Sin conexión y bajo fuego: Las telecomunicaciones como arma silenciosa en Gaza
La interrupción continua de los servicios de Internet y telefonía en Gaza agrava la crisis humanitaria, imposibilita labores de ayuda y deja a miles incomunicados bajo el conflicto armado
Una desconexión más letal que técnica
Mientras los bombardeos israelíes continúan en la Franja de Gaza, otra forma de ataque—menos visible pero igualmente devastadora—ha exacerbado la crisis humanitaria: la destrucción sistemática de las redes de comunicación. Desde octubre de 2023, Gaza ha experimentado más de 10 apagones completos o parciales de telecomunicaciones. La más reciente, ocurrida en julio de 2024, dejó sin conexión a grandes áreas del sur y centro de la Franja durante días.
La empresa palestina Paltel, principal proveedor de servicios en la región, confirmó que más del 70% de la infraestructura de telecomunicaciones ha sido dañada o destruida, lo que restringe severamente el acceso a Internet, llamadas telefónicas y servicios de emergencia. Aunque sus equipos técnicos lograron restaurar algunos servicios en áreas como Khan Younis, advierten que los ataques constantes a las redes principales imposibilitan tareas de mantenimiento debido a la escasez de materiales esenciales.
Una herramienta de guerra moderna
La falta de comunicación en un territorio bajo ataque no es solo un efecto colateral: es una estrategia intencionada que agrava la vulnerabilidad de los civiles. Juliette Touma, directora de comunicaciones de la UNRWA, lo define con claridad:
“Las telecomunicaciones se han utilizado como arma de guerra contra los civiles. La mayoría de nuestros trabajadores no tiene conectividad, lo que hace casi imposible coordinar la entrega de ayuda”.
La organización Norwegian Refugee Council también resalta que sin comunicaciones, los desplazados no saben hacia dónde evacuar ni pueden pedir ambulancias. En algunos casos, los cooperantes arriesgan sus vidas subiendo a techos para captar alguna señal y alertar que aún están vivos.
Estudiar durante la guerra: cuando el Wi-Fi salva el semestre
Para los estudiantes de Gaza, especialmente los universitarios, el acceso a Internet ya no es un lujo, sino una necesidad imperante. Con los campus universitarios destruidos, el aprendizaje en línea era la única opción viable... hasta que también desapareció.
Mohammed Shbair, vicerrector de la Universidad al-Azhar en Gaza, describe un panorama desolador:
“Los estudiantes no solo no pueden llegar a las universidades porque están destruidas. Ahora tampoco pueden acceder a puntos con Internet como cafeterías o tiendas, ya que también son blanco diario de ataques”.
La cancelación de clases, exámenes y, más grave, la imposibilidad de mantener la continuidad académica, representa un daño prolongado para una generación entera atrapada en medio del conflicto.
Salud, emergencias y ayuda: los silenciados del conflicto
La conexión a Internet y la telefonía en Gaza no son solo herramientas de comunicación: se han convertido en pilares esenciales para la supervivencia. Fikr Shalltoot, directora de Gaza en Medical Aid for Palestinians, declaró que muchos de sus médicos no pueden reportar información a sus superiores ni coordinar el traslado de pacientes.
Tess Ingram, portavoz de UNICEF, advierte:
“En un contexto de bombardeos constantes, distribución de alimentos caótica y acceso limitado al agua potable, la conectividad es una auténtica línea de vida para las familias”.
Las ambulancias y los equipos de defensa civil no pueden localizar a las personas heridas o atrapadas si no pueden contactarlas, multiplicando las muertes evitables. Y todo sucede mientras las plataformas de banca digital—última esperanza en medio de la escasez de efectivo—también son inutilizables.
Pérdida de voz: el aislamiento forzado de Gaza
En contextos como este, el teléfono se convierte en un símbolo de esperanza. Pero, ¿qué ocurre cuando ese símbolo desaparece? Miles de palestinos desplazados están incomunicados, sin saber si sus familiares siguen vivos y sin poder pedir socorro.
Shaina Low, asesora de comunicaciones del Norwegian Refugee Council, lo resumió con fuerza:
“La gente está completamente aislada. No puede comunicarse con sus familias dentro de Gaza ni acceder a redes internacionales de apoyo. La desconexión potencia el sufrimiento psicológico, además del riesgo físico constante”.
La falta de datos impide la coordinación de asistencia humanitaria. Los equipos de ayuda no pueden saber dónde son más necesarios o qué suministros urgentes se requieren. Esta situación no solo disminuye la eficacia de las operaciones humanitarias, sino que deshumaniza a los afectados: sin voz, sin rostro y sin señal.
¿A qué precio una desconexión?
Destruir la infraestructura de comunicaciones no solo interfiere con actividades cotidianas. También busca sembrar el caos, hacer imposible la defensa de los derechos humanos, y silenciar a testigos potenciales de crímenes de guerra. En este escenario, la desconexión tecnológica se convierte en una desconexión humana —una pérdida de dignidad y una estrategia deliberada para agravar la tragedia.
La comunidad internacional aún no ha tomado cartas concretas sobre lo que ya es un precedente alarmante: el uso de los apagones digitales como arma de conflicto. Se necesita una condena explícita y, más aún, reformas en el derecho internacional humanitario que reconozcan estas tácticas como inaceptables y punibles.
El dilema de la supervivencia digital
Mientras los líderes mundiales discuten en foros internacionales y los organismos humanitarios piden acceso permanente y seguro, millones de personas en Gaza enfrentan cada día una decisión vital: arriesgar sus vidas por una señal o enmudecer en la oscuridad de la guerra.
No hay botón de reinicio para la red ni aplicación para reiniciar vidas rotas. En Gaza, continuar conectado puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.