El precio del conocimiento: asesinatos selectivos e incertidumbre nuclear en Irán
Israel elimina a 14 científicos del programa nuclear iraní en una estrategia que busca frenar la amenaza atómica, pero que abre una peligrosa caja de Pandora diplomática y legal
Un golpe quirúrgico al corazón del programa nuclear iraní
En las semanas más recientes, el mundo fue testigo de una escalada sin precedentes en el enfrentamiento entre Israel e Irán. Uno de los actos más dramáticos fue la eliminación dirigida de al menos 14 científicos iraníes involucrados en el presunto desarrollo de armas nucleares. Este tipo de operación, descrita por autoridades israelíes como una acción “decisiva” contra el avance atómico de Teherán, ha sido justificada como una medida para imposibilitar que dicho conocimiento técnico se traduzca en una amenaza existencial para Israel.
El embajador israelí en Francia, Joshua Zarka, declaró que los científicos eliminados eran figuras clave sin las cuales el programa iraní "retrocede varios años". Esta afirmación ha desencadenado una ola de reacciones alrededor del mundo, tanto de apoyo como de condena, y ha reabierto debates éticos, legales y estratégicos sobre los límites del uso de la fuerza letal contra civiles técnicos.
¿Quiénes eran los científicos asesinados?
La operación, llevada a cabo durante los primeros días del asalto conjunto de Israel y Estados Unidos a infraestructuras nucleares iraníes a mediados de junio, se centró en personal con décadas de experiencia acumulada. De acuerdo con el ejército israelí, entre los muertos se encuentran físicos, expertos en química de materiales, ingeniería de explosivos, y líderes científicos que supuestamente trabajaban activamente en el desarrollo de cabezas nucleares.
Nueve de ellos fueron eliminados en la primera ola de bombardeos el 13 de junio. Según Zarka, no se trataba simplemente de académicos con conocimientos teóricos, sino de técnicos "plenamente involucrados" en la fabricación de armamento nuclear.
Un retroceso... pero no un final
¿Puede esto detener el programa nuclear iraní? Expertos internacionales dudan. Mark Fitzpatrick, exdiplomático estadounidense y especialista en no proliferación, señaló que Irán tiene generaciones enteras de científicos capacitados que eventualmente podrían llenar ese vacío. "Puede retrasarse, pero no desaparecerá", sentenció.
Pavel Podvig, analista del Programa de las Naciones Unidas para la Seguridad Nuclear con base en Ginebra, explicó: “La clave no siempre son los expertos, sino el material. Si Irán conserva uranio enriquecido y las centrífugas necesarias, el conocimiento puede recuperarse”.
Una estrategia con historia... y poco éxito
Esta no es la primera vez que Israel recurre a la eliminación de científicos nucleares iraníes. En 2020, Mohsen Fakhrizadeh, considerado el arquitecto del programa nuclear militar iraní, fue asesinado a tiros mediante una supuesta ametralladora teledirigida, atribuida informalmente al Mossad. Sin embargo, el efecto fue limitado.
“Retrasó el programa, sí, pero no lo detuvo. Fue más simbólico que estratégico”, dijo al respecto la analista Lova Rinel, del grupo de investigación francés Fondation pour la Recherche Stratégique.
Un mensaje de disuasión, ¿o una pendiente resbaladiza?
Más allá del impacto técnico, la intención parece mantener a raya a los futuros aspirantes. “Creo que quienes sean invitados a participar de un programa nuclear en Irán pensarán dos veces”, dijo el embajador Zarka. Pero esto ha levantado alarmas ante el riesgo de entrar en un ciclo peligroso.
“¿Hasta dónde se llega? ¿Empiezas a asesinar a estudiantes de física?”, cuestiona Podvig. El concepto del 'asesinato preventivo' puede terminar convirtiéndose en una peligrosa herramienta sin línea clara de contención.
¿Legalidad o moralidad?
La legalidad de estos actos es profundamente ambigua. La ley humanitaria internacional prohíbe el asesinato de civiles y no combatientes, pero algunos académicos como Steven R. David de la Universidad Johns Hopkins argumentan que los científicos que trabajen activamente en un programa de armas nucleares con fines bélicos pueden considerarse blancos legítimos.
“Estos individuos no eran neutrales. Estaban creando las herramientas para ejecutar una amenaza genocida”, afirmó. Sin embargo, otros expertos en derecho internacional, como Laurie Blank de la Universidad Emory, advierten que sería precipitado declarar los asesinatos como legales o ilegales sin conocimiento total del grado de involucramiento militar de los científicos.
Un juego geopolítico más amplio
Este escenario de eliminaciones dirigidas, bombardeos estratégicos y conflicto diplomático tiene ecos que se escuchan más allá de Oriente Medio. Rusia, aliado estratégico de Irán, condenó las acciones como “agresión sin provocación”, aunque no ofreció ningún tipo de respaldo militar tangible.
Según analistas como Renad Mansour (Chatham House), Moscú está atrapado entre reforzar sus lazos con Irán, evitar tensionar su coordinación con Israel en Siria y priorizar la guerra aún en curso en Ucrania. “Irán esperaba más. Se siente abandonado”, asegura Mansour.
La paradoja rusa
El conflicto ha revelado los límites efectivos del acuerdo estratégico firmado entre Moscú y Teherán en enero de 2025, que estipulaba que ambas naciones no ayudarían a Estados que ataquen a la otra, pero que no constituye una defensa mutua real. Mientras Teherán necesita urgentemente reemplazar sistemas de defensa aérea destruidos y reconstruir instalaciones atacadas, Rusia depende de esos mismos sistemas para su propio conflicto bélico.
“Irán no solo necesita tiempo, sino capacidad industrial para recuperarse. Y eso ahora también escasea”, asegura Arman Mahmoudian, investigador del Global and National Security Institute.
Israel y la línea roja estratégica
Desde hace años, Israel ha mantenido como postura oficial que no permitirá a Irán alcanzar capacidad nuclear militar. Las operaciones de sabotaje, ciberataques, explosiones misteriosas en instalaciones, y ahora, asesinatos selectivos, son parte de una estrategia integral de disuasión dura.
Pero a medida que se acumulan las acciones unilaterales, la presión internacional crece por una solución negociada que brinde certidumbre y legalidad. El Reino Unido, entre otros, ha advertido con razón que ningún ataque puede borrar el conocimiento, ni las intenciones de un régimen determinado.
¿Hacia un nuevo equilibrio nuclear?
El conflicto actual deja una profunda huella en la ya frágil arquitectura de no proliferación global. La destrucción de las capacidades iraníes y la eliminación de sus cerebros científicos alimenta una narrativa de victimización que podría reforzar más aún los esfuerzos clandestinos, así como polarizar aún más la región.
Como bien dijo Fitzpatrick: “Una bomba puede destruir una instalación, pero no una idea. Mientras Irán conserve un objetivo, la pregunta no es si lo intentará de nuevo, sino cuándo”.
El asesinato de científicos como herramienta de política internacional presenta dilemas que no pueden ser ignorados. Si el conocimiento se convierte en causa de muerte, el mundo podría estar entrando en una era donde saber demasiado también resulta ser un riesgo letal.