Nueva Zelanda congela fondos a Islas Cook: ¿una advertencia a toda la región del Pacífico?

Tras acuerdos con China sin consultar, la disputa entre Wellington y Avarua revela una creciente tensión geopolítica: entre alianzas arraigadas y la influencia creciente de Pekín.

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El vínculo histórico entre Nueva Zelanda e Islas Cook

Las Islas Cook, con apenas 15,000 habitantes, han sido durante décadas un estrecho aliado de Nueva Zelanda, país al que están unidas por un acuerdo de libre asociación que data de 1965. Este acuerdo permite a los habitantes de las islas tener pasaportes neozelandeses, acceso a servicios básicos y un apoyo financiero crucial para sectores como salud, educación y turismo.

En los últimos tres años, el gobierno de Wellington ha transferido más de 200 millones de dólares neozelandeses (aproximadamente 120 millones de dólares estadounidenses) a las Islas Cook. Estos fondos son utilizados para satisfacer necesidades esenciales bajo estrictas auditorías. Sin embargo, este equilibrio se ha visto súbitamente amenazado.

Los acuerdos con China: detonante de una crisis diplomática

Todo comenzó en febrero de 2024, cuando el primer ministro de las Islas Cook, Mark Brown, firmó una serie de acuerdos bilaterales con la República Popular China. Aunque los términos completos de estos acuerdos aún no se han hecho públicos, se sabe que incluyen fondos para infraestructura y becas, pero no compromisos de seguridad.

No obstante, para Wellington, la preocupación radica no solo en el contenido, sino en el proceso opaco y unilateral. De acuerdo con el portavoz del ministro de Relaciones Exteriores neozelandés, Winston Peters, los acuerdos con China establecen “una brecha en la comprensión sobre lo que implica nuestra relación especial de libre asociación”.

Uno de los puntos más sensibles del vínculo es que las Islas Cook deben consultar con Nueva Zelanda antes de firmar acuerdos con terceros que puedan afectar esa relación... algo que claramente no sucedió esta vez.

Congelamiento financiero que impacta sectores clave

La consecuencia fue inmediata: la suspensión de 18,2 millones de dólares neozelandeses (unos 11 millones de USD) por parte de Nueva Zelanda. El corte afecta directamente a la financiación de sectores vitales como la salud, la educación y el turismo. El Parlamento de las Islas Cook expresó su “preocupación” al respecto esta semana a través del Comité de Cuentas Públicas

“Este tipo de medidas no solo cortan recursos, cortan confianzas”, expresó un legislador opositor en Avarua durante una protesta. Estas manifestaciones han sido cada vez más frecuentes desde que se conocieron los acuerdos del primer ministro en febrero.

¿Una amenaza para la autonomía o una necesidad estratégica?

El primer ministro Mark Brown se defendió al afirmar que los acuerdos con China “no reemplazan nuestras relaciones de larga data con Nueva Zelanda, Australia y otros, sino que las complementan”. Pero su visión de “diversificación de alianzas” enciende alarmas en Wellington y Canberra.

“Flirtear estratégicamente con China tiene consecuencias”, subrayó Mihai Sora, analista del Instituto Lowy, un prestigioso think tank australiano. “No se puede firmar una asociación estratégica con Pekín y pretender que no hay implicancias de seguridad o geopolíticas”, añadió.

La expansión china en el Pacífico no es nueva. En los últimos cinco años, Pekín ha firmado acuerdos similares con Islas Salomón, Kiribati y Samoa. En el caso de las Salomón, llegó incluso a firmarse un pacto de seguridad secreto, lo que inquietó severamente a Estados Unidos y Australia.

¿Por qué China está interesada en las Islas Cook?

El interés chino por las Islas Cook no es únicamente diplomático. El archipiélago controla una amplia y rica Zona Económica Exclusiva (ZEE), potencialmente interesante para la minería submarina de tierras raras. Estas materias primas son vitales para la fabricación de semiconductores, baterías y componentes tecnológicos de última generación.

Además, las Islas Cook representan un punto geoestratégico en el Pacífico Sur. Establecer bases logísticas o influencia política en la región permite a China proyectar poder naval, un aspecto relevante dadas tensiones crecientes con EE. UU. en el Mar de China Meridional y en la región Indo-Pacífico.

Luxon en China: un contexto incómodo

La noticia de la suspensión de fondos llega en un momento políticamente delicado para el primer ministro neozelandés Christopher Luxon, quien actualmente está de visita oficial en Pekín y se espera que se reúna con el presidente Xi Jinping esta semana. Tener que explicar públicamente un gesto tan tajante hacia una nación que comparte sus pasaportes mientras se busca fortalecer los lazos económicos con Beijing es una contradicción diplomática en sí misma.

Beijing, por su parte, ha intentado minimizar el conflicto. En febrero declaró que “los acuerdos con las Islas Cook no están pensados para antagonizar a Nueva Zelanda”, aunque la falta de transparencia y la amplitud de los pactos firmados contradicen esa afirmación.

Mirando al futuro: ¿fractura o reajuste regional?

La suspensión de fondos por parte de Nueva Zelanda no es un incidente aislado, sino un síntoma de una nueva guerra fría diplomática en el mar del Pacífico. Los Estados insulares como las Islas Cook, que durante décadas fueron campos neutrales o bajo el ala de potencias regionales tradicionales, hoy deben reposicionarse en un mundo que ha cambiado completamente.

El dilema que enfrentan es profundo: ¿van a seguir en la órbita de confianza de países como Nueva Zelanda y Australia, con quienes comparten historia, idioma y ciudadanía? ¿O apostarán por alianzas con China, que promete dinero rápido, infraestructura y nulo cuestionamiento interno?

En palabras de Catherine Graue, analista para el Pacífico de Radio New Zealand, “lo que vemos no es el fin de una relación, pero sí una advertencia clara sobre lo que está en juego cuando se ignoran reglas no escritas”.

La posición de otros actores en la región

Australia observa con atención, aunque aún no ha tomado una postura pública tan firme como la de Wellington. Sin embargo, ha intensificado su propia diplomacia con las islas del Pacífico, aumentando su presupuesto de ayuda exterior y abriendo nuevas oficinas diplomáticas en la región.

Estados Unidos, por su parte, ha inaugurado nuevas embajadas en las Islas Salomón y Tonga, además de fomentar en 2023 una Cumbre EE.UU-Pacífico con la asistencia de más de una docena de líderes isleños.

Lecciones para los demás países del Pacífico

El caso Nueva Zelanda-Islas Cook puede sentar un precedente regional. Otros países insulares observarán con atención la evolución de esta disputa: si Avarua logra recomponer la confianza con Wellington sin renunciar a sus nuevos lazos con China, muchos podrían considerar ese camino. Pero si las consecuencias económicas se profundizan y la tensión escala, podría surgir una línea divisoria clara entre los países del Pacífico.

En ese escenario, la neutralidad histórica que caracterizó a muchas de las micro-naciones oceánicas podría quedar relegada a favor de una geopolítica fragmentada entre polos de poder.

Las Islas Cook, con sus hermosas playas y economía básica basada en el turismo, se encuentran ahora en el ojo de una disputa global mucho mayor que su tamaño geográfico. Las decisiones que tome su liderazgo en los próximos meses definirán no solo su futuro, sino posiblemente el equilibrio de poder en una de las regiones más estratégicas del planeta.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press