¿Primera dama o copresidenta? El papel disruptivo de Janja da Silva en la política brasileña

Rosângela ‘Janja’ da Silva desafía la tradición del rol ceremonial de la primera dama brasileña, despertando tanto admiración como controversia en el gobierno de Lula

Por décadas, las primeras damas de Brasil han ocupado un lugar simbólico, decorativo y silencioso en la vida política del país. Sin embargo, desde la llegada al poder de Luiz Inácio Lula da Silva en 2023, esa narrativa ha sido desafiada por la figura de su esposa, Rosângela da Silva, conocida públicamente como Janja. Su presencia activa en temas sensibles como redes sociales, política internacional y seguridad, ha dado paso a un intenso debate nacional sobre qué papel debe o no debe jugar quien acompaña sentimentalmente al presidente del país más grande de América del Sur.

Un momento incómodo en Pekín

En mayo de 2025, durante una cena oficial en Pekín junto al presidente Xi Jinping, Janja da Silva hizo lo impensable: interrumpió el protocolo para expresar una preocupación directa al líder chino, argumentando que el algoritmo de TikTok –una red social propiedad de la empresa china ByteDance– era perjudicial para los movimientos de izquierda. La intervención sorprendió tanto a la delegación brasileña como a los anfitriones chinos, y para cuando se sirvió el postre, el incidente ya había llegado a los medios brasileños.

Desde entonces, la popularidad de Janja ha sido tema candente. Según una encuesta de Datafolha publicada el 12 de junio, el 36% de los brasileños considera que sus acciones perjudican al gobierno de Lula, mientras que solo un 14% cree que lo benefician.

¿Críticas legítimas o misoginia disfrazada?

Janja, una socióloga de 58 años, ha generado polémica en varias ocasiones: insultó al magnate Elon Musk, se burló del suicidio de un simpatizante del expresidente Jair Bolsonaro y opinó sobre el uso del Ejército para controlar los disturbios del 8 de enero de 2023 en Brasilia. Aun así, insiste en que continuará expresándose «cuando se trate del interés público».

Adriana Negreiros, periodista que hizo un perfil exhaustivo de la primera dama en el pódcast Janja en 2024, afirma que “no toda la crítica hacia Janja es sexista, pero sí es evidente que existe misoginia en parte del rechazo”.

Más allá del protocolo

Según las directrices de la Abogacía General de la Unión (AGU), la primera dama debe desempeñar “un papel simbólicamente representativo en actos de naturaleza social, cultural, ceremonial, política o diplomática”. Para muchos críticos, Janja ha ido mucho más allá de ese rol, actuando como si fuera una codirigente del Ejecutivo.

“Parece que Brasil es gobernado por una pareja”, dijo Beatriz Rey, doctora en ciencias políticas e investigadora en la Universidad de Lisboa. “Decir que no habrá protocolos para silenciarla es una falta de respeto a nuestras instituciones democráticas. Ella no tiene cargo electivo ni designación formal en el gobierno”.

¿Un problema interno en el oficialismo?

Dentro del propio Partido de los Trabajadores (PT), las opiniones respecto a Janja están divididas. Aunque muchos la consideran un activo que rejuvenece y energiza la imagen de Lula, también reconocen que su alta exposición podría ser una desventaja estratégica de cara a las elecciones de 2026.

El intento del PT de mejorar su imagen mediante una campaña en redes sociales bajo el eslogan #EstoyConJanja tuvo un alcance mediocre: menos de 100.000 visualizaciones y apenas cientos de comentarios. Un alto funcionario del gobierno, que prefirió el anonimato, comentó que “nadie quiere enemistarse con ella, pero muchos entienden que al sobrepasarse, Janja le transfiere parte de su rechazo al presidente”.

Tradición vs. Modernidad

Janja no es María Letícia –la reservada y distante anterior esposa de Lula–. Asiste a cumbres internacionales, se retrata junto a líderes mundiales, y no duda en opinar. En marzo, Lula recibió críticas tras enviar a su esposa como representante a una cumbre de nutrición en París. Su respuesta fue clara: “Ella irá donde quiera e irá a decir lo que quiera”.

La autopercepción de Janja no dista de esa lógica. En una entrevista con el pódcast del diario Folha de São Paulo, afirmó: “No voy a cenas solo para acompañar. Tengo sentido común y soy una persona inteligente. Sé muy bien cuáles son mis límites”.

