Entre fuego, hambre y desesperación: la carrera por sobrevivir en Gaza
Relatos desgarradores de cómo miles de palestinos arriesgan su vida diariamente para conseguir comida en medio de zonas militares y caos humanitario
Una carrera mortal por un poco de alimento
En la Franja de Gaza, cada amanecer marca el inicio de una jornada mortal para miles de personas que arriesgan todo por conseguir algo que comer. Lo que debería ser una ayuda humanitaria se ha convertido en una pesadilla distópica: disparos, caos, saqueos y humillación repetida a diario.
Las escenas que describen testigos superan lo imaginable. La población atraviesa zonas militares israelíes bajo fuego abierto para llegar a centros de distribución operados por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), una entidad privada con respaldo israelí. Esta organización controla el paso de la inmensa mayoría de los escasos alimentos que entran desde hace poco más de un mes en la asediada franja.
El renacer de la pesadilla: ¿un corredor humanitario o un juego de supervivencia?
“Esto no es ayuda. Es humillación. Es la muerte.” La declaración de Jamil Atili, herido con una cortada en la mejilla tras un altercado por comida y rociado con gas pimienta por un guardia, retrata fielmente la situación. Volvió a su tienda en Khan Younis sin nada para alimentar a sus 13 familiares.
La ONU ha advertido que si bien ahora entra cierta cantidad de comida, no es suficiente para evitar la hambruna generalizada. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), la situación en Gaza es simplemente "apocalíptica".
Fuego sobre la multitud: muerte en nombre del orden
Las cifras son escalofriantes. En las últimas dos semanas, cientos de personas han sido asesinadas y más de un millar heridas por disparos israelíes mientras trataban de llegar a convoyes de comisión humanitaria o a los terrenos del GHF. Israel, por su parte, responde que sólo dispara tiros de advertencia contra personas que desobedecen instrucciones militares.
Testigos contradicen esta versión. Aseguran que soldados disparan desde tanques, drones y hasta grúas armadas, incluso antes de que los centros abran a la población. Las denuncias coinciden: la violencia se desata cuando las multitudes intentan avanzar. Algunos incluso describen la experiencia como similar a Squid Game.
Entre saqueadores y desesperados
El caos aumenta tras conseguir la comida. Quienes logran tomar una caja deben salir huyendo rápidamente. Omar al-Hobi relató haber sido testigo de cómo grupos armados con cuchillos asaltaban a quienes salían. Incluso presenció cómo golpeaban a un niño y cortaban a un anciano con tal de arrebatarles sus víveres.
Este hombre, con tres hijos y una esposa embarazada, cruzó el fuego para conseguir una bolsa de harina. A su llegada a la tienda, su esposa, Anwaar Saleh, se mostró agradecida, aunque devastada: “Esperamos que no tenga que volver. Su vida es lo más importante.”
El modelo GHF: ¿alternativa eficiente o táctica de control?
Desde el inicio del conflicto actual, Israel acusa a Hamás de desviar ayuda humanitaria proporcionada por la ONU. En respuesta, intenta implantar a GHF como alternativa de distribución centralizada. Para ello, ha delimitado 4 puntos de reparto situados todos en zonas bajo estricto control militar.
Sin embargo, tanto la ONU como otras ONGs han rechazado esta narrativa. Aseguran que los convoyes de la ONU, al igual que los de GHF, enfrentan multitudes desesperadas y altamente vulnerables. No existe administración suficiente ni mecanismos de control adecuados para evitar el colapso de estos sistemas de reparto.
¿Dónde está la comunidad internacional?
“Cada día supera al anterior en tragedia”, declaró Olga Cherevko, portavoz de OCHA. El papel de la comunidad internacional sigue siendo insuficiente. Mientras los Estados continúan debates diplomáticos estériles, sobre todo entre representantes europeos e iraníes, las necesidades humanitarias de 2,2 millones de gazatíes aguardan atención urgente.
En los encuentros celebrados en Ginebra pocos progresos se han logrado. La guerra que mantiene Israel con Irán añade tensión internacional a una crisis ya humanamente insostenible.
Las voces desde el infierno cotidiano
Mohammed Saqer, padre de tres hijos, cruzó varias veces hacia centros GHF. En uno de los intentos, vio caer a un joven al suelo, herido por una bala en la espalda. Todo sucedió mientras altavoces de drones ordenaban retroceder y tanques disparaban sobre la multitud. Saqer se detuvo a verificar si tenía pulso antes de salir corriendo con su pequeña dotación de alimentos.
“Todo depende del humor de los soldados. Si están de mal humor, te disparan. Si no, te dejan”, resume. Su testimonio refleja una realidad sin ley, sin justicia, sin perspectiva de esperanza.
Niños en la línea de fuego
Las víctimas no sólo son hombres adultos. Mujeres, adolescentes y niños están constantemente en riesgo de ser sacrificados en este perverso ritual. Según datos del Ministerio de Salud de Gaza, más del 40% de los heridos y muertos en las últimas semanas son menores de 18 años.
Heba Jouda presenció cómo un grupo agredía brutalmente a un niño de apenas 12 años para robarle una pequeña bolsa de comida. Estos actos no sólo reflejan desesperación: reflejan un sistema que desangra la humanidad colectiva.
¿Hacia dónde se dirige Gaza?
La situación actual en Gaza no es sostenible. Se ha convertido en un campo donde la subsistencia se decide en escenarios que combinan fuego militar, peleas por supervivencia y rutas de saqueo. Las víctimas no se multiplican sólo por la guerra, sino por un colapso social articulado a través del hambre.
El modelo GHF aparentemente busca controlar —y quizás disciplinar— el acceso a los víveres. Pero ha desencadenado efectos colaterales de gran escala que la comunidad internacional se niega a enfrentar con urgencia.
Vidas rotas y futuro incierto
Mientras dirigentes internacionales analizan tácticas y estrategias, la población civil se convierte en la principal víctima de decisiones geopolíticas. Familias enteras duermen junto a cadáveres, conviven con el miedo de nunca volver a ver a sus hijos y rumian el hambre con resignación o rabia.
La imagen de una madre preparando pan sobre un fuego improvisado con plástico, mientras sus hijos recogen agua en cubetas a kilómetros, es la rutina diaria para cientos de miles. Cuando se les pregunta qué esperan del mañana, sólo responden: “Sobrevivir al hoy”.
El mundo no puede seguir mirando hacia otro lado.