Trump, Irán y la OTAN: ¿Paz o juego peligroso?
Entre bombardeos nucleares, acuerdos de última hora y tensiones sin resolver, el regreso de Trump a la OTAN transforma la seguridad global en un tablero geopolítico inestable.
El regreso de Trump y un nuevo capítulo en la OTAN
El retorno de Donald Trump al escenario internacional ha sido todo menos predecible. Su reaparición en la cumbre de la OTAN no solo ha generado expectativa política sino inquietud estratégica. Lo que debía centrarse en el anuncio de un nuevo acuerdo de gasto militar terminó siendo eclipsado por una escalada sorpresiva: ataques a las instalaciones nucleares de Irán y el anuncio improvisado de un supuesto alto el fuego total entre Israel e Irán.
Bombardeos nucleares: ¿medida preventiva o provocación?
La decisión del presidente Trump de ordenar ataques contra tres instalaciones nucleares iraníes, sin previa autorización del Congreso estadounidense, ha encendido alarmas tanto dentro como fuera de Estados Unidos. Según la Casa Blanca, esta medida buscaba "frenar las ambiciones nucleares de Teherán". Pero, ¿qué tan efectiva fue realmente?
Hakeem Jeffries, líder demócrata en la Cámara de Representantes, lo dijo claro: "Esperamos que (los responsables de inteligencia) expliquen cuál ha sido el impacto real en limitar la capacidad nuclear iraní y qué plan tiene la administración para evitar una guerra desastrosa en Medio Oriente".
Una tregua que nadie confirma
Horas después de los ataques, Trump sorprendió al mundo al anunciar un "alto el fuego total" entre Israel e Irán. Ni Israel ni Irán lo confirmaron oficialmente, y muchos en Washington lo tomaron con escepticismo. Incluso dentro del Congreso, republicanos y demócratas buscan respuestas sobre el supuesto acuerdo, del cual no existen detalles públicos ni verificación internacional.
El senador Chuck Schumer exigió una sesión adicional y clasificada, con información detallada sobre las represalias iraníes —particularmente el ataque a una base estadounidense en Catar— y una posible respuesta militar futura por parte de EE.UU.
¿Paz a través de la fuerza o imperialismo disfrazado?
Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, llamó a Trump el "Presidente de la Paz". El senador Bernie Moreno fue más allá, pidiendo su nominación al Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, el contraste entre los bombardeos y la proclamación de una tregua dista mucho del idealismo pacifista asociado con ese galardón.
Senadores como Tim Kaine están presionando una votación urgente que exigiría al presidente obtener aprobación del Congreso antes de ordenar ataques militares contra Irán, citando el artículo I de la Constitución de EE.UU. que otorga al Congreso la potestad exclusiva de declarar la guerra.
Europa en alerta: ¿OTAN o instrumento geopolítico?
El contexto europeo no es menos complejo. En La Haya, donde se celebra la cumbre de la OTAN, las protestas no tardaron en manifestarse. Lo que era una movilización contra el aumento del gasto en defensa se transformó rápidamente en una denuncia contra la actual política exterior estadounidense. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, tuvo que esquivar preguntas incómodas sobre la implicación directa de Estados Unidos en el conflicto entre Irán e Israel.
Matthew Kroenig, exfuncionario del Pentágono y ahora en el Atlantic Council, lo resume así: "Existe un temor real en Europa de que si no cumplen con las exigencias de gasto militar de Trump, EE.UU. podría abandonar la OTAN o no cumplir con su obligación de defensa mutua".
El factor chino y el temor a la desunión
Las tensiones internas y el comportamiento errático del presidente estadounidense no solo preocupan en Europa. Senadores como Jeanne Shaheen advierten que los únicos beneficiarios de una OTAN dividida serían sus adversarios estratégicos, como el presidente chino Xi Jinping, cuyo régimen ha sido señalado de "facilitar" la agresión rusa en Ucrania.
Shaheen declaró: "Dividir a la OTAN sólo fortalece a quienes desean desestabilizar la seguridad global. Presenta a Estados Unidos como un socio poco confiable y facilita las narrativas de nuestros enemigos".
Punto álgido: ¿EE.UU. dispuesto a abandonar la OTAN?
Durante un mitin electoral en 2024, Trump sugirió que animaría a Rusia a "hacer lo que quisiera" si un país miembro no cumplía con los niveles mínimos de gasto militar. Esta amenaza, aunque aparentemente dicha a título personal, siembra dudas sobre el compromiso real de EE.UU. con el famoso Artículo 5 del tratado atlántico.
Trump ahora exige que los países de la OTAN destinen un 5% de su PIB a defensa, cifra que sobrepasa cualquier acuerdo previo. Para ponerlo en perspectiva, Estados Unidos destina actualmente un 3.4% y la mayoría de los miembros europeos gastan mucho menos del 2% comprometido en 2014.
Riesgo en casa: amenazas internas y seguridad nacional
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha emitido una advertencia sobre un "ambiente de amenazas elevado" tras los bombardeos. Aunque no se han identificado amenazas creíbles en suelo estadounidense, las agencias federales están en máxima alerta.
El FBI teme represalias de simpatizantes del régimen iraní, ataques cibernéticos y complots aislados, como los múltiples intentos previamente frustrados de asesinar figuras públicas estadounidenses, incluyendo a Donald Trump y John Bolton.
Casos revelados, como el de Farhad Shakeri —acusado de conspirar para asesinar a Trump en 2024— o el intento fallido de asesinato de la periodista iraní-estadounidense Masih Alinejad en Nueva York, subrayan la persistencia y profundidad de las amenazas.
¿Una guerra sin soldados?
Más allá de los bombardeos y la diplomacia de tuits, muchos analistas advierten que la nueva era de guerra podría no librarse con ejércitos uniformados. El ciberespionaje, la desinformación y las operaciones encubiertas de asesinato podrían convertirse en los principales instrumentos de poder.
Jon Alterman del CSIS lo explica así: "La capacidad de ejecutar con éxito una represalia es distinta a la capacidad de intentarlo. El mensaje es lo importante: mostrar que no se tiene miedo a actuar podría ser el 90% del objetivo".
¿Populismo globalizador o aislacionismo radical?
Quizás la gran incógnita es si la política exterior de Trump representa una forma confusa de populismo globalizador —en la que Estados Unidos dicta unilateralmente las reglas— o si camina hacia un aislacionismo radical que cierra las puertas a la interacción multilateral en favor de acuerdos bilaterales forzados.
Este dilema se refleja también en las negociaciones comerciales actuales, donde Trump exige hasta un 50% de aranceles a productos europeos si no se llega a un acuerdo con la UE antes del 9 de julio.
¿Estamos ante un nuevo orden internacional unilateral o al borde de una peligrosa improvisación diplomática?