Petróleo, guerra y geopolítica: cómo los ataques entre Israel e Irán están fortaleciendo a Rusia en su invasión a Ucrania
El conflicto en Medio Oriente impulsa los precios del crudo y complica la resistencia ucraniana frente al ejército ruso
La guerra en Ucrania amplificada por otro frente global
La guerra entre Rusia y Ucrania ha entrado en un nuevo y peligroso capítulo, no por movimientos estratégicos en el terreno del Dombás, ni por grandes avances tecnológicos en los sistemas de defensa aérea, sino por una variable externa que parece alterar todo el equilibrio internacional: el conflicto entre Israel e Irán.
Con el intercambio de ataques directos entre ambas potencias de Medio Oriente en junio de 2025, los precios del petróleo se dispararon hasta un 7% en cuestión de días. Aunque esto puede parecer una cifra más del mercado energético global, tiene implicaciones geopolíticas mucho más profundas. Esta subida de precios está fortaleciendo al Kremlin y debilitando al ejército ucraniano.
El petróleo: arma geopolítica rusa
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, fue tajante durante unas declaraciones recientes desde Kiev: “Los rusos se están fortaleciendo gracias al mayor ingreso por exportaciones de petróleo”. Esta afirmación podría parecer una obviedad, pero cobra una urgencia sin precedente en un contexto en el que gran parte del mundo apoya—al menos en el discurso—a la resistencia ucraniana.
Según datos de la Agencia Internacional de Energía, Rusia sigue exportando millones de barriles de petróleo diarios, en buena parte gracias a que muchos países no han implementado o han relajado los techos de precios (price caps) sugeridos por Occidente. Esto significa que el Kremlin sigue llenando sus arcas, a pesar de sanciones previas, y utiliza esos ingresos para financiar su aparato militar.
Una guerra, muchos frentes: Israel y la distracción del aliado estadounidense
Otro de los asuntos que preocupa seriamente a Zelenskyy es la creciente priorización de los intereses estadounidenses en Medio Oriente frente a los compromisos previamente adquiridos con Ucrania. El mandatario denunció que un lote de 20.000 misiles interceptores —cruciales para contrarrestar los drones Shahed fabricados en Irán y usados por Rusia— fue redirigido hacia Israel.
“Para nosotros fue un golpe”, confesó Zelenskyy, al señalar que su país enfrenta ataques diarios de entre 300 y 400 drones, de los cuales algunos logran atravesar las defensas ucranianas y causar daños mortales.
Además, mencionó el caso de un sistema de defensa aérea tipo Barak-8 que Israel prometió enviar a Ucrania, pero que terminó siendo enviado a Estados Unidos para refacciones y nunca fue entregado.
Coaliciones debilitadas y compromisos divididos
En este escenario, la llamada Coalición de Los Dispuestos, una alianza de 31 países que supuestamente velan por fortalecer el apoyo a Ucrania, también comienza a mostrar signos de agotamiento. Zelenskyy reconoció públicamente que el respaldo occidental ha perdido impulso, especialmente porque Europa parece poco inclinada a actuar sin el aval o la participación directa de Estados Unidos.
“Esta situación ha mostrado que Europa aún no ha decidido que estará completamente con Ucrania si América no está”, advirtió el líder ucraniano.
Una de las propuestas contempladas por esta coalición es la creación de una “fuerza de tranquilidad” internacional, con el objetivo de garantizar la seguridad y persuadir a Kyiv de hacer ciertas concesiones territoriales. Es la primera vez que el presidente ucraniano vincula de forma abierta la presencia extranjera con la posibilidad de negociar parte del territorio en disputa.
El ajedrez diplomático: Trump, Europa y sanciones
La figura de Donald Trump, presidente de Estados Unidos en 2025, se vuelve un actor clave en todo este tablero geopolítico. Zelenskyy confirmó que planea abordar personalmente la problemática con él. Ucrania necesita garantías sólidas de que la superpotencia no los abandonará en medio del fuego cruzado global.
Sin sanciones más duras contra Rusia, Zelenskyy lo expresa con brutal franqueza: “Será muy difícil para nosotros”. Este vacío de liderazgo ha obligado a Kiev a aumentar la presión sobre los países europeos para incrementar su ayuda militar, algo que hasta la fecha ha sido errático.
Rusia gana tiempo y terreno: drones, cuerpos y propaganda
Mientras tanto, Rusia sigue avanzando militarmente en la región del Donetsk, afirmando haber tomado el pueblo de Zelenyi Kut. También mantiene una fuerte actividad aérea con el lanzamiento de 58 drones en una sola noche, aunque las defensas ucranianas afirman haber interceptado 43 de ellos mediante destrucción o interferencia.
En paralelo, ocurre otra historia al margen del frente: el canje de cadáveres y prisioneros. En un esfuerzo humanitario derivado de las conversaciones de paz en Estambul el 2 de junio, Rusia ha entregado 1.200 cuerpos de soldados ucranianos caídos, aunque Ucrania no ha devuelto cuerpos rusos todavía. Aunque pequeño, se trata del único resultado tangible de dichas negociaciones, mientras las condiciones propuestas por ambas partes siguen siendo totalmente incompatibles.
Israel lanza advertencias nucleares y el caos se extiende
Paralelamente, el Ministerio de Defensa de Israel ha lanzado la advertencia más agresiva en lo que va del año: “Teherán arderá” si continúan los ataques iraníes. El conflicto escaló rápidamente con bombardeos a instalaciones nucleares iraníes, incluyendo puntos clave en Isfahan y Kermanshah, confirmados mediante imágenes satelitales.
La tensión alcanzó el nivel diplomático más alto cuando el nuevo Papa, León XIV, hizo un fuerte llamado a detener la escalada: “Nadie debería amenazar la existencia de otro”. También el Secretario General de la ONU, António Guterres, pidió el cese inmediato de las hostilidades.
En medio de todo ello, las conversaciones nucleares entre Estados Unidos e Irán han quedado suspendidas, una noticia que complica todavía más los equilibrios globales, y evidencia que la diplomacia ha cedido terreno ante el lenguaje de los misiles.
¿El fin del multilateralismo funcional?
Uno de los aspectos más preocupantes de estos sucesos es cómo la interconexión de conflictos regionales puede poner en jaque la estabilidad global. Lo que comienza como una disputa en Medio Oriente termina reconfigurando alianzas y prioridades en Europa del Este. Las estructuras internacionales—ONU, OTAN, UE—se ven incapaces de manejar múltiples crisis al mismo tiempo.
La dependencia energética de Europa, la debilidad de la coalición internacional, y la fragmentación del compromiso estadounidense colocan a Ucrania en una situación extremadamente vulnerable. Rusia, que fue aislada tras la invasión de 2022, hoy se ve favorecida por un repunte económico gracias a la subida del petróleo y debilitamiento del enfoque global sobre su ofensiva militar.
¿Hacia dónde vamos?
Zelenskyy advierte que Ucrania está dispuesta a mostrar flexibilidad, pero necesita garantías externas. Esta declaración podría interpretarse como la base de una futura negociación, una que reconozca que Ucrania no tiene fuerza suficiente para recuperar todos los territorios ocupados por Rusia sin apoyo directo de las grandes potencias.
En ese sentido, lo que actualmente se libra en el Medio Oriente no es solo una guerra regional: es una gran maniobra de ajedrez que podría cambiar el equilibrio de poder en Europa del Este. Y por ahora, el Kremlin tiene una posición envidiable.
¿Será que, una vez más, el precio del petróleo decida el desenlace de una guerra?