Gaza entre el hambre y la guerra: una tragedia humanitaria ignorada

La lucha por alimento en medio del asedio israelí cobra la vida de decenas de palestinos mientras la comunidad internacional debate sin actuar

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Por Redacción

Una tragedia que se repite: morir por un pedazo de pan

Este martes se reportó la muerte de al menos 45 palestinos en la Franja de Gaza cuando aguardaban en medio del caos y la desesperación la llegada de camiones con ayuda alimentaria de la ONU y empresas privadas. Los hechos ocurrieron en circunstancias que aún no han sido esclarecidas del todo, pero que encajan en la dolorosa rutina que desde hace meses vive la población gazatí: salir a buscar comida es un acto suicida.

De acuerdo con el Ministerio de Salud de Gaza y fuentes hospitalarias locales, la matanza no parece estar relacionada directamente con el nuevo sistema de distribución de ayuda respaldado por Israel y Estados Unidos, aunque sí con la crítica situación de inseguridad en la zona, donde incluso recoger un saco de harina puede costarte la vida.

¿Qué está ocurriendo con la ayuda humanitaria?

Desde que Israel lanzó su ofensiva militar en octubre de 2023 como respuesta al ataque de Hamás, el flujo de ayuda humanitaria ha sido intermitente, está sujeto a restricciones militares israelíes y a una creciente falta de gobernabilidad en Gaza. Los centros de distribución de alimentos organizados bajo el apoyo conjunto de EE.UU. e Israel han sido escenario de violencia. Según testigos y autoridades gazatíes, soldados israelíes han disparado contra las multitudes que se acercan buscando provisiones.

La versión del ejército israelí es que sus tropas han respondido con "disparos de advertencia" ante movimientos sospechosos. Sin embargo, la cantidad de víctimas sugiere un uso de fuerza que muchos califican como desproporcionado. Organizaciones como Médicos Sin Fronteras y el Programa Mundial de Alimentos han denunciado repetidamente que el acceso humanitario está siendo politizado y militarizado.

El nuevo sistema de ayuda: ¿solución o parte del problema?

Israel ha implementado un nuevo modelo de distribución de asistencia alimentaria con el argumento de evitar que Hamás desvíe recursos para actividades armadas. Las autoridades israelíes afirman que este sistema es más seguro y transparente, pero varias agencias de Naciones Unidas y ONGs han rechazado públicamente esta estrategia, señalando que viola los principios humanitarios fundamentales al asignar a Israel un control total sobre quién recibe la ayuda y cuándo.

"Este nuevo sistema carece de transparencia, autonomía y eficacia. Compromete nuestra neutralidad y pone en peligro a nuestros trabajadores humanitarios", denunció Martin Griffiths, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU.

Hambruna inminente

Expertos advierten que Gaza está al borde de una hambruna generalizada. Según estimaciones de la Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna (FEWS NET), más del 80% de la población enfrenta niveles de inseguridad alimentaria clasificados como "emergencia" o peor. El suministro de alimentos es mínimo y las condiciones sanitarias se deterioran rápidamente.

Desde marzo, cuando se levantó parcialmente el bloqueo total impuesto por Israel desde los inicios de la ofensiva, Gaza ha visto entrar convoyes de ayuda, pero esta llegada es insuficiente e intermitente, y su distribución peligra por la falta de seguridad en el territorio. Según el Ministerio de Salud gazatí, más de 55,300 palestinos han muerto desde el inicio del conflicto, más de la mitad mujeres y niños.

¿Quién tiene el control?

Israel justifica su ofensiva militar como una respuesta al ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, que dejó 1,200 israelíes muertos y más de 250 rehenes. De ellos, más de 50 siguen en poder de los militantes, algunos de ellos presuntamente ya muertos. Esta masacre será recordada como una de las más sangrientas perpetradas en suelo israelí.

Desde entonces, Israel ha desarrollado una campaña bélica que ha devastado Gaza. Sin embargo, la frontera entre objetivos militares y civiles parece desdibujarse en la práctica. La destrucción de infraestructuras clave, hospitales y centros de distribución humanitaria ha dejado a la población atrapada entre dos fuegos.

Desconfianza internacional y una ONU debilitada

La ONU ha intentado mantener abierta una red paralela de distribución de ayuda humanitaria, pero enfrenta enormes obstáculos. La inseguridad, el saqueo y las restricciones militares israelíes dificultan sus operaciones. Mientras tanto, gobiernos como el de Estados Unidos continúan apoyando activamente a Israel con millones de dólares en ayuda militar, mientras llaman públicamente al cese de hostilidades.

El escepticismo hacia la comunidad internacional aumenta en el mundo árabe e islámico. Muchos ven la inacción o complicidad de Occidente en el sufrimiento palestino. Turquía, Qatar e Irán han condenado la campaña israelí. Incluso en Europa, gobiernos como el de España o Irlanda piden con mayor frecuencia un alto el fuego inmediato y la protección de la población civil.

El drama humano, en cifras

  • Más de 55,300 palestinos muertos desde octubre de 2023, según el Ministerio de Salud de Gaza.
  • Un 58% de las víctimas son mujeres y niños.
  • Más de 70% de la población gazatí desplazada de sus hogares.
  • Un 95% de la población sin acceso a agua potable.
  • 80% de la ayuda humanitaria aprobada por Israel no ha llegado a su destino, según la ONU.
  • 120 ataques confirmados contra trabajadores humanitarios.

¿Y ahora qué?

La situación en Gaza se asemeja cada vez más a un colapso total. Las promesas de restaurar el flujo de ayuda a través de puertos flotantes liderados por EE.UU. o con convoyes protegidos han sido en gran parte simbólicas. Lo concreto es que cada día mueren más personas por hambre que por bombardeos, y los niños presentan síntomas clínicos de desnutrición severa.

Muchas voces comienzan a cuestionar el propósito del conflicto y si la ofensiva lanzada por el gobierno de Netanyahu está logrando los objetivos declarados. Mientras Israel justifica su avance en la búsqueda de eliminar a Hamás, la población civil paga el precio más alto: la pérdida de sus vidas, hogares y dignidad.

El hambre nunca debería ser un arma de guerra. Lo que hoy ocurre en Gaza no es un daño colateral, sino un patrón. Y como tales, los patrones indican responsabilidad.

La comunidad internacional tiene ante sí una prueba de fuego: o responde de manera coherente y firme al sufrimiento humanitario en Gaza, o escribirá una página más de complicidad en uno de los peores desastres humanos de la historia reciente.

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Este artículo fue redactado con información de Associated Press