La muerte de Albert Ojwang: entre la brutalidad policial y el clamor ciudadano en Kenia
La trágica muerte del blogger keniano mientras estaba bajo custodia reaviva antiguos fantasmas del uso excesivo de la fuerza y la represión en el país
Un nombre, una protesta: ¿Quién fue Albert Ojwang?
Albert Ojwang, un joven blogger keniano, saltó trágicamente a la atención pública tras su sospechosa muerte dentro del sistema policial el pasado 8 de junio de 2025. Arrestado dos días antes en la región occidental de Kenia por haber presuntamente difamado al Subinspector General de Policía, Eliud Langat, Ojwang fue trasladado más de 400 kilómetros hasta Nairobi. Lo que aparentemente inició como otra detención arbitraria relacionada con publicaciones en redes sociales, terminó convirtiéndose en una causa nacional y símbolo de protesta contra la brutalidad policial.
Una explicación oficial poco creíble
Según el reporte policial, Ojwang murió al golpearse la cabeza contra el muro de su celda en la Central Police Station de Nairobi. Esta descripción oficial fue inmediatamente cuestionada por su familia y organizaciones defensoras de derechos humanos. Un informe forense independiente esclareció los hechos: la causa de muerte fue una combinación de traumatismo craneoencefálico, compresión cervical e indicios claros de agresión física extendida por todo el cuerpo, lo que apunta hacia un caso de violencia policial.
La ola de indignación popular y las consecuencias políticas
Tras conocerse la noticia, las calles de Nairobi ardieron con protestas masivas. Manifestantes exigieron justicia por Ojwang mientras coreaban lemas contra la impunidad policial. Hubo heridos entre manifestantes y policías, y se registraron incontables daños materiales.
En respuesta, el Subinspector General Langat, cuyo nombre aparecía como el denunciante principal de Ojwang, anunció el pasado lunes que “daba un paso al costado” mientras continuaban las investigaciones, aunque no admitió responsabilidad directa:
“Me comprometo a cooperar en todo lo que sea necesario durante las investigaciones de este lamentable incidente”, expresó Langat en un comunicado oficial.
Detención de oficiales implicados y promesas del gobierno
La detención reciente de dos oficiales —entre ellos el jefe de la comisaría central, Samson Talam— es vista por algunos como un primer paso, pero insuficiente. El presidente William Ruto intervino finalmente el viernes con un mensaje enérgico:
“Mi gobierno protegerá a los ciudadanos de los oficiales policiales corruptos. No toleraremos ejecuciones extrajudiciales”, afirmó Ruto.
No obstante, estas palabras han sido recibidas con escepticismo. No es la primera vez que el jefe de Estado keniano promete una reforma profunda al cuerpo policial.
Antecedentes inquietantes: la persistencia del abuso institucionalizado
La historia de Kenia está plagada de denuncias por brutalidad policial, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. Durante las protestas contra las reformas fiscales en 2024, al menos seis activistas desaparecieron y más de una docena de personas perdieron la vida, muchas tras ser vistas por última vez en manos de la policía, según informes de Amnistía Internacional.
Además, un estudio del Human Rights Watch indicó que entre 2020 y 2023, más de 150 personas murieron en Kenia en contextos relacionados con abusos policiales, un número alarmante para un país que formalmente vive en democracia con instituciones "funcionales".
El papel de las redes sociales y la represión digital
La detención de Ojwang trae consigo una preocupación añadida: el creciente uso de la ley para silenciar a las voces críticas en entornos digitales. El joven fue acusado de "difamar" a una figura de autoridad por sus publicaciones en redes sociales, lo que reaviva el debate sobre la libertad de expresión en la era digital en África.
Según datos de CIPESA (Collaboration on International ICT Policy for East and Southern Africa), más de 400 cuentas han sido investigadas en Kenia en los últimos tres años por publicaciones que critican a autoridades, mientras crece el uso de acusaciones de difusión de "noticias falsas" como herramienta para amedrentar a periodistas y ciudadanos.
Protestas con precedentes: la constante lucha contra el sistema
El asesinato de Albert Ojwang encaja dentro de una cronología más amplia de activismo confrontado por represión institucional. Desde las protestas estudiantiles por el alza de tarifas universitarias en 2019 hasta las huelgas obreras reprimidas violentamente en 2020, la historia reciente del país muestra un patrón claro: método punitivo, persecución al disidente y manipulación de narrativas oficiales.
En palabras de Maina Kiai, ex relator de la ONU sobre derechos de reunión pacífica:
“Cada vez que un joven keniano toma un micrófono o un teléfono para cuestionar el poder, corre el riesgo de desaparecer o morir. No podemos seguir permitiendo esta normalización del terror.”
¿Un punto de quiebre o una tragedia más?
La respuesta a la muerte de Ojwang parece ser más del pueblo que del Estado. Organizaciones de la sociedad civil, jóvenes influencers y abogados están exigiendo una reforma estructural del aparato de justicia y seguridad en Kenia. Desde peticiones para la creación de un tribunal especial hasta iniciativas para grabar en video todas las detenciones, las soluciones están sobre la mesa.
Sin embargo, diferentes analistas señalan que difícilmente se implementarán cambios reales si los altos funcionarios del poder ejecutivo siguen protegiendo a las fuerzas de seguridad.
La presión internacional también se intensifica. Embajadas occidentales y organismos como Human Rights Watch, la ONU y Reporteros Sin Fronteras han pedido explicaciones formales al gobierno de Ruto. Incluso el Parlamento Europeo ha emitido un pronunciamiento condenando las acciones policiales y exigiendo justicia “transparente e independiente”.
Una generación que no callará
Lo que es indiscutible es que la juventud keniana ha encontrado su voz más allá del miedo. Las protestas por Ojwang no han sido solamente una defensa individual, sino una reafirmación del derecho colectivo a la dignidad y la libre expresión. A través de hashtags como #JusticeForOjwang y campañas virales en TikTok e Instagram, miles se han unido a esta lucha.
La pregunta sigue en el aire: ¿será Albert Ojwang un catalizador de cambio o simplemente otro nombre olvidado en la lista interminable de luchadores silenciados? Esta es una interrogante que sólo el tiempo, y la presión constante del pueblo keniano, podrá responder.