Trump, la IA y el poder: ¿Está en riesgo la democracia estadounidense?

Una mirada crítica al uso político del poder militar, la inteligencia artificial y la manipulación electoral en la era Trump

Una señal de alarma desde New Hampshire

En enero de 2024, pocos días antes de las primarias presidenciales en New Hampshire, miles de votantes demócratas recibieron una llamada telefónica peculiar. Una voz artificial —extrañamente parecida a la del presidente Joe Biden— les sugería que era mejor guardar su voto para noviembre. "Su voto cuenta en noviembre, no este martes", decía con serenidad mecanizada, firmando con una frase emblemática del presidente: “What a bunch of malarkey.”

Este acto fue obra de Steven Kramer, un consultor político que admitió haber generado y distribuido estas llamadas automatizadas utilizando inteligencia artificial. Lo hizo, según su testimonio, para generar conciencia sobre los peligros de la IA en campañas electorales no reguladas. En su defensa, Kramer argumentó que las primarias de New Hampshire eran simbólicas, pues Biden ni siquiera figuraba oficialmente en la boleta. La jugada fue controversial, pero legalmente ambigua.

Un veredicto sorprendente

El juicio contra Kramer podría haberle costado décadas en prisión. Sin embargo, el jurado lo absolvió de 11 cargos de supresión de votos y 11 de suplantación de candidato. Entre las razones del fallo estuvieron que la llamada nunca mencionaba explícitamente el nombre de Biden y que el propio partido demócrata había desautorizado las primarias del estado.

Aunque el fiscal general de New Hampshire, John M. Formella, se mostró firme al defender las leyes electorales, la absolución dejó una pregunta inquietante: ¿qué tan preparado está el sistema legal frente a las amenazas tecnológicas en campañas electorales?

Una multa millonaria y el vacío normativo

La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) impuso una multa de 6 millones de dólares a Kramer, quien ya anticipó que no piensa pagarla. Por su parte, la empresa Lingo Telecom, que transmitió las llamadas, accedió a pagar un millón de dólares. Lo más preocupante: el Congreso de EE.UU., de mayoría republicana, propone ahora prohibir a los estados regular la inteligencia artificial durante una década.

Este vacío regulatorio plantea un escenario muy peligroso a medida que la tecnología avanza más rápido que el marco legal. En palabras de expertos, la combinación de deepfakes y desinformación sistemática podría erosionar los pilares de la democracia con una efectividad inédita.

Más allá del escándalo: la militarización del poder

Mientras se discutía el caso Kramer, otro fenómeno encendía las alarmas democráticas: el uso político de las fuerzas armadas por parte del expresidente Donald Trump. En junio de 2025, Trump envió a la Guardia Nacional y al Cuerpo de Marines a Los Ángeles para contener protestas contra sus políticas migratorias, ignorando las objeciones del gobernador de California, Gavin Newsom.

Este acto encendió una batalla judicial sin precedentes. Un juez federal dictaminó que Trump violó la ley al desplegar tropas federales sin consentimiento estatal. A pesar de ello, la Corte de Apelaciones suspendió temporalmente ese fallo, sembrando más incertidumbre sobre los límites del poder presidencial.

¿Una democracia en militarización?

Trump organizó un desfile militar coincidiendo con su cumpleaños número 79 y el 250 aniversario del Ejército. Uniformados lo ovacionaron mientras atacaba verbalmente a Biden, Gavin Newsom y otros demócratas. La escena trajo recuerdos inquietantes de regímenes autoritarios.

Es muy difícil para los ciudadanos ver esto como algo distinto al uso político del ejército”, declaró Carrie Ann Lee, exprofesora del U.S. Army War College. William Banks, experto en leyes de seguridad nacional, agregó con preocupación: “No queremos fuerzas armadas utilizadas como brazo armado de un partido político.

Un panorama preocupante

Desde que regresó al poder, Trump ha hecho más que usar a las fuerzas armadas como herramienta política. Ha despedido líderes militares, presionado agencias federales para castigar enemigos personales y hasta amenazado con cancelar contratos a Elon Musk durante una disputa personal.

Uno de los actos más polémicos: el indulto a más de 1,000 personas condenadas por el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. También se descubrió que un borrador de orden ejecutiva proponía confiscar las máquinas de votación tras las elecciones de 2020, con respaldo del Departamento de Defensa.

La amenaza de la apatía y el tribalismo político

Una encuesta reciente de AP-NORC reveló datos inquietantes. Aunque el 60% de los estadounidenses consideró que el desfile militar era un gasto innecesario, solo el 23% de los republicanos cree que Trump tiene demasiado poder, comparado con más del 50% de la población general.

Este tribalismo político, donde las acciones preocupantes se justifican dependiendo del color político, amenaza con quebrar no solo las instituciones, sino el tejido moral que sustenta la democracia estadounidense.

IA, desinformación y poder: el nuevo triángulo de la distopía

El caso de Kramer y los actos de Trump demuestran que la democracia enfrenta nuevos retos. La inteligencia artificial puede usarse para confundir a los votantes, mientras los líderes políticos intentan debilitar los contrapesos institucionales.

El uso de deepfakes como herramienta política es ya una realidad. Desde manipulaciones visuales hasta clonación de voces, la IA puede torcer resultados electorales o estimular guerras informativas sin dejar huella clara. Así como la imprenta cambió la historia, la IA puede redefinir —o destruir— la democracia moderna.

¿Existe una salida?

Como dijo el politólogo Kurt Weyland, el sistema aún tiene defensores: “Los tribunales han sido la principal línea de defensa.” Pero incluso esos escudos legales están bajo presión. El caso de Kramer mostró que las leyes actuales no alcanzan para enfrentar amenazas modernas.

Yvonne Chiu, profesora del Naval War College, lo resumió así: “Trump está utilizando todos los brazos del gobierno con fines personales. Pero lo más peligroso son los militares, porque son los que tienen las armas.

¿El fin de la inocencia democrática?

La democracia estadounidense nació hace casi 250 años como un experimento audaz en representación ciudadana y equilibrio de poderes. Hoy, enfrenta su prueba más difícil. Con IA sin regulación, tropas en las calles y tribunales cuestionados, el sistema se tambalea.

No se trata solo de Trump o de Kramer. Se trata de hasta dónde estamos dispuestos a llegar para ganar, y qué estamos dispuestos a perder en el proceso. Como advirtió el juez Charles R. Breyer en su fallo sobre la movilización militar: “La protesta contra el gobierno federal no es una rebelión; es un derecho fundamental.”

O como dijo Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de Estados Unidos: “El precio de la libertad es la vigilancia eterna.”

Hoy, más que nunca, esa vigilancia debe incluir a las máquinas, a los partidos políticos y a los líderes elegidos por el pueblo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press