“F1” con Brad Pitt: entre el rugido de los motores y el rugido de los clichés

Una mirada crítica, emocionante y llena de octanos al nuevo drama deportivo sobre la Fórmula 1 dirigido por Joseph Kosinski

Un regreso cinematográfico cargado de adrenalina

Joseph Kosinski vuelve al mundo de la velocidad cinematográfica tras su éxito con “Top Gun: Maverick”, y esta vez lo hace a bordo de monoplazas de alta competencia. Con “F1: La Película”, el realizador se sumerge en el universo de la Fórmula 1, armando un espectáculo audiovisual que, aunque técnicamente brillante, no termina de despegar emocionalmente.

Brad Pitt interpreta a Sonny Hayes, un piloto veterano que, décadas después de haber abandonado la F1 tras un accidente, regresa para guiar a una escudería en decadencia. Esta historia de redención y mentoría pisa el acelerador temáticamente con ideas ya vistas, pero que aún generan cierta tracción.

La estética de la velocidad

Uno de los puntos más altos es, sin duda, la factura técnica. El director de fotografía Claudio Miranda, conocido por trabajos como “Life of Pi” y colaborador habitual de Kosinski, logra capturar la intensidad del automovilismo de una forma visceral e inmersiva. La cámara entra y sale del cockpit con fluidez, brindando una sensación casi táctil de estar dentro del monoplaza. Las secuencias en circuitos reales como el legendario Silverstone son una delicia visual.

El insustituible Hans Zimmer, por su parte, proporciona una banda sonora que refuerza la tensión y emoción con cada aceleración y rebasa musicalmente los límites en momentos claves. La sincronización entre imagen y sonido recuerda claramente a “Top Gun: Maverick”, creando una experiencia sensorial única en salas de cine.

Brad Pitt, el piloto zen

Pitt adopta una postura mesurada, introspectiva y con ese carisma relajado que tanto lo caracteriza. Lejos de ser un héroe de acción impulsivo, su Sonny es casi un samurái del volante: tranquilo, solitario y meditativo. Tal como enfrentó a Bruce Lee con una sonrisa irónica en “Once Upon a Time in Hollywood”, enfrenta cada curva con mística y experiencia, lo cual choca (literalmente) con el mundo de jóvenes impulsivos y estadísticas que domina la F1 moderna.

Un coche narrativo con el motor encendido, pero sin dirección clara

El guion de Ehren Kruger —quien también trabajó en “Top Gun: Maverick”— intenta construir una historia con corazón y rivalidad clásica: el veterano vs. el novato. Damson Idris interpreta a Noah Pearce, un joven piloto estrella cuya relación con Sonny inicia en la tensión y encuentra eventual redención en la alianza. Sin embargo, el personaje de Pearce está limitado a una evolución básica que recae en el trillado arco de "joven talentoso aprende disciplina del maestro veterano".

La presencia de Javier Bardem como Ruben Cervantes, dueño de la escudería en desgracia, añade peso actoral a la propuesta, aunque su personaje queda atrapado en clichés del empresario desesperado empeñado en redimirse financieramente a través de un último gran logro.

Kate McKenna: el alma ingenieril del equipo

En este universo hipermasculino cargado de adrenalina y testosterona, quien realmente aporta equilibrio es Kerry Condon, interpretando a Kate McKenna, directora técnica del equipo. Su química con Pitt es innegable, y su papel escapa de los estereotipos para convertirse en un punto ancla de racionalidad emocional.

Condon, ya aclamada por su rol en “The Banshees of Inisherin”, actúa como una especie de brújula narrativa cada vez que el guion amenaza con perderse en discursos motivacionales y sobreexplicaciones poco sutiles.

Verosimilitud y espectáculo con el sello de Hamilton

Uno de los elementos más destacables de “F1” es su enfoque en la autenticidad. La producción contó con la colaboración del legendario Lewis Hamilton como productor ejecutivo, y el nivel de detalle técnico sobre cómo funciona una escudería es impresionante. Desde la teledirección de los pit stops hasta la telemetría, todo está presentado con precisión casi documental.

Eso sí, para el espectador poco familiarizado con el deporte, esto puede volverse una sobrecarga de datos. Aquí es donde la película opta por recurrir al comentario en voz en off, una solución comprensible pero que a veces interrumpe la inmersión emocional.

Una apuesta comercial en la era del streaming y los algoritmos

Que Apple Studios tomara la decisión de producir una película de este calibre sobre la F1 dice mucho del auge de este deporte en la cultura popular estadounidense. Desde la llegada de “Formula 1: Drive to Survive” a Netflix, la F1 ha ganado millones de seguidores nuevos en América, siendo este film un siguiente paso lógico en esa expansión cultural.

La combinación de espectáculo visual, estrella de renombre, drama deportivo y producción de alto nivel apunta claramente a cautivar tanto a fanáticos de la velocidad como a nostálgicos de los “films de superación”.

¿La nueva “Rush” o una “Días de Trueno” disfrazada?

Sin evitar comparaciones, “F1” recuerda en tono, estructura y estética a películas como “Rush” de Ron Howard o incluso al clásico “Días de Trueno” con Tom Cruise. Pero a diferencia de estas, “F1” se siente más calculada y menos visceral emocionalmente. La precisión técnica roba protagonismo al alma narrativa.

Y aunque hay momentos en los que el motor ruge sin necesidad de diálogos ni discursos, hay otros tantos en los que las sobreexplicaciones restan impacto. Como si, temerosa de no conectar con la audiencia general, la película decidiera gritar lo que debería transmitir con silencio y velocidad.

Un homenaje que no llega a pole position

“F1” es, indudablemente, una carta de amor al automovilismo. Pero también lo es al cine-arte comercial bien producido con estrellas carismáticas, tomas espectaculares y un sonido envolvente. Su punto más débil radica en la falta de riesgo narrativo y en apoyarse en fórmulas ya probadas.

Con sus 155 minutos de duración, podría haberse beneficiado de unos cuantos cortes en boxes narrativos. Aun así, hay suficiente en juego como para dejarte con una sonrisa de medio circuito: satisfecho por la carrera, aunque quizás no eufórico al subir al podio.

Si eres fan del cine de deportes, de los rugidos de motores o simplemente de Brad Pitt a punto de los 60 aún dominando la pantalla, “F1” es una visita obligada. ¿Será esta película parteaguas para futuros dramas de Fórmula 1 ahora que el público estadounidense está encendido por las carreras? Solo el semáforo nos lo dirá.

"F1" tiene clasificación PG-13 por lenguaje fuerte y secuencias de acción, y se estrena globalmente bajo el sello de Warner Bros.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press