Un juicio con más dudas que certezas: El caso Karen Read sacude la confianza en la justicia estadounidense

¿Fue un accidente trágico o un encubrimiento policial? La absolución de Karen Read revive cuestionamientos sobre la integridad del sistema judicial y la 'pared azul del silencio'.

Karen Read fue absuelta del cargo de asesinato en segundo grado por la muerte de su novio, el oficial de policía de Boston, John O’Keefe. Pero detrás de este veredicto hay una narrativa más compleja que pone en tela de juicio la integridad del sistema judicial, la objetividad de las fuerzas del orden y la facilidad con la que se puede desplazar la balanza de la justicia.

Una muerte en la nieve: el inicio de todo

La madrugada del 29 de enero de 2022, el cuerpo sin vida de O’Keefe fue hallado sobre la nieve en la entrada de la casa del también policía retirado Brian Albert, tras una noche de copas con amigos. La tormenta invernal no solo cubrió el césped, sino también los posibles rastros de lo que pasó en realidad esa noche.

Según la fiscalía, Read atropelló a O'Keefe con su SUV, un vehículo de más de 2,700 kg, lo abandonó en la tormenta y se fue. Argumentaban que la relación deteriorada entre ambos, marcada por el alcohol y las discusiones, había culminado en tragedia.

Sin embargo, la defensa ofreció su propia versión del caso: un encubrimiento policial deliberado, diseñado para proteger a colegas del fallecido y desviar la atención hacia Karen Read como chivo expiatorio.

El “blue wall of silence”: ¿lealtad o corrupción?

La defensa se apoyó en una frase tristemente célebre en Estados Unidos: “la pared azul del silencio”. Este término se refiere a la costumbre entre policías de protegerse mutuamente, incluso si eso implica encubrir delitos.

El investigador principal del caso, Michael Proctor, fue despedido tras la primera ronda de juicios debido a conducta indebida. Muchos testigos dentro de la fuerza fueron relacionados personalmente con los anfitriones del evento en el que O'Keefe murió. En mensajes de texto, Proctor calificó a Read de “loca” y aseguró que “no tenía forma de salir bien parada”.

Un agente federal presente en la fiesta, Brian Higgins, admitió destruir su teléfono y tarjeta SIM luego del incidente, arrojándolos en dos sitios distintos de una base militar. ¿Por qué esa acción si no había nada que ocultar?

El juicio: evidencias débiles, hipótesis fuertes

La fiscalía presentó fragmentos del faro roto de la SUV de Read, encontrados en la escena, así como testimonios que afirmaban haberla escuchado decir: “Lo atropellé”. También destacó la existencia de ADN de O’Keefe y otros dos hombres en el faro roto.

No obstante, muchas pruebas eran circunstanciales, y la defensa logró sembrar dudas razonables:

  • Los fragmentos del faro no fueron hallados de inmediato, lo que dio espacio a teorías sobre plantación de evidencia.
  • No había ADN, sangre ni tejidos en los fragmentos atribuidos al supuesto atropello.
  • Especialistas forenses afirmaron que las heridas de O’Keefe no eran compatibles con las de un atropello por SUV.
  • Una experta médica señaló que las marcas en el brazo eran similares a una mordedura de perro (la familia tenía un can en la casa).

Incluso el video producido por la fiscalía para recrear la escena del atropello falló en su propósito, pues nunca se supo con certeza dónde estaba parado O’Keefe.

Misterios sin respuesta

La defensa planteó nuevas preguntas que el jurado no pudo ignorar:

  • ¿Por qué ningún habitante de la casa salió a ayudar al descubrir el cuerpo?
  • ¿Por qué Brian Albert se deshizo de su perro, su casa y su celular poco después del caso?
  • ¿Por qué nadie investigó a los demás presentes en la fiesta como potenciales sospechosos?
  • ¿Qué papel jugaron los coqueteos entre Higgins y Read en el entorno emocional de esa noche?

El jurado determinó que no había evidencia concluyente de que Read hubiese atropellado a O’Keefe. Fue absuelta de todos los cargos graves, aunque encontrada culpable de manejar ebria, cargo por el que deberá cumplir un año de libertad condicional.

Un escándalo mediático que polarizó a la opinión pública

Desde un principio, el caso atrajo la atención de los medios por la mezcla de elementos morbosos: un oficial muerto, una novia acusada, mensajes picantes de un agente federal y una alegada conspiración policial al estilo de un thriller legal.

En medios como Boston Globe y canales nacionales, el juicio fue seguido con lupa. Mientras unos clamaban que Read era víctima de un sistema corrupto, otros la consideraban culpable desde el inicio. En TikTok, el hashtag #FreeKarenRead alcanzó más de 40 millones de visualizaciones.

¿Justicia o impunidad?

El caso ha dejado en el aire múltiples interrogantes sobre cómo opera la justicia en Estados Unidos, especialmente cuando involucra a cuerpos policiales. ¿Es posible un juicio imparcial si las fuerzas del orden están del otro lado del tribunal? ¿Es la lealtad institucional más fuerte que la ética profesional?

Sociológicamente, este caso recuerda al juicio de O.J. Simpson (1995), donde la evidencia física contrastó con una estrategia legal centrada en exponer fallos procesales y prejuicios institucionales. En ambas situaciones, se discutió la parcialidad, la presión mediática y el racismo o clasismo implícito.

Lo que viene: demandas civiles

Si bien Karen Read ha sido absuelta penalmente, aún enfrenta una demanda civil por parte de la familia O’Keefe. Esta incluye también a los bares donde la pareja bebió esa noche, acusados de no impedir que Read condujera ebria.

En juicios civiles el umbral de pruebas se basa en “preponderancia de evidencias” (más probable que no), claramente distinto del “más allá de toda duda razonable” del ámbito penal. Podría entonces ser hallada responsable y obligada a pagar millonarias indemnizaciones.

Impacto institucional: escándalo interno y falta de confianza

El caso también ha tenido consecuencias dentro del cuerpo policial de Massachusetts. La confianza pública en los cuerpos de seguridad ha caído notoriamente, según una encuesta de Gallup, que muestra una reducción del 12% en la confianza hacia policías locales en la región tras el veredicto.

El despido de Proctor y las escapatorias procesales de los oficiales relacionados generan un antecedente peligroso: la percepción de que ciertos sectores de la sociedad pueden operar sin consecuencias reales.

Además, el caso reaviva el debate en torno al sesgo institucional. ¿Qué ocurre cuando los mismos encargados de investigar el crimen son también actores implicados? ¿Puede esperarse transparencia y justicia bajo esas condiciones?

¿Y ahora qué? Una mirada hacia el futuro judicial

El debate generado por este juicio merita una revisión más profunda del protocolo de investigación cuando están involucrados miembros de la fuerza. Muchos activistas piden que se implementen comisiones externas e independientes para manejar estos casos.

La doctrina del blue wall of silence no puede seguir siendo una excusa institucional. Si no se toma acción, casos como el de Karen Read seguirán alimentando sospechas y tensiones sociales.

Por ahora, Karen Read es una mujer libre. Pero su historia será, sin duda, material de análisis legal en universidades, plataformas sociales y en cenas familiares por mucho tiempo más.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press