Trump endurece su retórica migratoria mientras sella un polémico acuerdo comercial con Reino Unido

Las tensiones políticas escalan en EE. UU. mientras la estrategia de Trump combina promesas comerciales con ofensivas migratorias centradas en bastiones demócratas

Trump: comercio con el Reino Unido, pero sin acero

En un movimiento que parece mezclar diplomacia económica con cálculo electoral, el expresidente Donald Trump y el primer ministro británico Keir Starmer anunciaron en Alberta, Canadá, la firma de un nuevo acuerdo comercial bilateral entre Estados Unidos y Reino Unido. El acuerdo busca reducir drásticamente los aranceles para bienes entre ambos países, aunque queda fuera uno de los sectores clave: el acero.

El anuncio pretende brindar mayor acceso al mercado británico para productos estadounidenses como carne de res y etanol, a cambio de la reducción de impuestos a la importación en sectores automotrices británicos. Sin embargo, y pese al optimismo mostrado por ambos mandatarios, el acuerdo aún no entra formalmente en vigor, generando incertidumbre entre empresas británicas y estadounidenses.

Trump prometió que el acuerdo creará "muchos empleos e ingresos", un argumento reiterado en sus campañas anteriores. Starmer sostuvo que la implementación del acuerdo estaba en "etapas finales", aunque no se detallaron fechas concretas.

Inconsistencias en las políticas migratorias

Simultáneamente, Trump ha intensificado su enfoque en ciudades gobernadas por demócratas para realizar redadas migratorias, mientras pausa la aplicación de leyes migratorias en industrias como el turismo y la agricultura, sectores fuertemente dependientes de mano de obra inmigrante.

Esta decisión ha generado desconcierto en activistas y trabajadores migrantes. José Abel García, un trabajador guatemalteco en California, afirmó: “Él solo habla. Las redadas siguen pasando”. García, como muchos otros inmigrantes en áreas como Los Ángeles y Chicago, vive con temor constante a ser deportado, incluso si las redadas en su sector han sido reducidas temporalmente.

Ciudades demócratas como blanco político

Trump ha focalizado sus acciones migratorias en Chicago, Nueva York y Los Ángeles, ciudades que considera "núcleos del poder demócrata”. Esta estrategia, más allá de su componente legal, parece guiada por tácticas electorales. El gobernador de California, Gavin Newsom, calificó la decisión como un intento de “incitar violencia y caos en estados azules”.

Desde la oposición, el congresista Jesús “Chuy” García acusó a Trump de usar la política migratoria como un medio de represión: “Está intensificando estos ataques porque le asustan las movilizaciones masivas”.

Se ha prometido un mínimo de 3,000 redadas diarias, muy por encima del promedio de 650 durante los primeros meses del segundo mandato de Trump, según fuentes de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU.).

La pausa en redadas laborales: ¿un giro estratégico?

Contra lo que era habitual en su primer mandato, Trump ahora ha ordenado una pausa en redadas migratorias dentro de sectores económicos clave, como la agricultura, hoteles y restaurantes. Una política sorprendente, considerando el énfasis anterior en realizar operativos en plantas de procesamiento de carne o fábricas textiles.

En 2019, su administración supervisó la mayor redada migratoria en centros laborales en una década, con arrestos masivos en plantas avícolas de Mississippi. Sin embargo, recientemente en Omaha, tras una redada en una planta de carne, las críticas y reacciones empresariales fueron intensas, alegando cumplimiento de la ley por parte de los empleadores.

Incluso Trump admitió en su red social Truth Social que estas redadas estaban eliminando “buenos trabajadores de mucho tiempo” y que era difícil reemplazarlos, evidenciando un reconocimiento, aunque implícito, de la dependencia estructural de EE.UU. hacia la fuerza laboral migrante.

Redes de defensa comunitarias y activismo en aumento

Ante el endurecimiento del discurso migratorio, redes de patrullaje comunitario han resurgido en áreas urbanas donde ICE ha incrementado su presencia. Activistas como Francisco “Chavo” Romero en Los Ángeles han organizado vigilancia en estaciones del Metro y barrios de alta densidad inmigrante.

Ellos duplican su presión, nosotros la triplicamos”, afirmó Romero. Estas iniciativas van acompañadas de acciones legales, educación sobre derechos y procesos de organización barrial.

Contradicciones internas y críticas desde el campo republicano

Trump ha sido criticado también por falta de coherencia dentro de su estrategia. Mientras anuncia pausas en sectores económicos clave, simultáneamente acusa sin fundamentos a los demócratas de usar a inmigrantes indocumentados para “robar elecciones”.

Organismos como el Migration Policy Institute recuerdan que este dilema entre aplicar la ley y no desestabilizar sectores clave lleva décadas de historia. Doris Meissner, excomisionada del INS, recuerda: “Siempre es el mismo dilema: si persigues a los empleadores, afecta la economía. Si solo detienes a los trabajadores, el problema reaparece en dos semanas”.

Conflicto interinstitucional en Carolina del Norte

En un capítulo paralelo de esta tensión entre poderes, un grupo de jueces en Carolina del Norte invalidó parcialmente un recurso del gobernador demócrata Josh Stein, quien luchaba por preservar su poder de nombrar al jefe de la Patrulla de Carreteras del estado.

Los jueces argumentaron que no había base constitucional suficiente para su reclamo. Esta es parte de una serie de medidas recientes del legislativo estatal, de mayoría republicana, para restar poder a la rama ejecutiva controlada por demócratas.

Stein sostiene que la ley rompe el equilibrio de poderes, mientras los republicanos alegan que no hay conflicto directo entre el gobernador y el actual comandante, designado en una administración previa.

Los efectos electorales de la retórica migratoria

En un año preelectoral clave, estas decisiones —desde el comercio internacional hasta la seguridad pública y la inmigración— responden a una estrategia de confrontación que busca consolidar una narrativa polarizadora.

El denominador común es claro: dividir y movilizar. Fragmentar la conversación pública en torno a conceptos de "ciudades santuarios" frente a "ciudades legales" o "acuerdos con aliados" frente a "traiciones económicas". En todo caso, el impacto inmediato lo sienten comunidades vulnerables, trabajadores inmigrantes escondidos y gobiernos locales debilitados.

Como resumió Jorge Lima, hijo de padres inmigrantes que trabajan en fábricas textiles en California: “Ya no salen de casa, tienen miedo, pero tienen que comer”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press