Oman desafía la tradición del Golfo con un impuesto sobre la renta para los más ricos
El sultanato se convierte en el primero del CCG en imponer un tributo a los ingresos personales, parte de su proyecto Visión 2040
¿Un punto de inflexión fiscal en el Golfo? Esta semana, Omán se convirtió en el primer país del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) en anunciar oficialmente la introducción de un impuesto sobre la renta personal. Aunque no entrará en vigor hasta el año 2028, esta medida histórica ha generado un sismo en el diseño económico de una de las regiones tradicionalmente más reacias a la tributación directa.
¿Qué implica este anuncio? ¿Podría abrir las compuertas a una reforma fiscal en otros petroestados de la región como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos o Catar? En este artículo de análisis profundo, exploramos el contexto histórico, las razones económicas, las implicancias sociales y la posible repercusión regional e internacional del movimiento audaz de Omán.
El impuesto: ¿quién pagará?
El nuevo tributo afectará únicamente al 1% de los asalariados con mayores ingresos, es decir, quienes ganen más de 42.000 riales omaníes anuales (aproximadamente $109,000). Es un paso prudente pero simbólico. El objetivo es diversificar los ingresos del gobierno sin alienar a la clase media ni alentar la fuga de talentos o inversiones.
Como explicó el Ministro de Economía Said bin Mohammed Al-Saqri: “El impuesto servirá como una nueva fuente de ingresos públicos para mitigar los riesgos relacionados con la dependencia del petróleo como fuente principal de financiamiento estatal”.
El trasfondo: Visión 2040 y los vientos del cambio
Este impuesto forma parte de Visión 2040, una ambiciosa hoja de ruta de desarrollo económico y social lanzada por el sultanato para transformar su economía en una basada en el conocimiento y la tecnología. Dentro de este marco, Omán ha estado implementando reformas progresivas desde hace años:
- En 2020 se lanzó un plan nacional para recortar deuda pública.
- En 2021 se implementó un impuesto al valor agregado (IVA) del 5%.
- En 2023 se revisaron los subsidios y el gasto fiscal.
La nueva carga tributaria sobre los ingresos personales es el siguiente paso lógico en esta evolución.
Tradición fiscal del Golfo: cero impuestos, mucho petróleo
Desde hace décadas, los países del CCG se han caracterizado por políticas fiscales ultrabenévolas. Omán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Bahréin y Kuwait han explotado sus vastas reservas de hidrocarburos para financiar ambiciosos proyectos de infraestructuras, educación y salud sin recurrir al cobro de impuestos directos.
Este modelo ha resultado especialmente atractivo para migrantes: ingenieros, médicos, docentes y empresarios han acudido en masa durante años al Golfo atraídos por salarios libres de impuestos y servicios públicos modernos.
Pero todo modelo tiene fecha de caducidad.
Dependencia petrolera: una bomba de tiempo
Actualmente, en Omán, los ingresos provenientes del petróleo y el gas representan hasta un 85% de los ingresos fiscales del país, dependiendo del precio del barril. Esta dependencia hace que el presupuesto estatal esté expuesto a los vaivenes del mercado energético mundial.
Los precios del crudo se desplomaron brutalmente en 2014 y luego nuevamente en 2020 debido a la crisis del COVID-19. Esos colapsos económicos dejaron a países como Omán vulnerables, con déficits crecientes y necesidad urgente de diversificación económica.
Como dijo Al-Saqri: “El impuesto busca priorizar la estabilidad financiera mediante la diversificación de fuentes de ingreso, protegiendo así al país de las fluctuaciones del mercado energético global”.
¿Se sumarán otros países del Golfo?
La gran incógnita ahora es: ¿seguirá el resto del CCG el ejemplo de Omán? La respuesta no es sencilla. De momento, ningún otro país ha anunciado algo similar, pero hay señales de cambio:
- Arabia Saudita aplicó un IVA del 5% en 2018, que aumentó al 15% en 2020.
- Emiratos Árabes Unidos introdujo una tasa de sociedades del 9% para algunas empresas a partir de 2023.
- El FMI ha recomendado que todos los países del Golfo implementen impuestos directos antes de 2030 para compensar la disminución proyectada de ingresos por hidrocarburos.
El economista regional Nasser Saidi opinó recientemente que “La era de impuestos cero en el Golfo está llegando a su fin. La presión fiscal será necesaria para mantener el crecimiento y la estabilidad a largo plazo”.
¿Riesgo o oportunidad?
Existe el temor de que los impuestos desalienten la inversión extranjera y el talento expatriado. Sin embargo, muchos expertos señalan que la transparencia fiscal y la modernización institucional podrían ser más atractivas a largo plazo que simplemente ofrecer incentivos tributarios.
Un informe del Banco Mundial en 2022 subraya que los países con sistemas fiscales robustos y diversificados tienden a generar mayor inversión extranjera, siempre que haya gobernanza y servicios de calidad.
Impuestos e inequidad global: el telón de fondo internacional
Este anuncio no ocurre en un vacío. En los últimos años, ha habido una creciente presión sobre los billonarios globales y las grandes corporaciones como Amazon, Google o Tesla para que paguen una “cuota justa” de impuestos.
En junio de 2024, protestas en Venecia en contra de Jeff Bezos, fundador de Amazon, utilizaron precisamente el lema “Si puedes alquilar Venecia para tu boda, puedes pagar más impuestos”. Ese sentimiento global de impaciencia hacia la evasión fiscal también está influenciando a los gobiernos locales y sus decisiones.
Quizás países como Omán estén leyendo correctamente este nuevo ambiente internacional. Están adelantándose al reclamo popular global y respondiendo con reformas ambiciosas.
Un campo de pruebas para el Golfo
El impuesto sobre la renta personal de Omán, al aplicarse solo a la élite económica, es una especie de piloto. Permitirá al gobierno medir la aceptación social, mejorar su infraestructura tributaria digital y educar a la población.
Sí, habrá oposición. Algunos sectores privilegiados lo verán como un ataque al statu quo. Sin embargo, si se implementa bien, podría transformar al país en un modelo de transición hacia un futuro postpetróleo, financieramente sostenible, más justo e inclusivo.
En definitiva, puede que este paso de Omán marque el inicio de una nueva era fiscal árabe.