Créditos estudiantiles en EE. UU.: El regreso de los pagos y el desplome de millones de puntajes crediticios

La reactivación del cobro de préstamos estudiantiles sacude las finanzas personales de millones de estadounidenses en medio de una economía frágil

Una bomba de tiempo financiera activada en 2025

Después de un respiro de tres años debido a la pandemia, la bomba de tiempo de los préstamos estudiantiles federales en Estados Unidos ha vuelto a estallar. Desde octubre de 2024, cuando terminó oficialmente el período de gracia otorgado por la administración Biden, millones de prestatarios enfrentan nuevamente la obligación de pagar sus deudas estudiantiles. Pero la situación económica actual —marcada por la inflación elevada, altas tasas de interés y desempleo creciente— ha dejado a muchos sin recursos suficientes para cumplir con estas obligaciones financieras.

El resultado: una caída masiva en las puntuaciones de crédito. Según el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, solo durante los tres primeros meses de 2025:

  • 2.2 millones de prestatarios vieron caer su puntaje en 100 puntos o más.
  • 1 millón sufrió descensos de 150 puntos o más.

Este desplome tiene consecuencias serias: desde tasas de interés abusivas en tarjetas de crédito hasta la negación de arrendamientos o hipotecas. En gran parte, el renacimiento del problema se debe a que la administración Trump reinició el proceso de cobranza estatal en 2025, permitiendo embargos salariales y la incautación de reembolsos fiscales.

Una población joven en el abismo financiero

Historias como la de Kat Hanchon, una profesional de marketing radicada en Detroit, se multiplican. Kat, de 33 años, experimentó una caída de 57 puntos en su crédito, llevándola a una puntuación subprime (

En entrevista, comentó:

“No voy a poder pagar eso. Estoy pagando tratamientos médicos. Pero no soy la única en esta situación hoy en día.”

Mientras tanto, Dom Holmes, de 28 años, trabajador de una ONG en Pennsylvania, descubrió una mañana que su puntaje había caído 70 puntos de la noche a la mañana. Nunca recibió una notificación, pero ya se encontraba en mora.

“Estoy en la edad ideal para formar una familia y comprar casa. Pero ahora me han destruido financieramente.”

Demoras, poca transparencia e ignorancia sistémica

Muchas de estas situaciones tienen como común denominador la falta de comunicación efectiva. Según el Departamento de Educación, los prestatarios deben recibir avisos de pago tres semanas antes del vencimiento. La realidad, sin embargo, difiere. Numerosos usuarios están denunciando que jamás recibieron notificaciones, mientras que los tiempos de espera para comunicarse con los loan servicers son excesivos.

Esto se agrava con los despidos dentro del propio Departamento de Educación, recortado bajo la nueva administración. Esto ha generado una crisis de servicio justo cuando millones necesitan orientación urgente.

El mismo Holmes está apelando la baja de su puntaje, un proceso lento y sin garantías. El tiempo perdido puede significar la imposibilidad de mudarse, de obtener una tarjeta de crédito razonable o de consolidar otras deudas.

¿Por qué duele tanto el puntaje de crédito?

Según el sistema crediticio estadounidense, una baja en el puntaje FICO influye negativamente en todos los aspectos financieros:

  • Arrendamientos: los caseros exigen un mínimo para garantizar el alquiler.
  • Tarjetas de crédito: como medida de seguridad, las tasas aumentan si el puntaje baja.
  • Préstamos personales: bancos y cooperativas cierran sus puertas a perfiles de riesgo.
  • Teléfonos y servicios: incluso las compañías de internet y celulares requieren un puntaje saludable.

Jerarquía de pagos: ¿qué dejas de pagar primero?

Kevin King, vicepresidente de Riesgo Crediticio en LexisNexis, analizó el fenómeno desde otra perspectiva: la del comportamiento del deudor. Según King, los consumidores siguen una jerarquía de pagos donde lo último en pagar solía ser el préstamo estudiantil. Pero eso está cambiando.

“Con el gobierno aplicando sanciones como el embargo de salarios, el préstamo estudiantil puede escalar en prioridad, desplazando incluso al pago de tarjetas u otros préstamos.”

King también remarca la gran confusión que ha causado el vaivén de decisiones políticas: condonaciones aprobadas y posteriormente revocadas, cambios constantes de administraciones y retórica política contradictoria.

¿Quiénes están más afectados?

Aunque se ha puesto énfasis en los jóvenes, el 25% de los prestatarios con préstamos estudiantiles está en mora (más de 90 días sin pagar), y los grupos más afectados son los mayores de 40 años, según la Fed de Nueva York.

Andrew McCall, de 58 años y residente en Idaho, relata su experiencia con $30,000 aún pendientes de pagar.

“No puedo cumplir con pagos de $250 mensuales. Me preocupa cómo esto me afectará para renovar mi hipoteca o asegurar mi auto.”

McCall denuncia que el sistema mismo es una trampa de deuda estructural. La puntuación de crédito se convierte en una suerte de estratificador social, separando oportunidades como si fuera una especie de clase moderna.

¿Qué pasa con las políticas de condonación?

La decisión de la Corte Suprema en 2023, que bloqueó el intento de la administración Biden de cancelar hasta $20,000 por prestatario, dejó al descubierto el problema estructural: más de 45 millones de personas tienen deudas estudiantiles en EE. UU., por un total que supera los $1.7 billones de dólares.

Algunos programas como SAVE Plan o el Income-Driven Repayment Plan (IDR) intentan hacer los pagos proporcionales a los ingresos, pero sus resultados han sido mixtos y su implementación está lejos de ser universal.

El espejo roto del sueño americano

El relato tradicional ha sido siempre el mismo: “Estudia y trabaja duro; lograrás una vida mejor”. Pero para muchos como Dom Holmes, ese sueño se ha agrietado.

“Fui el primero de mi familia en graduarse. Y ahora me duele ver que ese esfuerzo me ha llevado a deudas impagables.”

La paradoja infame de endeudarse para tener acceso a oportunidades, y que dichas deudas se conviertan en un obstáculo para progresar, se ha vuelto un rasgo esencial del sistema educativo-financiero estadounidense.

Entre jubilados pagando sus préstamos, jóvenes con puntajes peor que los criminales y madres solteras eligiendo entre pagar un préstamo o una visita al dentista, se está gestando una tormenta que pone en jaque no solo al individuo, sino también a la economía nacional.

El costo de no resolver este problema puede ser mayor que cualquier rescate financiero: la pérdida de la fe en la movilidad ascendente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press