Olas planetarias y clima extremo: ¿Está el calentamiento global haciendo colapsar el verano?

Un incremento triplicado en las olas atmosféricas estacionarias intensifica las olas de calor, inundaciones y sequías en todo el planeta

El cambio climático no solo calienta la atmósfera, también distorsiona la manera en que se organizan las masas de aire alrededor del planeta. Un nuevo estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences revela que los eventos extremos de clima vinculados con las llamadas "olas planetarias" se han triplicado en los últimos 75 años, producto directo del calentamiento global impulsado por la actividad humana.

¿Qué son las olas planetarias y por qué importan?

Las olas planetarias, también conocidas como ondas de Rossby, son grandes ondulaciones atmosféricas que recorren el hemisferio norte. Cuando estas ondas se amplifican –en lo que los científicos llaman amplificación cuasi-resonante (QRA)– provocan que el jet stream (la corriente en chorro) se vuelva extremadamente ondulado. Este patrón puede ocasionar que ciertos sistemas meteorológicos, como altas o bajas presiones, se "atornillen" durante semanas.

Esto significa que aquellas zonas bajo sistemas de alta presión pueden enfrentar olas de calor duraderas y sequías devastadoras, mientras que otras, bajo centros de baja presión, reciben lluvias torrenciales o inundaciones prolongadas.

Un fenómeno en aumento: de uno a tres eventos extremos por verano

De acuerdo con los autores del estudio, incluido el renombrado climatólogo Michael Mann de la Universidad de Pensilvania, en los años 50 el planeta experimentaba en promedio un solo evento de este tipo cada verano. Hoy, más de siete décadas después, ese número ha subido a tres.

"Este estudio muestra claramente otro mecanismo mediante el cual las actividades humanas están alterando el sistema climático, lo que nos expone a eventos veraniegos extremos más frecuentes e intensos", comentó Jennifer Francis, científica del Woodwell Climate Research Center, quien no participó directamente en el estudio.

Casos recientes: Pacific Northwest, Rusia y Europa

Eventos recientes como la ola de calor sin precedentes de 2021 en el noroeste del Pacífico, la catástrofe rusa de 2010, las inundaciones en Pakistán y el verano mortal de Europa en 2003 han sido ligados a estos fenómenos de ondas planetarias amplificadas.

"En el verano de 2018 fue un claro ejemplo: tuvimos alta presión estacionaria en el oeste de EE. UU. y baja presión al este. El oeste sufrió calor récord, sequía y grandes incendios forestales, mientras el este recibió lluvias excesivas durante semanas", explicó Mann.

El Ártico se calienta más rápido: desencadenante del problema

Uno de los hallazgos más alarmantes del estudio es la conexión entre este patrón y el rápido calentamiento del Ártico, que ocurre a un ritmo tres o incluso cuatro veces más veloz que en las latitudes inferiores.

Este calentamiento diferencial ha reducido la diferencia de temperatura entre los trópicos y el Ártico, debilitando la corriente en chorro. Como resultado, las olas planetarias se ralentizan, se amplifican más fácilmente y tienden a quedarse "estancadas" por semanas.

El impacto combinado con eventos naturales como El Niño

Después de un evento de El Niño –un fenómeno natural de calentamiento en el Pacífico central– tienden a aumentar estas olas estacionarias QRA. Como el verano de 2024 coincide con un reciente El Niño, los modelos sugieren que será más propenso a eventos meteorológicos extremos, advirtió Mann.

¿Por qué los modelos climáticos no lo anticiparon?

Aunque los climatólogos han predicho por años que el cambio climático traería fenómenos extremos, la magnitud de estos eventos ha sorprendido incluso a los científicos.

Según Mann, esto se debe a que los modelos computacionales actuales aún no logran capturar correctamente el fenómeno de la resonancia de olas planetarias. Esto podría explicar por qué muchas simulaciones a largo plazo subestiman la frecuencia e intensidad de olas de calor, sequías e inundaciones.

Más allá del calentamiento: múltiples factores agravan el problema

Jennifer Francis subraya que esta resonancia se suma a otros factores ya nocivos: el incremento general de la temperatura, la mayor evaporación, y la humedad incrementada en la atmósfera. Todos estos contribuyen al desarrollo de eventos meteorológicos cada vez más extremos y destructivos.

Si las emisiones de gases de efecto invernadero no se reducen significativamente, los efectos ya preocupantes del cambio climático podrían empeorar aún más.

"Las olas de calor durarán más, cubrirán áreas más extensas y serán más intensas. Las sequías destruirán más cultivos. Las precipitaciones excesivas causarán pérdidas materiales inmensas". — Jennifer Francis, climatóloga

Implicaciones globales: ciudades vulnerables y economías en riesgo

  • En Europa, eventos como el verano de 2003 causaron la muerte de alrededor de 70,000 personas.
  • En Pakistán, las inundaciones de 2010 afectaron a 20 millones de personas y dejaron más de 2,000 muertos.
  • La ola de calor del noroeste del Pacífico en 2021 rompió todos los registros, provocó cientos de muertes y colocó a ciudades como Portland, Oregón, y Vancouver al límite de su capacidad.

Las pérdidas económicas también son enormes. Según Swiss Re Institute, solo en 2023 las catástrofes por clima extremo provocaron daños por más de 250 mil millones de dólares a nivel mundial.

¿Qué podemos hacer?

Los científicos insisten en que la clave está en reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente aquellas derivadas de la quema de combustibles fósiles. También urge mejorar los modelos climáticos para incorporar estos mecanismos complejos y hacerlos más precisos a la hora de predecir extremos climáticos.

Además, los sistemas urbanos y agrícolas deberían adaptarse mejor a un clima impredecible: infraestructura resiliente, cultivos resistentes a sequías e inundaciones, y planes de emergencia climática más robustos.

Un panorama sombrío, pero no irreversible

La evidencia es contundente: el planeta se está volviendo más extremo en verano, con olas de calor que rompen récords, lluvias que colapsan ciudades y sequías que devoran campos agrícolas. Y no se trata solo de un verano caluroso más: es una nueva realidad climática que exige atención urgente.

“No se trata del clima del futuro, ya estamos viviendo el cambio”, dice Mann con contundencia. La ciencia ya no habla en condicionales: la era de los veranos extremos ya está aquí.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press