A 30 años de «Jumanji»: cómo un capuchino transformó Keene en un ícono del cine
La ciudad de New Hampshire celebra su papel en la clásica película protagonizada por Robin Williams con carreras de rinocerontes, fiestas y recuerdos imborrables.
Un grito, un elefante y una oportunidad
En noviembre de 1994, Madeline Murphy y otros 124 extras corrieron una y otra vez por la Plaza Central de Keene, New Hampshire. ¿La instrucción principal? “Finge que un elefante te está persiguiendo y grita con miedo.” Así comenzó la breve pero inolvidable participación de la ciudad en el rodaje de una de las películas más queridas de Robin Williams: “Jumanji.”
Con un cheque de $60.47 dólares y varios segundos en pantalla, Murphy no olvidará cómo fue filmar bajo el frío otoñal. La película, basada en el libro infantil de Chris Van Allsburg publicado en 1981, se convirtió en un fenómeno global que catapultó a Keene a la historia del cine.
¿Por qué Keene? El capricho del café
El director de locaciones Dow Griffith buscaba sin éxito un pueblo que personificara a la ficticia “Brantford, New Hampshire”. Mientras conducía e intentaba saciar su necesidad de un buen café —después de todo, era nativo de Seattle— alguien le recomendó una cafetería cerca de la plaza de Keene. Fue amor a primera vista.
“Tomé mi querido cappuccino doble y seco en el porche, di un sorbo, miré a la izquierda y pensé: ¡Dios mío, este es el lugar que he estado buscando!”, relató a medios locales.
Fue así como Keene se convirtió en el telón de fondo del juego de mesa más peligroso del mundo. Y todo gracias a una taza de café.
Entre paraguas, graffiti y arbustos secos
La ciudad no sólo prestó su escenario. También trabajó activamente para transformarse en un pueblo abandonado, cubierto de maleza, autos destrozados y paredes grafiteadas. Patty Little, ex secretaria municipal, recuerda cómo fue parte del proceso de cambio: “Nos sacaron medidores de estacionamiento, reemplazaron flores por arbustos secos, incluso ocultaron una fuente con una estatua de la Guerra Civil.”
El equipo regresó en primavera para rodar las escenas ambientadas en 1969, embelleciendo todo de nuevo. Keene pasó de apocalíptico a pintoresco en cuestión de meses. Incluso los autos clásicos y la vestimenta especializada —incluyendo peinados como el ‘French Twist’— completaron la transformación.
Robin Williams: leyenda y vecino temporal
No sólo la ciudad brilló. Robin Williams dejó su huella humana y artística durante su estadía. Vecinos lo vieron correr por las calles con túnicas cubiertas de hojas como Alan Parrish, el niño atrapado durante décadas en el juego maldito. Muchos comentaban sorprendidos: “¡Es más bajo de lo que pensaba!” o “¡Tiene unas piernas musculosas!”
En una ceremonia especial, el entonces alcalde le entregó las llaves de la ciudad. Williams, sin dejar de bromear, se autoproclamó “el alcalde de Munchkinland” dejando a todos riendo. En ese momento, Keene se convirtió no solo en un escenario, sino en un hogar para la magia del cine.
En 2014, tras la sorpresiva muerte de Williams, los habitantes colocaron flores y fotografías en el icónico mural de “Parrish Shoes”, una réplica que aún marca el legado del film en el corazón de la ciudad. El mural permanece como un símbolo eterno del paso de Williams por sus calles.
Extras anónimos, recuerdos eternos
Los ciudadanos de Keene que participaron como extras guardan con cariño esos momentos. Joanne Hof, de 78 años, aún recuerda necesitar la ayuda de su hijo para ubicarla corriendo detrás de los elefantes. “Era solo un segundo, pero fue emocionante,” dijo. Incluso lo usó en su trabajo como maestra leyendo el cuento para mostrarle a sus alumnos lo que es ser parte de algo grandioso.
Otro testimonio, el de Kate Beetle, de 74 años, recuerda cómo fue crucial encontrar el traje perfecto y lograr el peinado de época para aparecer «micro-segundos». Dijo que nada fue más mágico que experimentar cómo el cine meticuloso transforma personas comunes en habitantes de otro tiempo.
Un festival de rinocerontes y nostalgia
En honor al 30º aniversario de “Jumanji”, Keene ha preparado una serie de eventos para rendir homenaje a su rol en la película. El más destacado: el “Rhino Rumble Road Race”, una carrera cómica donde participantes disfrazados de animales inflables corren alrededor de la plaza. Entre otras actividades habrá una cacería del tesoro temática, desfile nostálgico y una fiesta del elenco para recordar aquellos días de filmación.
Lo que nació como una oportunidad para atraer producción fílmica se convirtió en un emblema de identidad cultural. La comunidad no solo se siente parte del film, es parte de él.
Robin, el vigilante eterno
La muerte de Robin Williams sigue significando una herida para muchos. Para rendirle homenaje a él y a Joe Collins, un oficial de policía que protegió a los jóvenes actores en el set y que también falleció por suicidio, se organizó una charla sobre salud mental y prevención del suicidio. Un componente nuevo, emocional y profundamente humano en las celebraciones del aniversario.
“Creo que Robin estaría orgulloso de esto,” aseguró Murphy, mientras recuerda haber estrechado la mano del actor en un momento que nunca olvidará.
El legado de una ciudad convertida en leyenda
“Jumanji” continúa siendo una franquicia multimillonaria, con múltiples secuelas —la más reciente planeada para 2025— y una legión de fans que sigue fascinada con la magia de un juego que cobra vida. Y en el centro de ese universo salvaje y fantástico, Keene permanece como una piedra angular del éxito original.
Con apenas 23,000 habitantes, esta ciudad supo teñirse de selva, caos y nostalgia; supo abrir sus puertas no solo a una producción de Hollywood, sino a una historia que marcaría generaciones. Hoy, como hace 30 años, el rugido de un elefante ficticio aún resuena en el corazón de su plaza central.
Lo que empezó con un capuchino, se convirtió en una leyenda.