El huracán Erick y el grito de los pueblos afromexicanos: una tragedia ambiental, social y racial
Oaxaca y Guerrero, olvidados frente al desastre: cómo el cambio climático y el racismo estructural se cruzan para golpear a las comunidades afrodescendientes en México
Una tragedia más, el mismo olvido
El huracán Erick no solo devastó físicamente grandes zonas de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca: también volvió a poner en evidencia una verdad vergonzosa para México. Las comunidades afromexicanas, pobres y marginadas históricamente, fueron una vez más las más golpeadas y las menos atendidas. Casi una semana después del desastre, con casas aún sin techos, sin agua, sin electricidad, y sin ayuda oficial concreta, el grito de auxilio se viraliza: "Nos están dejando morir".
Un patrón que se repite desde hace siglos
Según el INEGI, más de 2.5 millones de personas se identifican como afrodescendientes en México. La gran mayoría de ellas vive en zonas rurales de Oaxaca, Guerrero y Veracruz. Estas comunidades tienen pobreza 20% por encima del promedio nacional, menos acceso a servicios de salud, agua potable, educación y empleos formales.
Pero estos problemas no son nuevos. Las raíces del abandono se hunden hasta el siglo XVI, cuando esclavos africanos llegaron a las costas del Pacífico traídos por los colonizadores españoles. Sus descendientes hoy viven del campo, la pesca artesanal y el comercio local, en entornos donde las tormentas y los huracanes devastan su frágil infraestructura.
Erick: el último golpe de una seguidilla dolorosa
Erick tocó tierra como huracán de categoría 3, con vientos superiores a 180 km/h, causando deslizamientos, devastación de redes eléctricas, y crecidas súbitas que cobraron la vida de un niño de un año. En palabras de Aleida Violeta, activista y poeta afrodescendiente originaria de Cuajinicuilapa: "Es total devastación. No hay infraestructura y la ayuda no llega. Estas comunidades han sido históricamente abandonadas".
Según informes de organizaciones locales de derechos humanos, cerca de 300,000 personas resultaron afectadas. La mayoría de ellas en poblaciones de mayoría afromexicana como Marquelia, Juchitán, Pinotepa Nacional, San Juan Bautista Lo de Soto y Copala.
Una constante: Otis, John y ahora Erick
En octubre de 2023, el huracán Otis azotó Acapulco. Apenas un año después, en 2024, llegó John. Ahora en 2025, Erick vino a concluir una trilogía de terror climático. Y lo hizo dejando una estadística brutal en cada ocasión: los más afectados siempre fueron los mismos.
“Este desastre no es solo climático, sino sistémico”, declaró el colectivo MUAFRO —formado por mujeres afromexicanas— en un comunicado. “Es el resultado del racismo estructural que ha apartado a nuestro pueblo del desarrollo”, señalaron.
Poca cobertura, poca respuesta institucional
A diferencia de las tormentas que golpean zonas turísticas o capitales estatales, los huracanes en costas afromexicanas rara vez acaparan titulares nacionales. Esta invisibilidad mediática alimenta una lentitud gubernamental que para las comunidades locales representa la diferencia entre la vida y la muerte.
Hasta el momento, según testimonios de residentes, la Coordinación Nacional de Protección Civil no ha desplegado asistencia integral en varias de las localidades más afectadas. Ni albergues suficientes ni distribución masiva de alimentos o agua potable.
Clima extremo: una amenaza creciente
De acuerdo con científicos climáticos citados por el IPCC, el calentamiento del Océano Pacífico ha generado un aumento en la potencia y velocidad de los huracanes. Las aguas más cálidas actúan como “combustible” para estas tormentas, una realidad que multiplica su impacto en zonas costeras vulnerables.
Con cada temporada ciclónica el riesgo crece, pero México aún no produce ni ejecuta planes específicos de resiliencia adaptados a las condiciones socioeconómicas regionales, especialmente en zonas afromexicanas.
¿Racismo institucional?
Desde 2020, el gobierno federal ha reconocido oficialmente a los afromexicanos en censos y discursos públicos. Sin embargo, esa visibilidad institucional no ha sido acompañada de presupuestos específicos, políticas focalizadas o representación política proporcional.
MUAFRO exige que la administración de Claudia Sheinbaum declare zona de desastre a las regiones devastadas, autorice recursos extraordinarios y, a largo plazo, desarrolle un plan integral de reconstrucción y prevención desde una perspectiva étnica y climática.
El poder de la colectividad digital
Ante la ausencia estatal, las redes sociales han sido la trinchera desde la cual se ha amplificado el pedido de ayuda. Hashtags como #AyudaCostaChica, #Erick2025 y #AfromexicanosOlvidados han captado atención nacional e internacional.
Organizaciones como Codesc, Red de Pueblos Afromexicanos y la mencionada MUAFRO han canalizado la solidaridad ciudadana mediante recopilaciones de víveres, medicamentos y apoyo psicológico, mayormente facilitada por colectivos urbanos con sensibilidad antirracista.
Una oportunidad para cambiar la historia
Lo ocurrido tras el huracán Erick no puede ser tratado como una excepción o una tragedia más. Representa una prueba de fuego para el nuevo gobierno federal. ¿Podrá romper con siglos de negligencia institucional hacia los afromexicanos?
Como escribió Aleida Violeta en uno de sus versos recientes: “El agua se lleva los tejados, pero lo más doloroso es ver cómo el viento siempre arrasa primero lo que los gobiernos aún no han construido”.