Irán y EE. UU.: medio siglo de conflicto, conspiraciones y bendiciones hipócritas
De golpes de Estado y hostilidades nucleares a intentos de paz: el dramático viaje de la relación entre Washington y Teherán
Una historia marcada por la desconfianza
La relación entre Irán y Estados Unidos podría considerarse uno de los enfrentamientos internacionales más complejos, duraderos y simbólicos del último medio siglo. Desde golpes auspiciados por potencias occidentales hasta declaraciones públicas de odio, el antagonismo entre Teherán y Washington no sólo ha marcado la política del Medio Oriente, sino que también ha influido en la diplomacia global moderna.
Irán: de aliado estratégico a enemigo declarado
Todo comenzó con la operación Ajax, un golpe de Estado instigado por la CIA en 1953 que derrocó al primer ministro democrático iraní Mohammad Mossadegh tras su intento de nacionalizar el petróleo. El reino del shah Reza Pahlavi, títere de intereses occidentales, provocó décadas de represión en Irán. En 1979, esta situación desembocó en la Revolución Islámica, en la que el ayatolá Jomeini derrocó al shah, instaurando un gobierno teocrático y profundamente antiestadounidense.
Solo unos meses después, el mundo fue testigo de uno de los actos más simbólicos de esta ruptura: la toma de la embajada de EE. UU. en Teherán, donde 66 diplomáticos estadounidenses fueron secuestrados por estudiantes iraníes durante 444 días. Este hecho selló la enemistad entre ambos países y fue fundamental en la derrota de Jimmy Carter en las elecciones presidenciales, ya que Ronald Reagan asumió la presidencia el mismo día en que fueron liberados los rehenes.
Enfrentamientos directos e indirectos
A lo largo de los años, Irán y EE. UU. han mantenido hostilidades directas, aunque veladas. En 1988, la marina estadounidense destruyó gran parte de la flota iraní en la Operación Mantis Religiosa como respuesta al minado del USS Samuel B. Roberts. Durante la guerra Irán-Irak (1980-1988), EE. UU. nunca se declaró parte oficial del conflicto, pero asistió a Irak económicamente y mediante inteligencia.
El escándalo Irán-Contra
Paradójicamente, en los años 80, EE. UU. se vio envuelto en un oscuro capítulo donde sí colaboró con Irán, aunque de forma encubierta. En el affaire Irán-Contra, la administración de Reagan vendió armas a Irán —a pesar de tenerlo catalogado como estado patrocinador del terrorismo—, con la finalidad doble de liberar rehenes en Líbano y financiar ilegalmente a los Contras en Nicaragua. Fue un escándalo que dañó considerablemente la reputación del gobierno republicano.
El expediente nuclear: esperanza y abandono
Uno de los capítulos más espinosos ha sido siempre el programa nuclear iraní. En 2015, bajo el liderazgo de Barack Obama y con el respaldo de potencias europeas, se firmó el acuerdo conocido como Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA), que limitaba la capacidad de Irán de enriquecer uranio a cambio del levantamiento de sanciones.
Sin embargo, Donald Trump anunció su retirada del acuerdo en 2018, acusándolo de ser "inútil". Esto marcó el inicio de una campaña de “máxima presión” contra Teherán, reinstaurando pesadas sanciones económicas y provocando una escalada en la tensión militar.
En palabras del entonces presidente iraní Hasan Rohaní: “La paz con Irán es la madre de todas las paces. La guerra con Irán es la madre de todas las guerras.”
De bendiciones a misiles: la retórica ambigua de Trump
Las idas y venidas de Trump respecto a Irán no han dejado de sorprender. En enero de 2020 ordenó la muerte por dron del general Qasem Soleimani, figura clave del poder militar iraní. Este acto fue calificado como un acto de guerra, y provocó retaliaciones moderadas de Irán.
Más recientemente, en un giro retórico desconcertante, Trump sorprendió al mundo al escribir en sus redes sociales: “Dios bendiga a Irán”, justo después de un ataque aéreo estadounidense a instalaciones nucleares iraníes. Aunque incendiarias, estas acciones fueron recibidas con entusiasmo entre sus seguidores más fieles, el movimiento MAGA.
La respuesta de los votantes: división y fervor
Lejos de causar escándalo, las encuestas reflejan un fuerte respaldo entre los votantes republicanos. En una consulta de Quinnipiac University, el 80% de los republicanos avalaron el ataque, mientras que el 75% de los demócratas lo rechazaron. Esta polarización refleja cómo la política exterior se ha transformado en otro eje de división interna en Estados Unidos.
Veteranos republicanos en Missouri, Maryland y Florida defendieron los bombardeos, aludiendo que “Trump no empieza guerras, las termina”. Sin embargo, también hubo votantes que mostraron inquietud ante una posible escalada que podría involucrar a EE. UU. en una guerra prolongada en Medio Oriente.
De ejes del mal a resistencias heroicas
En 2002, el presidente George W. Bush acuñó el término “Eje del Mal” para referirse a Irán, Irak y Corea del Norte. Esta declaración no solo fortaleció la percepción de Irán como enemigo, sino que reforzó la ideología antioccidental en Teherán, originando lo que sus aliados llamarían “Eje de la Resistencia”, una red informal de grupos como Hizbolá, Hamas y facciones iraquíes chiíes financiadas o apoyadas por Irán.
El presente y las paradojas diplomáticas
Hoy, en 2024, la situación no es menos volátil. Tras nuevos ataques contra instalaciones iraníes, y con un alto al fuego frágil entre Israel e Irán, Trump intenta posicionarse como mediador de la paz, cuando no hace mucho estaba autorizado operaciones militares. ¿Es esto parte de una estrategia electoral? ¿O un intento real de desescalar una bomba de tiempo geopolítica?
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con escepticismo. Conviene recordar que Irán sigue estando en la corta lista de países patrocinadores del terrorismo según el Departamento de Estado, junto a Corea del Norte, Siria y Cuba. Las sanciones contra Teherán continúan, y su programa nuclear ha retomado el ritmo, según expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica.
¿Qué viene después?
La complejidad de la relación entre EE. UU. e Irán exige un enfoque diplomático sostenido y sensato. Las amenazas mutuas, los eslóganes incendiarios y las invasiones encubiertas han demostrado ser, con el pasar de los años, ineficaces y potencialmente desastrosas.
Irán no es simplemente un actor regional más: es el centro económico, militar y religioso de una red global de influencia, resistencia y confrontación. Y Estados Unidos, por su parte, carga con un historial de intervención que aún genera graves repercusiones.
Tal vez sea, como dijo Rohaní, “la madre de todas las guerras”, pero también podría ser —si se toma la oportunidad adecuadamente— la madre de todas las reconciliaciones.