Tempestades, tragedias y memoria: de los naufragios en el Lago Tahoe a la búsqueda de justicia en Wounded Knee

Una tormenta inesperada sacude el Lago Tahoe

El pasado fin de semana, el idílico Lago Tahoe —conocido por sus aguas cristalinas y majestuosos paisajes entre California y Nevada— se convirtió en escenario de una tragedia inesperada. Una violenta tormenta se desató en el suroeste del lago, sorprendiendo tanto a meteorólogos como a autoridades locales, y provocó el vuelco de una embarcación de recreo con diez personas a bordo.

El saldo ha sido devastador: seis personas muertas y otras dos aún desaparecidas, mientras los equipos de rescate continúan labores desesperadas por encontrarlas. La lancha Chris-Craft dorada de 27 pies se volcó cerca de D.L. Bliss State Park, una zona popular entre turistas.

“No esperábamos que fuera tan fuerte”
—Matthew Chyba, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional de Reno

Según los informes, las olas llegaron a más de 8 pies (2.5 metros) y los vientos superaron los 56 km/h. Estas condiciones fueron extraordinarias incluso para una región acostumbrada a cambios climáticos. Las temperaturas sobre el lago se encontraban entre 15 y 25 grados por debajo del promedio estacional, lo que probablemente ocasionó una masa de aire inestable que detonó el temporal.

La furia del clima contra las embarcaciones

Chris Williams, operador de una embarcación comercial con Tahoe Sports, relató momentos de tensión que vivió con sus clientes a bordo:

“Nos enfrentamos a una altura de olas severa que nunca se había visto en el Lago Tahoe. Empujábamos a los botes a su máxima capacidad para mantener a los pasajeros a salvo.”
—Chris Williams, operador de barco

Mientras las autoridades locales y la Guardia Costera redoblaban esfuerzos de búsqueda, también flotaba una amarga reflexión: ¿estaba la tragedia realmente fuera del alcance previsible? ¿Podría haberse evitado con mejores sistemas de alerta y decisiones preventivas?

Cuando la historia exige justicia: el fantasma de Wounded Knee y Perry Ray Robinson Jr.

Mientras que el presente se sacude con tragedias climatológicas, el pasado también reclama atención. A más de 50 años del sitio de Wounded Knee en 1973, un nuevo movimiento ha resurgido en el corazón de las comunidades nativas americanas: la búsqueda de los restos de Perry Ray Robinson Jr., un activista de derechos civiles afroestadounidense desaparecido durante el icónico enfrentamiento entre agentes federales y miembros del Movimiento Indígena Americano (AIM).

Robinson, defensor de la no violencia e impulsado por el legado de Martin Luther King Jr., respondió a un llamado de ayuda de AIM. En abril de 1973, partió hacia el poblado Lakota bajo ocupación armada en plena crisis política. Su desaparición, sin embargo, quedó sepultada entre las tensiones políticas, el racismo, y el polvo de la historia estadounidense.

En palabras de Cheryl Buswell-Robinson, su viuda:

“Creo que pensaba que podía cambiar lo que pasaba allí. Pero su enfoque pacífico no fue bien recibido. Aún espero que podamos traerlo de vuelta antes de morir.”

Un documental reaviva el interés

El documental "Vow of Silence: The Assassination of Annie Mae" en la plataforma Hulu ha sido clave en despertar nuevamente la conciencia sobre lo sucedido en Wounded Knee. La producción se enfoca en el asesinato de Annie Mae Aquash, activista de AIM, que fue ejecutada por sus propios compañeros bajo la sospecha de ser informante. Su caso fue resuelto décadas después con condenas federales. La conexión con Robinson no tardó en aflorar: testimonios e informes del FBI insinúan que podría haber sido otra víctima.

El activista Justin Baker, residente en la reserva Rosebud en Dakota del Sur, lidera ahora una campaña para realizar una búsqueda culturalmente sensible de los restos de Robinson. Equipos compuestos por arqueólogos nativos, líderes espirituales e historiadores colaborarían utilizando tecnología no invasiva como radar de penetración terrestre y perros especializados.

Obstáculos y política tribal

A pesar de haber conseguido el respaldo del Sicangu Lakota Treaty Council, el comité de tierras de la tribu Oglala Sioux inicialmente rechazó la solicitud. Alegan que una excavación podría perturbar restos del sitio de la masacre de Wounded Knee de 1890, donde fueron asesinados al menos 250 sioux —la mayoría mujeres y niños— por el Séptimo de Caballería.

Sin embargo, Baker señala que el área ya fue alterada en el pasado por construcciones y por las propias trincheras cavadas durante el sitio de 1973:

“Estamos hablando de una tierra ya alterada. No se trata de excavar, sino de documentar y honrar.”

Los documentos revelan incluso que oficiales del FBI observaron "tumbas recientes" durante el operativo de 1973. En un memorando de mayo de ese año se menciona que había dos personas negras en el poblado. Uno de ellos sería, sin duda, Perry Ray Robinson Jr.

Dos historias, una misma raíz: falta de prevención y memoria selectiva

La coincidencia de fechas pone de relieve cómo los desastres, tanto naturales como sociales, exponen las fallas de prevención y la lentitud en la respuesta. En Tahoe, lamentablemente, se subestimaron las señales meteorológicas. En Wounded Knee, décadas de silencio institucional y cultural han dejado a familias enteras sin respuestas.

Ambas situaciones nos invitan a preguntarnos: ¿qué tan preparados estamos para actuar antes de que las tragedias ocurran? ¿Cómo puede una sociedad moderna hacer balance entre su deseo de avanzar y la responsabilidad de saldar cuentas con su pasado?

Mientras continúan las búsquedas en Tahoe y en la reserva Pine Ridge, se fortalece la idea de que el dolor no entiende de fechas ni circunstancias. La lucha por encontrar cuerpos perdidos —en aguas heladas o en las entrañas de la historia— es también una batalla por la dignidad, por el derecho a un cierre, a la memoria, y al reconocimiento humano.

Las olas que agitaban el lago y las que recorren los corazones de los Robinson resuenan con la misma fuerza: una súplica urgente de justicia, previsión y sensibilidad.