El escándalo del Sodalicio: un nuevo Papa, viejas heridas y una lucha por la transparencia

El Papa Leo XIV condena de forma tajante los abusos en la Iglesia en medio de la historia del Sodalicio en Perú y rinde homenaje al periodismo como motor del cambio

Una nueva voz en el Vaticano

Con la elección del Papa Leo XIV, la Iglesia Católica ha dado señales de perseguir un camino más firme contra los abusos y la opacidad que han manchado su credibilidad durante décadas. En su primera declaración pública relacionada con una de las peores crisis eclesiásticas de América Latina —el caso del Sodalitium Christianae Vitae en Perú—, el pontífice no ha dejado espacio para la ambigüedad.

"Es urgente erradicar en toda la Iglesia una cultura que no tolere ningún tipo de abuso", dijo Leo XIV en un mensaje leído durante una obra teatral en Lima que expone el escándalo. Su postura frontal ha resucitado esperanzas entre activistas, periodistas y sobrevivientes de abusos espirituales, sexuales y psicológicos cometidos dentro del Sodalicio.

El caso del Sodalicio: entre la devoción y la oscuridad

Fundado en 1971 en Perú por Luis Fernando Figari, el Sodalitium Christianae Vitae se presentó inicialmente como una sociedad de vida apostólica destinada a formar líderes católicos laicos comprometidos. Sin embargo, detrás de su fachada de fervor y disciplina se escondía una estructura autoritaria, elitista y, según múltiples denuncias, abusiva.

Desde el año 2000 comenzaron a surgir testimonios que señalaban a Figari y otros líderes por ejercer abuso físico, psicológico y sexual contra jóvenes aspirantes a la organización. La periodista Paola Ugaz y el también escritor Pedro Salinas iniciaron investigaciones independientes que culminaron en la publicación del libro Mitad monjes, mitad soldados, catalizador clave para que las autoridades eclesiásticas tomen cartas en el asunto.

Leo XIV, testigo directo de la crisis

Cuando era obispo y luego cardenal en Perú, el actual Papa, entonces conocido como Robert Prevost, se encargó de escuchar personalmente a muchas de las víctimas del Sodalicio. Desde esa cercanía con los afectados, trabajó para facilitar acuerdos de reparación económica y organizó procesos internos que lentamente debilitaron el poder del grupo.

Tras la llegada del Papa Leo al Vaticano en 2023, se completó la disolución oficial del Sodalitium, poco antes del fallecimiento del Papa Francisco. Este logro, sin embargo, no cerró el capítulo. Más bien, abrió uno nuevo: la urgencia de una reforma estructural para impedir que casos similares vuelvan a ocurrir.

Un mensaje leído en voz alta

En la capital peruana, la noche en que se presentó la obra basada en los informes de Paola Ugaz, fue leída públicamente la carta de Leo XIV por su enviado, Monseñor Jordi Bertomeu, figura clave en la lucha contra el abuso clerical en varias diócesis del mundo.

Leo XIV no solo extendió su apoyo a las víctimas, sino también a los comunicadores que han contado sus historias: “Para esto necesitamos periodistas”, sentenció. Reconoció que sin la exposición pública de estos crímenes, la Iglesia no tendría mecanismos confiables para realizar procesos de purificación institucional.

Periodismo bajo amenaza

Paola Ugaz y Pedro Salinas han enfrentado años de demandas civiles y penales impulsadas por simpatizantes y exmiembros del Sodalicio. Ambos han denunciado intentos sistemáticos para silenciarlos, mediante acoso judicial e incluso amenazas a su integridad.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y organizaciones como Human Rights Watch han documentado estos ataques como parte de un patrón intimidatorio contra el periodismo que investiga a poderosos entes religiosos. La Justicia peruana, por su parte, ha sido intermitente en su respuesta.

Una cultura de prevención aún en construcción

El Papa Leo XIV ha insistido en que los cambios no pueden limitarse a disolver agrupaciones problemáticas. La institución debe revisar profundamente su sistema de selección de vocaciones, sus pautas de formación espiritual y sus mecanismos de denuncia interna.

Según El Vaticano News, en lo que va del 2024, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha recibido 1,250 denuncias por abusos, más de la mitad provenientes de América Latina. El caso del Sodalicio representa solo la punta de un iceberg más amplio, con ramificaciones en países como México, Colombia y Chile.

El elogio al periodismo

En el mismo mensaje, Leo XIV pidió a las autoridades civiles que protejan a los periodistas de represalias por parte de los sectores que se ven expuestos: “Una prensa libre es un bien común irrenunciable”, declaró.

Esta afirmación llega en momentos donde múltiples reporteros católicos e independientes enfrentan acoso digital o judicial en países con vínculos estrechos entre el poder político y la jerarquía eclesial.

El legado de Francisco y el reto de Leo XIV

El Papa Francisco había iniciado una serie de reformas para hacer frente a los abusos clericales, incluidas nuevas normas sobre responsabilidad episcopal y el establecimiento obligatorio de comisiones diocesanas para tratar denuncias. No obstante, su política fue criticada por ciertos sectores por no tener resultados tangibles o ser insuficientemente rápida.

Leo XIV parece dispuesto a ir más allá. La supresión total del Sodalicio, algo sin precedentes desde el Papado de Juan Pablo II, es un indicio de ello. Sin embargo, el reto es mayúsculo: persistencias culturales dentro del mismo Vaticano han frustrado avances similares en el pasado.

El perdón como proceso, no como excusa

Uno de los puntos más delicados señalados por los críticos es el uso frecuente del discurso del “perdón cristiano” como escudo para evitar sanciones concretas. Leo XIV ha sido explícito al respecto: pedir perdón, pero también actuar. “El perdón no puede sustituir la justicia”, ha remarcado en distintas ocasiones.

Esta visión rompe con décadas de protocolos internos que privilegiaban el silencio y el encubrimiento, bajo el pretexto de proteger la imagen de la Iglesia.

Una Iglesia que escucha

Algunos analistas como el teólogo brasileño Leonardo Boff han señalado que el mayor cambio que podría implementar el nuevo papa no es doctrinal, sino cultural: “Una Iglesia que escucha a las víctimas es una Iglesia que se reforma desde su núcleo”. Y esto solo será posible si se consolidan los canales de denuncia, mecanismos de reparación y, sobre todo, un compromiso real de erradicar la impunidad.

Las víctimas primero

Las palabras de Pedro Salinas en el escenario limeño fueron contundentes: “No estamos aquí por venganza, sino por justicia. Y la justicia comienza con la verdad”. Esa verdad, por incómoda que sea, es la que ha sido defendida por quienes arriesgan su carrera, su libertad e incluso su vida para denunciar los crímenes cometidos bajo sotanas.

Con Leo XIV al mando, algunas puertas parecen haberse abierto. Queda por ver si será suficiente para transformar una institución milenaria que aún lucha contra sus propios demonios.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press