¿Cuánto influye realmente Janja en el gobierno?

Desde el círculo íntimo de Lula, algunos admiten su capacidad de influencia. Es consultada, viaja constantemente con él y mantiene una agenda propia. A esto se suma su implicación en políticas públicas, campañas y asesoramientos discretos. Su presencia es tan habitual en el Planalto como la de cualquier ministro. Algunos observadores se preguntan: ¿estamos frente a una nueva forma de cogobierno informal?

Históricamente, las esposas de presidentes brasileños han permanecido al margen de las decisiones estatales. Incluso en gobiernos progresistas, sus tareas se limitaban al trabajo social y la representación protocolaria. Janja rompe este molde e irrumpe en la escena política con una fuerza sin precedentes.

El contexto de una sociedad polarizada

La controversia sobre Janja no puede aislarse del ultraconservadurismo creciente en Brasil. La última década ha visto el ascenso de líderes como Bolsonaro, que defienden familias tradicionales, repudian el progresismo, y ven a mujeres activas en política como una amenaza. En este contexto, el feminismo vocal de Janja incomoda a sectores reaccionarios que preferirían verla en un rol pasivo.

Sin embargo, también hay un sector progresista crítico con ella. Algunos académicos consideran que confunde visibilidad con representatividad, y que su falta de mandato democrático debilita su legitimidad. ¿Cuál es el límite entre la personificación política y el populismo familiar?

Una narrativa construida desde el amor y la prisión

Janja conoció a Lula en 2017, cuando él estaba a punto de ir a prisión por los casos de corrupción derivados de la operación Lava Jato. Durante los 580 días que pasó tras las rejas, ella lo visitaba con regularidad. Cuando Lula fue liberado en 2019, formalizaron su relación y se casaron en 2022, poco antes de las elecciones.

Para muchos (tanto en izquierda como en derecha), su vínculo es romántico y político a la vez. Janja fue una de las arquitectas de la imagen pública de Lula en plena campaña. Fue quien propuso los temas de juventud, reforma agraria y redes sociales, sectores clave para reconquistar votos perdidos tras el desgaste del PT.

¿Puede una primera dama convertirse en figura influyente legítima?

Desde Eleanor Roosevelt hasta Michelle Obama, hay ejemplos de primeras damas que abandonaron el mármol ceremonial para trabajar activamente en políticas públicas. ¿Está Janja siguiendo ese camino o simplemente superando líneas invisibles?

En América Latina, pocas consortes han tenido un rol tan participativo. Tal vez el caso más mencionado sea el de Eva Perón en Argentina, que sin cargo formal, llegó a ostentar más poder que algunos ministros. La diferencia es que Evita surgió en un contexto político distinto, marcado por el populismo clásico, mientras que en Brasil, el sistema presidencialista y multipartidista exige una institucionalidad más restringida.

Lo que piensa la derecha

El diputado Nikolas Ferreira, una de las voces más vocales del bolsonarismo, no oculta su escepticismo respecto a las intromisiones de Janja. “Cuanto más hable, más le ayuda a la derecha”, dijo Ferreira, añadiendo que su rol en debates como la libertad de expresión en redes debería ser competencia exclusiva del Congreso.

Y es que el tema de las redes sociales se ha vuelto álgido. En junio, el Supremo Tribunal Federal de Brasil dictó que plataformas como Google, Meta y TikTok podrían ser responsabilizadas por no controlar discursos de odio. Janja ha opinado activamente sobre estas decisiones, lo cual la sitúa en el centro de un conflicto geopolítico que involucra desde China hasta Estados Unidos.

¿Una dinámica de poder evolutiva?

Más allá de los prejuicios, la figura de Janja plantea preguntas legítimas sobre la evolución del poder conyugal en las democracias modernas. ¿Es la presencia activa de una primera dama un peligro para la democracia o una expresión más del rol del ciudadano empoderado?

Como ha dicho varias veces, “yo actúo como ciudadana”. Pero esa afirmación, aunque justa en lo legal, no disipa la controversia: su cercanía al poder transforma automáticamente cualquier gesto personal en un acto político. Y en un año preelectoral, todo acto político tiene consecuencias.

Por ahora, Lula no parece tener intenciones de pedirle mesura. A estas alturas, el liderazgo compartido parece más una estrategia asumida que un error de cálculo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press