Parker McCollum rompe esquemas con su nuevo disco: entre el country y la autenticidad cruda
El cantante tejano lanza su quinto álbum apostando más por lo que lo hace sentir que por encajar en etiquetas del género
Parker McCollum no es un nombre desconocido para los amantes de la música country. Natural de Conroe, Texas, este artista de 33 años ha vivido un ascenso meteórico desde que debutó con The Limestone Kid hace casi una década. Premios, sencillos de platino y millones de reproducciones lo avalan. Sin embargo, lejos de acomodarse en el éxito, McCollum elige incomodarse, desafiar sus propias fórmulas y, sobre todo, perfeccionar el arte que tanto lo obsesiona: escribir canciones que toquen el alma.
Renunciar a lo seguro para encontrar lo auténtico
El proceso de creación de su nuevo álbum, Parker McCollum, es en sí mismo una declaración de principios. Tras trabajar buena parte del material con su productor habitual, Jon Randall, el cantante decidió descartar todo y empezar desde cero. ¿La razón? "Estaba demasiado cómodo", admitió. "Tenía que ir a una situación donde me sintiera completamente fuera de mi zona de confort".
Ese impulso lo llevó hasta Nueva York, donde el ambiente eléctrico de la ciudad y una colaboración con el productor Frank Liddell (conocido por su trabajo con Miranda Lambert, Lee Ann Womack y Chris Knight) dieron forma a un álbum grabado en apenas una semana. “Suena absolutamente ridículo cuando lo dices en voz alta”, comentó McCollum. “Pero creo que funcionó”.
Un disco que mezcla lo clásico con lo inesperado
El resultado es un disco tan diverso como introspectivo. Baladas de esencia folk, pinceladas de pop melódico a lo John Mayer y, por supuesto, country del bueno. Canciones como “New York is On Fire” muestran una sensibilidad cinematográfica, mientras que “Solid Country Gold” y “What Kinda Man” apelan a los fans más tradicionales del género, sin dejar de poner el sello personal del artista.
En una época en la que el country se debate entre las raíces y nuevas fusiones, McCollum parece comprender mejor que nunca que lo importante no es sonar como el country, sino hacer sentir como lo hace el country.
“He llegado a un punto donde ni siquiera sé si soy un cantante country. Y la verdad, ya no me importa. Lo que sea que suene como yo, eso es lo que quiero hacer”. – Parker McCollum
Un viaje emocional de siete días
Lo que comenzó con una canción casi perfecta en “My Blue”, fue rápidamente seguido por una semana emocionalmente agotadora de grabación. “Fue una tortura emocional cada día, pero no lo cambiaría por nada”, dijo el tejano. Sus letras, muchas escritas hace años y cuidadosamente guardadas, explotaron con fuerza guiadas por la dirección sincera de Liddell.
Uno de los grandes momentos del disco es la versión que hace con Cody Johnson del clásico de Danny O’Keefe “Good Time Charlie’s Got The Blues”. “He tocado esa canción toda mi vida”, dice McCollum. “Sabía que iba a grabarla en algún momento de mi carrera. Así que pensé: mejor ahora”.
Letra, sudor y Chris Stapleton como brújula espiritual
Desde el comienzo de su carrera, Parker McCollum ha destacado tanto por su voz como por su habilidad de narrar emociones universales desde lo íntimo. No es un compositor que escribe para llenar espacios; escribe para llenar vacíos emocionales. Curiosamente, aunque su estilo ha sido comparado con Stapleton, McCollum ha seguido una ruta más alternativa que comercial.
“Me consume la idea de lanzar música que te golpee donde más importa. Esa búsqueda constante es la que me mantiene escribiendo”, reconoce.
¿Dónde empieza y termina el country hoy?
La indagación identitaria del artista abre una interesante reflexión sobre la evolución del country contemporáneo. Según datos de Nielsen Music, el consumo de música country creció más del 20% en streaming entre 2020 y 2022, impulsado por artistas que se aventuran a fusionar géneros y traspasar fronteras.
En este contexto, McCollum es un claro exponente de esa nueva ola que “no pide permiso” para sonar diferente. Él mismo cuestiona las etiquetas, y prefiere una visión más empírica del género: “Mientras la canción haga que sientas algo, todo estará bien”.
En el fondo, esa es precisamente la esencia del country: la emoción antes que la forma, la historia antes que la fórmula.
¿Es Parker McCollum el artista country más “real” de su generación?
Lo que diferencia a McCollum de otros artistas de su generación es que jamás ha buscado complacer a nadie más que a sí mismo. Y ese nivel de honestidad creativa, aunque a veces incómodo, es lo que le ha otorgado una base de fans tan leales.
Desde su debut con The Limestone Kid en 2015, pasando por su álbum Gold Chain Cowboy (2021), hasta este último homónimo, el artista ha sido constante en una cosa: su obsesión con la calidad emocional de lo que ofrece. No le interesa sonar como Nashville, ni adaptarse a los moldes comerciales del género.
Como dijo una vez Willie Nelson: “Si no te gusta lo que estás haciendo, otros tampoco lo harán”. McCollum parece haber entendido esa filosofía mejor que nadie.
Más que una carrera, una convicción
El álbum Parker McCollum no solo marca un hito musical para el artista, sino que es la muestra clara de que el éxito no necesita concesiones. Es, en muchos sentidos, una carta abierta donde el cantante confiesa, celebra y redescubre su amor por componer, más allá del género o las modas.
Con canciones que van desde las entrañas hasta el alma, este disco es un recordatorio de que la música country aún tiene nervio, aún puede escribir sobre sentimiento sin adornos de cartón piedra, y que artistas como Parker McCollum están aquí para renovar ese pacto original entre la música y la emoción… incluso si eso significa no encajar del todo en ninguna categoría.