De 'no más guerras' a bombardeos en Irán: ¿ha traicionado Trump su promesa anti-intervencionista?
Tras ordenar ataques a instalaciones nucleares en Irán, Trump enfrenta una creciente división interna entre sus más fervientes simpatizantes del movimiento 'America First'
Un giro inesperado en la doctrina de Trump sobre política exterior
La noche del sábado, Donald Trump, expresidente de los Estados Unidos y candidato republicano para las elecciones de 2024, declaró con orgullo que aviones estadounidenses habían completado con éxito una operación de bombardeo contra tres instalaciones nucleares en Irán: Fordo, Natanz e Isfahan. En sus palabras, "Se lanzó una carga completa de bombas sobre Fordo", lo que fue presentado como una muestra de poder militar sin precedentes.
Sin embargo, este ataque marca un cambio rotundo respecto al discurso que Trump ha pregonado durante años: su rechazo vehemente a las "guerras eternas" y su promesa de retirar a EE.UU. de conflictos en el extranjero. ¿Qué motivó este cambio? ¿Está rompiendo Trump su promesa anti-intervencionista a sus seguidores?
Un legado marcado por el anti-intervencionismo… hasta ahora
Durante su campaña de 2016, Trump criticó con dureza las intervenciones de EE.UU. en Medio Oriente como "guerras estúpidas". En múltiples ocasiones declaró: "Los grandes países no luchan guerras eternas", incluso en su discurso del Estado de la Unión de 2019. Recordando la invasión a Irak, Trump dijo en 2016: "Nunca deberíamos haber estado en Irak… no había armas de destrucción masiva y lo sabían".
Durante su primer período presidencial, evitó iniciar nuevas guerras y hasta se enfrentó con asesores militares como John Bolton por tener una visión más intervencionista. Incluso su campaña de reelección de 2020 reforzó esta doctrina bajo el nombre de "Agenda 47".
La ofensiva sobre Irán: ¿provocación o necesidad estratégica?
El ataque aéreo se produce luego de una campaña militar israelí que había debilitado los sistemas de defensa aérea de Irán. Según altos mandos del Pentágono, solo los bombarderos B-2 de EE.UU. estaban capacitados para atacar las instalaciones nucleares fortificadas con la precisión necesaria, particularmente en Fordo, donde se cree que Irán produce uranio altamente enriquecido.
Para esto, EE.UU. utilizó el llamado GBU-57 Massive Ordnance Penetrator, una bomba de 13,600 kg considerada una de las más poderosas convencionales del arsenal militar estadounidense. Puede penetrar hasta 61 metros bajo tierra antes de detonar.
La decisión fue calificada por Trump como una manera de “restaurar la paz”, pero Irán respondió que “cualquier intervención americana sería motivo para una guerra total”. El Líder Supremo, Ayatollah Ali Khamenei, advirtió que los ataques causarían “daños irreparables” a Estados Unidos.
Reacciones contradictorias dentro del movimiento MAGA
Una parte significativa de la base trumpista se mostró desilusionada con la decisión. Figuras influyentes del movimiento "Make America Great Again" advirtieron que esta acción contradice las promesas de Trump.
- Tucker Carlson, uno de los comunicadores más cercanos a la derecha estadounidense, acusó a Trump de traicionar sus principios. En una acalorada entrevista con el senador Ted Cruz, Carlson le preguntó: “¿Estás pidiendo derrocar un gobierno y ni siquiera conoces al país?”
- Marjorie Taylor Greene defendió a Carlson y escribió en X que las guerras extranjeras “matan inocentes, nos están dejando en la ruina y nos llevarán a la destrucción”.
- Steve Bannon, el arquitecto del movimiento MAGA en 2016, declaró: “Una de las bases fundamentales del movimiento es no más guerras eternas”. Aunque admitió que no están de acuerdo con la acción, asumió que "el movimiento respaldará a Trump" de todas formas.
- Charlie Kirk se mostró más moderado pero igualmente preocupado: "Trump fue el primer presidente en mi vida que no inició una guerra. Esto podría cambiar todo".
Un precedente dañino para sus aspiraciones políticas
Más allá de los resultados estratégicos que pueda tener esta ofensiva militar, la mayor herida para Trump podría ser política. Con parte de su base incómoda y vociferante, el incidente siembra divisiones internas. El ala más joven del movimiento MAGA fue especialmente receptiva al mensaje de "anti-intervencionismo" y "America First". Para muchos de ellos, que ven a EE.UU. gasta miles de millones en guerras mientras tienen deudas universitarias impagables o escasez de vivienda, este ataque puede simbolizar un quiebre.
Según encuestas recientes de Pew Research realizadas en 2023, el 54% de los adultos jóvenes estadounidenses se oponen a intervenir militarmente en conflictos ajenos, una cifra que sube al 68% entre votantes republicanos menores de 35 años.
El contexto internacional y la presión israelí
No es secreto que Israel ha presionado durante años para que EE.UU. ataque instalaciones nucleares en Irán. Las relaciones entre Trump y Netanyahu han sido estrechas desde el primer mandato del magnate. Según el Jerusalem Post, Israel ha sido el principal promotor de la necesidad de destruir Fordo, sitio clave para el enriquecimiento de uranio.
Desde la salida del acuerdo nuclear en 2018, impulsada por el mismo Trump, Irán aceleró su programa atómico. El acuerdo original de 2015, firmado por EE.UU., Irán, China, Rusia, Alemania, Francia y Reino Unido, limitaba el nivel de enriquecimiento de uranio a cambio de levantar sanciones. Trump calificó el acuerdo como el “peor tratado de la historia”.
¿Un camino sin retorno para la política exterior trumpista?
El bombardeo seguramente marcará un punto de inflexión en la relación entre Trump y su base. Aunque él aún conserva un fuerte apoyo electoral, la retórica utilizada por varias figuras revela una grieta creciente dentro del movimiento que él mismo fundó.
La pregunta vital ahora es si Trump podrá mantener un equilibrio entre su vieja narrativa de "America First" y la necesidad —según él— de intervenir para garantizar que Irán no logre una bomba atómica. Como escribió J.D. Vance, su actual vicepresidente, en X: “La gente tiene motivos para estar preocupada después de 25 años de política exterior idiota, pero el presidente se ha ganado algo de nuestra confianza”.
Pese a estas palabras de respaldo, el sentimiento de decepción entre muchos persiste. Al haber convertido su doctrina exterior en una identidad de marca —literal y figuradamente con las gorras rojas—, cada acción que contradice esa identidad corre el riesgo de erosionar esa base fundamental que lo llevó a la Casa Blanca.
Mientras tanto, el mundo observa con preocupación hasta dónde llegará esta escalada. Irán ya ha prometido represalias, mencionando específicamente a bases estadounidenses en Medio Oriente como objetivos posibles. De acuerdo con Reuters, Teherán ha movilizado a sus Fuerzas Quds y a su Guardia Revolucionaria para fortalecer sus defensas frente a un posible conflicto regional de mayor escala.
En resumen
Donald Trump ha cruzado una línea que prometió nunca atravesar. El autoproclamado garante de la no intervención ha optado por lanzar una ofensiva que podría desencadenar una guerra regional o algo peor. Si bien buena parte del partido republicano lo respalda, internamente el movimiento MAGA muestra señales de fractura. La pregunta no es solo si fue necesario el bombardeo, sino si el costo político y moral será pagado en las urnas… o en el campo de batalla.