Desfile militar y protestas: entre patriotismo y polarización política en EE.UU.

Washington se convierte en el epicentro de una división nacional en el 250º aniversario del Ejército estadounidense y el cumpleaños de Trump

El 14 de junio de 2025, Washington D.C. fue escenario de una demostración de fuerza militar sin precedentes y, al mismo tiempo, de una muestra palpable de la polarización política que sacude a Estados Unidos. La capital celebró el 250º aniversario del Ejército de EE.UU. con un fastuoso desfile repleto de tanques, escuadrones aéreos, paracaidistas y música patriótica, coincidiendo con el 79º cumpleaños del expresidente Donald Trump. Sin embargo, mientras miles de personas festejaban, otras tantas se manifestaban desde Atlanta hasta Los Ángeles contra lo que consideran una deriva autoritaria del país.

Un desfile cargado de historia... y polémica

Más de 6.000 soldados marcharon en uniformes representativos de distintos periodos históricos, desde la Guerra de Independencia hasta la Guerra del Golfo. Tanques Sherman de la Segunda Guerra Mundial, helicópteros Huey de Vietnam y aviones C-47 Skytrain sobrevolaron el cielo de D.C., combinando una narrativa bélica con la nostalgia patriotera típica del trumpismo.

“Para muchos en la multitud, especialmente veteranos y nostálgicos del poderío militar, fue un momento emotivo”, comentó el veterano retirado Aaron Bogner, luciendo una gorra del Ejército. No obstante, ni siquiera él fue indulgente con el evento: “Trump está usando al Ejército para exaltar su propia figura. Esto parece más Pyongyang que Filadelfia”.

El desfile arrancó antes de lo previsto para evitar los pronósticos de tormentas. En apenas 40 minutos, se hizo un repaso vertiginoso a más de dos siglos de historia militar, una muestra gráfica del rol protagónico del Ejército estadounidense en el escenario global.

Trump en el centro del espectáculo

El propio Trump, junto a la ex primera dama Melania Trump, presidió el evento desde una tribuna con vistas al Monumento a Washington. Aunque oficialmente fue una conmemoración del Ejército, la coincidencia (¿fortuita?) con su cumpleaños no pasó desapercibida. Los asistentes ondeaban banderas estadounidenses a la par que indumentaria y merchandising pro-Trump, incluyendo camisetas con la leyenda “Trump 2024” y gorras con el lema “MAGA”.

Retirados como Larry Stallard, de 82 años, volaron desde ciudades como Kansas City solo para presenciar el desfile. “Soy veterano, piloto retirado, y Trump es uno de los mejores presidentes de mi vida”, dijo, resumiendo la emoción de muchos asistentes.

El mismo escenario, dos visiones enfrentadas

Sin embargo, mientras miles vitoreaban bajo los fuegos artificiales, el país ardía también en otro sentido. Protestas bajo la consigna “No Kings” (No a los Reyes) llenaron plazas desde Washington a Tallahassee, Charlotte y Atlanta.

En Atlanta, por ejemplo, agentes de policía recurrieron al gas lacrimógeno para dispersar a manifestantes que intentaban aproximarse a una autopista local. En Charlotte, la policía usó bicicletas como barricadas para contener una manifestación no autorizada. Los gritos de “¡Déjennos marchar!” y “¡No más nazis!” retumbaban entre los edificios del centro.

“Una nación bajo angustia” se leía en un cartel en Tallahassee, llevado por manifestantes que marchaban sin siquiera atreverse a cruzar la calle por miedo a represalias. El país parecía dividido no solo ideológicamente, sino físicamente.

Resistencia costera: protesta ante la militarización

Las críticas no se limitaron al uso excesivo de fuerza preventiva. Grupos pacifistas organizaron protestas anticipadas en las cercanías de la Explanada Nacional. “Menos drones, más hogares” era el mensaje de una de las pancartas en Washington, cerca de una exhibición de equipo militar.

Wind Euler, una manifestante de 62 años, voló desde Arizona para unirse a las protestas. “Mi padre fue Marine en Iwo Jima y era republicano. Estaría horrorizado con este despliegue fascista”, dijo mientras mostraba una bandera ondeada al revés, símbolo de socorro nacional.

Especialmente controversiales fueron también las recientes decisiones de Trump de federalizar la Guardia Nacional en ciudades como Los Ángeles, lo que muchos ven como un acto de represión más que de protección.

Estados Unidos: ¿hacia una guerra cultural armada?

Este desfile y las protestas paralelas no hacen sino destacar lo que analistas como William Galston (Brookings Institution) llaman una “doble visión del patriotismo”. Para unos, amar a la patria es engrandecer su poderío militar; para otros, es cuestionar ese poder y exigir equidad, justicia y transparencia.

“Lo que hemos visto hoy”, afirma el historiador de Columbia, Eric Foner, “es una fotografía viva de una nación que está redefiniendo su identidad”.

Según el Pew Research Center, solo el 36% de los estadounidenses entre 18 y 29 años consideran el patriotismo como ‘muy importante’, mientras que ese número sube al 70% entre los mayores de 65 años. Una fractura generacional que también se vio reflejada durante este clivaje de celebraciones y marchas.

Bajo la superficie: los fantasmas de la historia

Estados Unidos ha tenido una larga historia de debates sobre la militarización del espacio civil. Eventos similares han ocurrido en el pasado, como el desfile de la victoria en 1945 o incluso el polémico evento por el Día de la Independencia organizado por Trump en 2019, conocido como “Salute to America”.

Pero esta vez, el contexto es más complejo: una democracia amenazada por tensiones internas, retórica electoral incendiaria y temor a nuevas restricciones a las libertades civiles.

¿Celebración o propaganda?

Pese a la imponente estética —con los “Golden Knights” del Ejército surcando el cielo y cañonazos de 21 salvas retumbando—, el desfile ha dejado una sensación ambigua. Para algunos, fue una reivindicación del orgullo nacional; para otros, el uso del Ejército como herramienta política. Tal como declaró el manifestante Bogner: “Esto no es patriotismo. Es propaganda”.

Finalmente, la escena del desfile ante el Monumento a Washington, con Trump a la cabeza, rodeado de oficiales militares, fue interpretada por muchos como un ensayo simbólico de poder concentrado en una figura; una alegoría de un sistema que resiste las transformaciones democráticas.

¿Y ahora qué?

Con la campaña de Trump para 2024 en plena marcha y manifestaciones masivas convirtiéndose en la norma, la pregunta que muchos se hacen es: ¿puede esta polarización institucionalizarse aún más? ¿Se está normalizando la confrontación directa entre el pueblo y el poder central?

El 14 de junio de 2025 será recordado como un día de profunda dualidad: entre tanques y pancartas, entre cánticos patrióticos y gritos de resistencia. Y como marca la historia de esta joven república, quizás el verdadero desafío de Estados Unidos no sea decidir quién la lidera, sino decidir qué tipo de nación quiere seguir siendo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press