La batalla por las máscaras en las protestas: entre la libertad de expresión y el control estatal
Mientras aumentan las leyes en EE.UU. contra el uso de mascarillas en manifestaciones, la polémica sobre el anonimato y el derecho constitucional a protestar crece con fuerza
Un nuevo rostro para una vieja batalla
En medio de un clima político cada vez más polarizado, las calles de ciudades como Los Ángeles han sido escenario de intensas protestas contra políticas migratorias, especialmente aquellas impulsadas por la administración de Donald Trump. En estos escenarios, el rostro cubierto se ha convertido en un protagonista inesperado. Más allá de su utilidad sanitaria u operativa, las máscaras en las protestas han pasado a representar un campo de batalla por la libertad de expresión.
¿Protestar con el rostro cubierto es un derecho?
Para muchos manifestantes, cubrirse el rostro no es sólo una cuestión de protección ante gases lacrimógenos o enfermedades, sino una forma de evitar represalias laborales, sociales o gubernamentales. “Proteger la identidad de quienes protestan es una extensión directa de la Primera Enmienda”, señala el profesor Tim Zick de la Facultad de Derecho de William and Mary.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos aún no ha emitido un fallo definitivo sobre si el uso de máscaras está protegido por la Constitución, pero el debate legal avanza. El profesor Geoffrey Stone de la Universidad de Chicago explica: “El derecho al anonimato tiene profundas raíces en la historia estadounidense, incluida la época de los panfletos revolucionarios anónimos”.
La doble vara de medir: policías enmascarados vs. manifestantes enmascarados
Las críticas aumentan al ver a agentes federales y policías locales utilizar máscaras durante operativos de migración o control de manifestaciones. En particular, agentes de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) fueron vistos usando pasamontañas durante redadas en ciudades como Los Ángeles, supuestamente para evitar ser víctimas de doxing o acoso.
El gobernador de Minnesota, Tim Walz, fue tajante: “No usen máscaras. Identifíquense”. Videos virales también muestran a residentes de Martha’s Vineyard confrontando a agentes enmascarados que se negaban a identificarse. En contraste, cuando los manifestantes usan las mismas tácticas de anonimato, enfrentan arrestos o cargos criminales.
El impulso legislativo contra las máscaras
Desde octubre de 2023, al menos dieciséis proyectos de ley han sido presentados en ocho estados y el Congreso de EE.UU. para restringir máscaras en protestas, según el Centro Internacional para Leyes No Lucrativas (ICNL). En total, al menos 18 estados y el Distrito de Columbia tienen leyes con restricciones al uso de máscaras.
Estas leyes no nacieron ayer. En muchos casos, su origen se remonta a décadas pasadas, cuando fueron utilizadas como respuesta contra el Ku Klux Klan, que ocultaba su identidad mientras perpetraban actos violentos. Sin embargo, activistas y juristas temen que estas leyes estén siendo reactivadas con fines represivos, esta vez contra movimientos sociales legítimos. La asesora legal del ICNL, Elly Page, advirtió: “Estas leyes son cada vez más utilizadas de manera selectiva contra aquellos movimientos que el gobierno no aprueba”.
De Carolina del Norte a Florida: la máscara bajo fuego
- En Carolina del Norte, el Senado de mayoría republicana revocó una ley de la pandemia que permitía usar mascarilla por motivos de salud.
- En Florida, estudiantes de la Universidad de Florida fueron arrestados por llevar máscaras durante una manifestación.
- En Ohio, el Fiscal General Dave Yost recordó por carta a las universidades que el uso de máscaras en protestas es constitutivo de delito mayor según la ley estatal.
Esto ha generado temor entre aquellos que siguen usando máscaras por motivos religiosos, de salud o seguridad personal. De hecho, en muchos casos, se ha reportado que grupos minoritarios o estudiantes activistas han sido tratados con desproporcionado rigor por cubrirse el rostro.
ICE y el velo de la impunidad
California no se ha quedado de brazos cruzados. Legisladores demócratas han impulsado un proyecto de ley para prohibir a los agentes federales y policías locales usar máscaras sin justificación. El senador estatal Scott Wiener declaró: “Las recientes operaciones federales han generado un ambiente de terror. Los agentes deben identificarse”.
Desde el Departamento de Seguridad Nacional, la secretaria asistente Tricia McLaughlin respondió calificando la medida de “despreciable” y defendiéndola como protección para los agentes ante amenazas a su seguridad y la de sus familias.
El director interino de ICE, Todd Lyons, agregó: “No voy a permitir que mis agentes arriesguen sus vidas y la de sus familias sólo porque a la gente no le gustan las leyes migratorias”.
El trasfondo político: control, miedo e hipocresía
El expresidente Trump ha sido incisivo en sus declaraciones. El 8 de junio escribió en su red social que “las MÁSCARAS NO SERÁN PERMITIDAS en las protestas” y pidió arrestar a quienes las usaran. Para los defensores de los derechos civiles, estas declaraciones son peligrosas. Pretenden criminalizar la protesta y asustan a la población para que deje de manifestarse.
Además, existe una evidente doble moral en estas políticas, ya que se criminaliza al manifestante que protege su identidad, mientras se permite e incluso se respalda al agente estatal que lo hace. El argumento de “mantener el orden” se convierte en un arma política cuando se aplica de forma tan selectiva.
¿Qué puede ocurrir en los tribunales?
La cuestión legal sobre las máscaras como herramienta de protesta sigue sin resolverse del todo. Si bien algunos tribunales inferiores han anulado leyes anti-máscaras por coartar la protesta pacífica, los resultados son mixtos y la Corte Suprema aún no ha sentado un precedente definitivo.
El director de promoción de la Fundación para los Derechos y la Expresión Individual, Aaron Terr, lo resume así: “El derecho a expresarse anónimamente permite a los estadounidenses emitir opiniones impopulares o disidentes sin temor a represalias”.
Este derecho está consagrado desde la fundación del país, cuando panfletos anónimos circulaban bajo la corona británica. Si los tribunales dan un giro restrictivo a este principio, el precedente podría usarse para fines aún más represivos.
¿Qué hay detrás de la máscara?
Cubrirse el rostro no es necesariamente un intento de destruir la democracia. En muchos casos, el anonimato es esencial para protegerla. A veces protege a quienes temen perder sus empleos o la custodia de sus hijos si aparece su imagen en las noticias. Otras veces, protege la salud de alguien inmunodeprimido.
La democracia no requiere que el disenso tenga rostro. Requiere que exista. La máscara no silencia las voces: las preserva.