Irán, democracia y exilio: voces divididas ante la guerra y el futuro del país

Desde el corazón de Tehrangeles hasta Washington D.C., el conflicto entre Israel e Irán reabre heridas, temores e ilusiones en la diáspora iraní en EE.UU.

Entre el exilio y la memoria

Fariba Pajooh es una mujer de 45 años que vive en Detroit, exiliada de su país natal, Irán. Ex periodista, detenida dos veces por el régimen iraní, hoy es doctoranda en EE.UU. y una voz clara contra la intervención militar extranjera como medio para alcanzar la democracia en su país.

No queremos que nos traigan la democracia con bombas. El cambio tiene que venir del propio pueblo. Nosotros lo estamos trabajando”, afirma con voz entrecortada. Pajooh representa una parte crucial —pero no homogénea— de la diáspora iraní en América: quienes desean la transformación del régimen islámico, pero no a cualquier precio.

Una comunidad fracturada, un mismo anhelo: libertad

El reciente conflicto bélico abierto entre Israel e Irán, agravado por la intervención puntual de EE.UU. con bombardeos dirigidos a instalaciones nucleares iraníes, ha generado respuestas encontradas en la comunidad iraní-estadounidense. Aunque el objetivo común parece ser la democratización del país, el método divide.

La representante estatal de Florida, Anna V. Eskamani, hija de inmigrantes iraníes, explica: “Creo que la mayoría de la diáspora quiere ver otro tipo de gobierno en Irán, pero nos preocupa, profundamente, la seguridad de nuestras familias y los civiles inocentes.”. Su llamado a la diplomacia contrasta con los aplausos a la respuesta militar ofrecida por otros miembros del exilio iraní.

Es difícil. No sólo estás preocupado por lo que pasa con tu familia, también por la fragmentación dentro de la comunidad acá y en el mundo”, reflexiona Eskamani sobre el sentimiento generalizado de impotencia y polarización.

El caso israelí: ¿prevención o provocación?

La madrugada del 13 de junio, Israel sorprendió al lanzar una andanada de misiles contra infraestructuras en suelo iraní. Justificó su agresión como un acto preventivo: “No podemos permitir que Irán desarrolle armas nucleares”, declaró el primer ministro israelí, apelando a informes de inteligencia que advertían avances peligrosos.

Del lado iraní, las autoridades reiteraron que su programa nuclear es pacífico, pero el daño a la reputación y el temor hacia una escalada no han cesado. Pocos días después, la Casa Blanca autorizó bombardeos especializados por parte de la Fuerza Aérea estadounidense, lo que tensó aún más la cuerda.

Según un informe de Gallup, el 62% de los estadounidenses temen que este conflicto pueda escalar en una guerra regional de grandes proporciones.

Koresh, reyes y democracia: tensiones ideológicas en el exilio

Rachel Sumekh, judía-americana nacida en Los Ángeles, con familia tanto en Israel como en Irán, expresa sentimientos encontrados: “Estoy orando para que esto se transforme en más libertad para los iraníes... Pero si la historia nos ha enseñado algo, es que en Medio Oriente, las bombas no crean paz duradera”.

Al recorrer la zona de Westwood —el corazón de la comunidad iraní en California, conocido como “Tehrangeles”—, Sumekh se sorprendió al ver pancartas que clamaban por el regreso de la monarquía en Irán. “¿Desde cuándo un rey es sinónimo de democracia?”, se pregunta.

La nostalgia identitaria y el trauma del exilio generan espacios donde ideologías que antes parecían obsoletas resurgen con fuerza, desde los partidarios del sha hasta quienes defienden el nacionalismo laico. Internet y redes sociales han acentuado ese fenómeno. Según un estudio de 2023 de Oxford Internet Institute, los hashtags pro-monarquía vinculados a Irán aumentaron un 320% entre 2021 y 2023.

Diversidad política entre los iraníes en el exterior

Mientras algunos líderes como Sharona Nazarian, alcaldesa de Beverly Hills y también judía iraní, celebran los ataques de Israel como una defensa vital para la región —“Un Irán con arma nuclear es una catástrofe segura”—, otros como Elika Dadsetan, desde Massachusetts, coinciden con Pajooh en que el cambio no puede venir forzado.

Queremos ese cambio desde dentro. No impuesto y menos aún desde naciones como EE.UU. o Israel. No así. No mediante bombas”, declara Dadsetan. La activista explica cómo ha perdido comunicación con algunos de sus familiares en Irán, intensificando la desesperanza.

El trauma no solo es por el conflicto actual, sino por la repetición histórica. Tras décadas de intervenciones externas —la CIA orquestó el golpe de Estado de 1953 contra el gobierno democrático de Mosaddeq—, la desconfianza hacia cualquier actor extranjero es fuerte.

Democracia e intervención: un matrimonio imposible

Estados Unidos ha intervenido decenas de veces en países extranjeros con el argumento de exportar democracia. Desde Vietnam a Irak, los resultados muestran una constante: el caos posterior supera muchas veces los logros esperados. Un estudio de la Universidad de Brown sobre “Costos de Guerra” estima que los conflictos en Irak y Afganistán han dejado más de 900,000 muertos desde 2001, con impactos políticos negativos duraderos.

Fariba Pajooh concluye: “La democracia no se puede lanzar desde un F-35.” Y no es la única con esa claridad. En la diáspora iraní, crecen las voces que, sin abandonar su deseo de ver un Irán libre, llaman a la mesura, la estrategia interna y una resistencia con futuro.

En cifras: la diáspora iraní y su influencia

  • Se estima que hay entre 1.5 y 2 millones de personas de ascendencia iraní viviendo en EE.UU. (según el Iranian American Council).
  • En ciudades como Los Ángeles, se concentran más de 500,000, consolidando una influencia cultural, política y económica notable.
  • El 72% de los iraníes-estadounidenses tienen estudios universitarios, una cifra muy por encima de la media nacional.
  • Cerca del 60% de esta diáspora apoya sistemas democráticos y se identifican con políticas progresistas, aunque hay una creciente minoría conservadora.

La incansable búsqueda de un Irán mejor

El filósofo iraní Abdolkarim Soroush dijo una vez: “La libertad no es un regalo del Estado, es el fruto del deseo colectivo”. Esa idea resuena en las calles de Tehrangeles, en los cafés literarios de Washington y en las marchas por la paz de Boston. Conflictos, disensos, miedo y esperanza coexisten en el seno de los iraníes dispersos por el mundo. Pero si algo parece unir a todos ellos es una verdad simple: el futuro de Irán pertenece, primero, a su pueblo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press