior al 90% en la interceptación de proyectiles de corto y mediano alcance.
Según cifras entregadas por el Ministerio de Defensa de Israel, durante el ataque del 13 de junio se lanzaron más de 150 misiles desde suelo iraní. Se interceptaron más de 120, mientras que al menos 30 lograron impactar diferentes zonas, mayormente en Tel Aviv. Varias viviendas y edificios sufrieron daños estructurales, y se reportaron más de 50 heridos, algunos de gravedad.
Impacto psicológico y logístico
Las imágenes son estremecedoras: humo elevándose desde edificios ardientes, personas atrapadas entre los escombros, paramédicos atendiendo a los heridos, y ciudadanos observando alarmados los rastros luminosos de los misiles interceptados sobre Jerusalén.
Más allá del daño físico, el ataque tiene un fuerte peso psicológico. Por primera vez en años, la capital y los centros urbanos más importantes de Israel fueron blanco de misiles de medio alcance lanzados directamente desde otro Estado. La sensación de vulnerabilidad se extendió entre la población.
“Teníamos confianza en el Domo de Hierro, pero nunca esperamos que Tel Aviv fuera impactado tan directamente por Irán”, expresó Anat Cohen, una residente de Ramat Gan, a canales locales.
Una respuesta pendiente: ¿se avecina una guerra a gran escala?
La ofensiva iraní ha elevado la presión sobre el gobierno de Benjamin Netanyahu. Los halcones dentro del gabinete exigen una respuesta desproporcionada, mientras que la comunidad internacional, liderada por Estados Unidos, pide moderación ante el riesgo de una guerra regional de enormes proporciones.
Ya en las primeras horas después del ataque, el ejército israelí preparaba operaciones quirúrgicas contra bases de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC) en Siria e Irak. Pero también surge un dilema estratégico: una respuesta directa sobre Irán podría llevar el conflicto a una guerra abierta entre dos potencias con capacidad misilística y redes de aliados.
Medio Oriente en vilo: reacciones desde la región
Las reacciones no se hicieron esperar. Arabia Saudita, históricamente rival de Irán, condenó el ataque y pidió una “resolución diplomática urgente”. Turquía llamó a consultas a su embajador en Israel, advirtiendo de una “escalada incontrolable”. Egipto y Jordania, pese a sus acuerdos de paz con Israel, manifestaron alarma por el deterioro regional.
En Gaza, Hamas y la Yihad Islámica celebraron el ataque iraní como “una venganza legítima contra el sionismo criminal”, aunque no participaron directamente en la ofensiva. Hezbolá en Líbano, sin embargo, ha puesto a sus militantes en estado de alerta, sugiriendo que podría entrar al conflicto si el ataque israelí se extiende a Siria o el Líbano.
Estados Unidos, por su parte, reiteró su “compromiso inquebrantable” con la defensa de Israel y apoya el uso del sistema Arrow 3 y David's Sling —otros programas de defensa conjunta desarrollados por ambos países.
Irán: mensaje a múltiples bandas
Desde Teherán, el portavoz del Ministerio de Defensa afirmó que el ataque fue un acto de legítima defensa y que “las líneas rojas de la soberanía iraní fueron violadas repetidamente por regímenes sionistas”. También envió un mensaje a Washington: “Nuestra respuesta no es una agresión, sino un aviso. Estamos listos para defendernos de toda amenaza existencial”.
Irán parece haber calculado que una respuesta abierta —aunque riesgosa— posicionaría al régimen como un actor decidido a no tolerar intervenciones impunes en su territorio. El ataque, en cierto modo, también es un mensaje a los países del Golfo: Teherán sigue siendo un jugador relevante.
Un equilibrio precario que podría romperse
Este ataque deja al descubierto el frágil equilibrio en Medio Oriente. Las relaciones diplomáticas entre Irán e Israel son inexistentes desde 1979, y las acciones bélicas, aunque indirectas por años, fueron siempre parte del tablero. Pero este episodio marca un antes y un después: las reglas tácitas del conflicto han sido alteradas.
Israel, con una política de ambigüedad sobre su arsenal nuclear, podría verse tentado a una escalada mayor si se considera que su población está en riesgo real. Irán, por otro lado, inicia una nueva era de afirmación estratégica regional al atacar por medios directos.
El rol de la comunidad internacional: ¿paz o más pólvora?
Organismos como la ONU, la Unión Europea y la Liga Árabe han llamado a la desescalada inmediata. Francia y Alemania trabajan en una propuesta de cese al fuego inmediata, mientras que Rusia y China han condenado el uso de la violencia pero criticaron el historial de “provocación israelí”.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se reunió de urgencia, pero hasta ahora no ha emitido una resolución vinculante. El bloqueo diplomático y la polarización de poderes impiden una acción concertada.
Mientras tanto, millones de civiles viven hoy con el miedo renovado, entre refugios antibombas y sirenas de alarma que parecen no detenerse.
“Todo esto podría haberse evitado si el mundo hubiera actuado antes”, lamentó un médico israelí tras evacuar a niños de un hospital en Tel Aviv.
La guerra, ese viejo demonio de la región, ha vuelto a asomar la cabeza con más fuerza que nunca. Y las consecuencias podrían escribir un nuevo y desgarrador capítulo en la historia de Medio Oriente.