Las Escaleras de Haʻikū: El conflicto entre preservación histórica y seguridad en Hawái
Un análisis profundo del controvertido intento por demoler un ícono cultural e histórico entre las montañas de Oʻahu
Una joya suspendida sobre el Windward: ¿demoler o conservar?
Las Haʻikū Stairs, también conocidas como "Stairway to Heaven" (escalera al cielo), son una estructura monumentalmente controvertida que ondula por las montañas Koʻolau en Oʻahu, Hawái. Elevadas a más de 2,000 pies sobre el nivel del mar, estas escaleras han ofrecido vistas espectaculares e inolvidables para quienes lograron desafiar lo prohibido y aventurarse por ellas. Sin embargo, su existencia pende de un delgado hilo.
Un nuevo capítulo se añade a la novela legal sobre su destino: la organización sin fines de lucro Friends of Haʻikū Stairs ha interpuesto una demanda legal para evitar su demolición, argumentando que el proceso para destruir este ícono no solo es ilegal, sino también inconsistente con decisiones y criterios anteriores establecidos por la propia División de Preservación Histórica del Estado (SHPD).
Una historia de cables y guerra: el origen militar de las escaleras
Construidas en los años 40 como parte de un proyecto secreto de radio de la Marina de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, las más de 3,900 escaleras metálicas fueron diseñadas para permitir el acceso a la cima de la montaña donde se ubicaba una antena de comunicaciones de alta frecuencia. Este sitio tenía como objetivo facilitar la comunicación con barcos en el Pacífico.
Una vez cesadas sus funciones militares, las escaleras pasaron a convertirse en un símbolo local de aventura. Sin embargo, el acceso público se restringió oficialmente en 1987 por motivos de seguridad y responsabilidad legal.
El giro de SHPD: ¿por qué ahora se permite la demolición?
En 2019, la SHPD —parte del Departamento de Tierras y Recursos Naturales de Hawái— expresó su preferencia por conservar y restaurar las Haʻikū Stairs. Según una carta de ese año dirigida a la ciudad de Honolulu: "La alternativa preferida sería mantener las escaleras y restaurar las secciones dañadas".
Pero para sorpresa de muchos, en abril de 2024 SHPD comunicó que la demolición podía proceder. Ante tal contradicción, los Friends of Haʻikū Stairs demandaron que SHPD no realizó adecuadas evaluaciones arqueológicas e históricas, y que tampoco justificó su cambio de postura, lo cual infringe las leyes de preservación estatales.
Una batalla de casi una década: idas y vueltas legales
- 2019: El entonces alcalde de Honolulu, Kirk Caldwell, propuso transferir las escaleras al Departamento de Parques para implementar un plan de acceso controlado, idea que tenía el respaldo de sectores de la comunidad.
- 2020: Un estudio de impacto ambiental de la Junta de Agua de Honolulu recomendó su remoción.
- 2021: El Consejo Municipal de Honolulu y el alcalde Rick Blangiardi aprobaron formalmente la demolición, con un costo estimado de $2.6 millones.
- 2023: La organización demandó la evaluación ambiental, argumentando que estaba obsoleta. Aunque el tribunal falló en su contra, una orden judicial temporal impidió continuar con la destrucción hasta que lo resolviera la Corte de Apelaciones.
- 2024: Se presenta la nueva demanda cuestionando el cambio repentino de la SHPD.
Una escalera cargada de significado cultural y paisajístico
A pesar de no haber sido diseñada como atracción turística, las Haʻikū Stairs han ganado una especie de estatus mítico entre excursionistas y turistas internacionales. Aunque el acceso es técnicamente ilegal, decenas de personas ingresan cada semana.
La ciudad estima que entre 2010 y 2022 se realizaron cerca de 200 rescates de emergencia en la zona, pero ningún fallecimiento registrado directamente en las escaleras. No obstante, el gasto en seguridad ha sido significativo, llegando a $2 millones en horas extra para la policía solo entre junio y diciembre de 2023. Más de 120 personas fueron arrestadas por invasión de propiedad privada durante ese periodo.
¿Qué se juega realmente en esta disputa?
Esta disputa no solo plantea una cuestión legal, sino también cultural y generacional: ¿Qué constituye "preservación histórica" en el siglo XXI?
Justin Scorza, vicepresidente de Friends of Haʻikū Stairs, lamenta el cambio abrupto de SHPD: “Creemos que el giro de la SHPD desde la preservación hacia la demolición sin realizar los pasos legales requeridos es erróneo y anula todo el proceso”.
En un contexto global donde muchas ciudades están recuperando espacios históricos, ¿tiene sentido destruir una estructura que, con inversión y regulación, podría generar ingresos mediante ecoturismo o visitas patrimoniales controladas?
¿Cómo lo han resuelto otras regiones?
Experiencias de conservación y gestión de sitios populares —pero peligrosos— existen en otras partes del mundo:
- Machu Picchu (Perú): Número limitado de accesos diarios, guías oficiales y vigilancia.
- Angkor Wat (Camboya): Restricciones escalonadas al acceso físico directo a ciertas estructuras.
- Montaña Hua (China): Instalación de pasamanos, monitoreo constante y acceso regulado a través de boletos especiales.
Estas soluciones podrían aplicarse en Hawái como una alternativa viable y económicamente sostenible.
La voz de la comunidad
Las escaleras no solo son parte del paisaje físico, sino también emocional del pueblo hawaiano. Para muchos habitantes de Oʻahu, representan una conexión directa con su participación en la historia militar y su integración en el entorno natural. Los partidarios de la conservación afirman que destruirlas sería eliminar una parte vital de su memoria colectiva.
Una encuesta realizada en 2021 por el medio local Civil Beat encontró que el 65% de los residentes estaban en contra de su demolición, siempre que se implementaran medidas de gestión adecuadas.
¿Qué sigue para las escaleras?
La Corte de Apelaciones de Hawái ahora deberá tomar una decisión clave: si la ciudad gestionó adecuadamente el proceso de demolición conforme al estatuto de protección histórica. Mientras tanto, la orden judicial temporal sigue vigente y el destino físico de las escaleras permanece en suspenso.
El caso sienta un precedente no solo para Hawái, sino para todas las jurisdicciones que enfrentan decisiones difíciles entre seguridad, costos legales y el valor intangible del patrimonio histórico. Es una oportunidad para que el Estado de Hawái reconsidere cómo equilibrar progreso, seguridad y memoria colectiva sin borrar su horizonte montañoso de un plumazo.
¿El cielo está más allá de las escaleras o en su preservación?