La autopista de las ballenas: un espectáculo natural frente a las costas de Australia

Cerca de 40,000 jorobadas migran cada año frente a Sydney, regalando uno de los shows más impresionantes del planeta

Un fenómeno natural que detiene hasta el tráfico marítimo

En pleno invierno austral, entre junio y julio, ocurre uno de los espectáculos más impresionantes de la naturaleza junto a una de las ciudades más modernas del mundo: Sidney. Unos 40,000 ejemplares de ballenas jorobadas surcan las aguas de la costa este de Australia en lo que se ha bautizado como la “autopista de las jorobadas”. El fenómeno no solo atrae a locales y turistas, sino que incluso puede paralizar el tráfico marítimo, como ocurrió recientemente con un ferry que no pudo avanzar debido a la inesperada visita de estos gigantes marinos.

Ver ballenas cerca del puerto podría parecer un privilegio reservado para expediciones lejanas, pero en Sidney es casi rutinario: las jorobadas viajan cerca de la costa, lo que transforma a la ciudad en un observatorio natural único en el mundo. Desde un café o una parada de autobús con vista al mar, no es raro ver un enorme cuerpo surcar las olas o una cola levantarse en el horizonte.

Los gigantes del mar: cercanía, curiosidad y espectáculo

La doctora Vanessa Pirotta, científica especializada en fauna marina y autora del libro “Humpback Highway”, resume así el fenómeno: “Es grasa contra grasa en plena migración”. Y no exagera. Estos mamíferos pueden alcanzar los 17 metros de longitud y pesar hasta 40 toneladas. Su proximidad a la costa y su naturaleza curiosa hacen que en ocasiones incluso entren a la bahía de Sídney, deteniendo todo a su paso.

Ben Armstrong, capitán de un barco turístico en Port Stephens, al norte de Sidney, cuenta que en una ocasión cuatro ballenas rodearon su embarcación durante una hora, empujándola juguetonamente sin permitirle continuar: “La trataban como si fuera un juguete de baño”.

Migaloo y Blade Runner: estrellas cetáceas

Algunas jorobadas se han vuelto celebridades en aguas australianas. Migaloo, la ballena albina avistada entre 1991 y 2020, es quizá la más famosa. Otro caso es el de Blade Runner, apodada así por las grandes cicatrices en su lomo a causa de un encontronazo con una hélice de barco. Ambas son representativas no solo de la naturaleza espectacular de estas criaturas, sino también de su vulnerabilidad ante el tráfico marino humano.

Es un recordatorio de lo cerca que están y cómo debemos compartir el espacio”, recalca Pirotta.

Un resurgir impresionante tras décadas de caza

Este auge poblacional representa un impresionante rebote biológico. Las ballenas jorobadas estuvieron al borde de la extinción en el siglo XX. En Australia y otras partes del hemisferio sur, fueron cazadas masivamente por su carne y aceite hasta que su caza fue prohibida en 1963. En ese entonces, se estima que su número había descendido a unos cientos de individuos.

Gracias a décadas de protección legal y cambios culturales, esa cifra ha crecido sostenidamente hasta alcanzar las 40,000 ballenas que realizan la migración actualmente, según datos del gobierno australiano.

Un viaje de 10,000 kilómetros: de la Antártida a Queensland

El recorrido de estas majestuosas criaturas abarca unos 10,000 kilómetros entre los gélidos mares antárticos y las cálidas aguas del norte de Australia. Lo hacen para alimentarse con kril en el sur y después reproducirse en zonas como la Gran Barrera de Coral. Al viajar cerca de la costa australiana, no solo son visibles desde tierra, sino también desde embarcaciones turísticas, algunas de las cuales respetan normas estrictas de distancia para no interferir con su ruta.

En el camino, las jorobadas danzan, saltan y emiten cantos que pueden escucharse a varios kilómetros de distancia bajo el agua. Cada ballena macho produce un canto único durante la temporada de apareamiento. “Es como tener un festival de música submarino”, comenta Pirotta con una sonrisa.

La otra cara de la moneda: peligros del contacto humano

Mientras más cerca están de la costa y más numerosa es su población, más vulnerables se vuelven. En las últimas décadas han aumentado los reportes de ballenas atrapadas en redes de pesca o golpeadas por embarcaciones. Además, el tráfico turístico, aunque regulado, también genera presión sobre su entorno.

La variabilidad climática y el calentamiento de los océanos también están afectando las rutas migratorias, según los científicos. Algunas ballenas dan a luz en lugares inusuales y empiezan su migración antes o después de lo habitual. La disminución en los bancos de kril por el cambio climático complicará aún más su supervivencia a largo plazo.

Un espectáculo al alcance de todos

Una de las características asombrosas del “Humpback Highway” es su accesibilidad. No hay que embarcarse en una expedición de miles de dólares ni viajar al Ártico. A pocos kilómetros del centro de Sydney, o desde localidades como Byron Bay, Newcastle o Port Stephens, se pueden organizar avistamientos.

Vincent Kelly, un turista de Victoria, resumió su experiencia así: “Vine sin expectativas... y terminé viendo seis ballenas en dos horas. Es impresionante, parecen salir del mar solo para saludarte”.

Un llamado a la conciencia y la conservación

La historia de las ballenas jorobadas en Australia es una de las pocas historias de éxito en la lucha por la conservación natural a gran escala. De estar al borde de la extinción, pasaron a convertirse en un símbolo nacional y un atractivo turístico de primer nivel. Pero su creciente interacción con humanos plantea nuevos desafíos.

Nos devuelven la perspectiva, nos recuerdan que no somos los únicos ni los más grandes”, concluye Armstrong, el experimentado capitán. Y es que ver una ballena de más de diez toneladas surcando las olas con elegancia y potencia es un espectáculo que transforma incluso al más escéptico.

¿Qué podemos hacer como visitantes?

  • Elegir operadores turísticos responsables certificados por el gobierno australiano.
  • Evitar embarcaciones privadas que se acerquen demasiado a las ballenas.
  • No tirar basura al mar, ya que afecta su ecosistema y cadena alimenticia.
  • Respetar todas las señales y normativas en áreas de avistamiento.

La autopista de las jorobadas, más que una ruta migratoria, es hoy un ejemplo de convivencia posible entre la humanidad y las grandes especies marinas. Pero para mantener ese milagro en movimiento, nuestra participación consciente y respetuosa no es opcional: es esencial.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press