Tensiones en la frontera: el conflicto eterno entre Camboya y Tailandia por el templo Preah Vihear

Territorio, historia y orgullo nacional: una mirada profunda al conflicto fronterizo que reaviva rivalidades ancestrales en el sudeste asiático

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Una disputa que no termina

El último capítulo del conflicto fronterizo entre Camboya y Tailandia volvió a escribirse en mayo, cuando un enfrentamiento breve, pero tenso, sacudió la llamada "tierra de nadie" en la frontera que ambos países reclaman. Aunque las escaramuzas cesaron rápidamente, las medidas represivas, los boicots culturales y comerciales, y la retórica nacionalista mantienen la tensión en niveles peligrosos.

Un soldado camboyano resultó muerto en el intercambio de fuego, lo que desató una ola de protestas y un masivo acto de apoyo gubernamental en Phnom Penh. Las consecuencias no se hicieron esperar: restricciones fronterizas, boicots culturales —incluida la prohibición de películas y productos tailandeses— y reacciones encendidas tanto de ciudadanos como de autoridades en ambos lados de la frontera.

¿Por qué pelean Camboya y Tailandia?

La disputa actual se sitúa en un contexto mucho más amplio y antiguo. La raíz de esta pugna es el templo Preah Vihear, un complejo hindú del siglo XI ubicado en una colina remota sobre un acantilado que domina la llanura camboyana, justo en el borde con Tailandia. El lugar tiene una importancia histórica, espiritual y estratégica, tanto para camboyanos como para tailandeses.

En 1962, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) dictaminó que el templo se encontraba en territorio camboyano. Pero la zona aledaña —de escasos kilómetros— sigue sin demarcarse claramente, alimentando la tensión intermitente.

Un mapa heredado del colonialismo francés

El litigio se basa en mapas contradictorios. Camboya utiliza como referencia un mapa de 1907, elaborado por cartógrafos franceses durante el periodo colonial, que entregaría el templo y sus alrededores al reino camboyano. Tailandia, sin embargo, argumenta que el mapa es inconsistente con la geografía real y que no fue ratificado por ambos gobiernos.

Este desacuerdo se ha traducido en varias crisis diplomáticas y enfrentamientos armados, el más grave entre 2008 y 2011, cuando fuerzas tailandesas y camboyanas protagonizaron continuas escaramuzas con al menos 20 muertos y miles de desplazados.

El fallo de 2013 y el panorama actual

En 2011, Camboya regresó a la CIJ buscando una interpretación más clara del fallo de 1962. En 2013, la corte reafirmó que Camboya tenía soberanía no solo sobre el templo, sino también sobre los terrenos cercanos inmediatos. Esto irritó profundamente a sectores nacionalistas en Tailandia, que perciben la decisión como una humillación diplomática.

Ahora, Camboya ha vuelto a cargar contra Tailandia mediante una nueva demanda ante la CIJ, tras el choque de mayo. Bangkok, por su parte, se niega a participar, afirmando que cualquier disputa debía resolverse mediante el mecanismo bilateral conjunto, que desde el año 2000 funciona como una comisión técnica para estudiar y delimitar la frontera.

Relaciones truncadas por nacionalismo y desconfianza histórica

Más allá de los mapas y las ruinas antiguas, la disputa refleja una persistente rivalidad histórica entre los dos países. Desde épocas imperiales, cuando Siam (actual Tailandia) y el Reino de Angkor (Camboya) competían por el control territorial y cultural del sudeste asiático, el enfrentamiento ha sido latente.

En tiempos más recientes, las heridas del pasado colonial agravaron las percepciones mutuas. Mientras Tailandia logró convertirse en una economía emergente con fuerte presencia internacional, Camboya aún carga con las cicatrices del régimen genocida de los Jemeres Rojos y la ocupación vietnamita posterior.

Entre los ciudadanos de ambos países, persisten los resentimientos. Las acusaciones de "robo cultural" —como el debate sobre las verdaderas raíces del Muay Thai y los bailes tradicionales con máscaras— están muy presentes en redes sociales y medios locales. Incluso las disputas por recetas como la sopa tom yam generan polémica nacionalista.

El papel del templo Preah Vihear: símbolo cultural y político

No se puede subestimar la carga simbólica del Preah Vihear para Camboya. El templo figura como un Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2008. Su arquitectura, las inscripciones religiosas y su ubicación hacen que no solo sea una joya arqueológica, sino también un elemento central de identidad nacional.

Desde que fue internacionalmente reconocido, el templo ha sido utilizado en discursos patrióticos, libros escolares e incluso en eslóganes turísticos. Como lo describiera el académico Milton Osborne: “El Preah Vihear es para Camboya tanto una herencia espiritual como una bandera política”.

En respuesta, grupos ultranacionalistas tailandeses lo consideran una pérdida histórica agravada por una interpretación “injusta” del derecho internacional.

Medidas bilaterales que no alcanzan

El Comité Conjunto para la Delimitación Fronteriza terrestre, establecido en 2000, ha tenido reuniones esporádicas sin producir avances significativos. Las zonas clave, como la meseta de Dangrek donde está el templo, permanecen sin delimitar.

Además de sus diferencias legales, ambos gobiernos recurren continuamente al discurso nacionalista para fortalecer sus bases internas. Cada gesto del otro lado es amplificado en los medios y en celebraciones patrióticas.

Boicots, protestas y una crisis cultural

Tras los recientes enfrentamientos, Camboya aplicó una prohibición total de productos culturales tailandeses. Películas, telenovelas y hasta frutas dejaron de cruzar la frontera. Tailandia respondió con restricciones al tránsito de camboyanos, especialmente trabajadores y turistas de casino.

Las manifestaciones sociales también han tomado protagonismo. Más de 40.000 personas se manifestaron en Phnom Penh en una marcha de apoyo a la soberanía camboyana frente a Tailandia. En días anteriores, usuarios de redes tailandesas llamaron a “recuperar la historia robada”.

¿Qué dicen las élites políticas?

Los gobiernos aprovechan la coyuntura para afianzar posturas internas. Desde Camboya, el primer ministro ha reiterado: “El templo y su territorio son sagrados. No los negociaremos jamás”. Mientras tanto, las autoridades tailandesas recalcan que seguirán defendiendo lo que consideran soberanía tailandesa sobre su lado de la colina.

Sin canales diplomáticos eficaces y con la paralización de las conversaciones técnicas, la perspectiva de una resolución duradera parece lejana.

¿Y ahora qué?

El escenario continúa siendo volátil. Según informes de observadores regionales, ambos ejércitos mantienen tropas en alerta cerca del templo. No se descarta que nuevas provocaciones puedan desencadenar enfrentamientos localizados.

Mientras que la CIJ analiza la nueva solicitud camboyana, la comunidad internacional observa con preocupación una situación que, pese a su localización remota, podría reavivar conflictos étnicos más amplios. El contexto global de tensiones geopolíticas —incluyendo la influencia china en ambos países— añade otra capa de incertidumbre.

Una guerra que no necesita armas

Mucho antes de que se dispare una sola bala, la batalla ya se libra en las aulas, pantallas de televisión, redes sociales y calles de Phnom Penh y Bangkok. Es una guerra de símbolos, mapas y orgullo nacional. Al final, detrás de las piedras milenarias del Preah Vihear, se esconde el deseo ancestral de ambos pueblos de defender su versión de la historia.

Como diría el historiador Thongchai Winichakul: “Las fronteras no solo se trazan en la tierra. Se dibujan también en la mente colectiva de las naciones”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press